Apuntes de Historia CDLXXXVI

Articulos, Cultura, Manuel Jesús Parodi

Cuando hablamos de Patrimonio (estamos poniendo el acento en el Patrimonio Cultural), cuando planteamos la idea y concepto de Patrimonio, nos encontramos ante una realidad polimórfica, poliédrica, multiforme, una realidad rica en formas y en matices que no puede ser abordada desde una única perspectiva ni con una mirada plana o simple. 

Partamos de la base de que, como ya encontramos en el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, el DRAE, cuando nos acercamos al concepto de Patrimonio inmediatamente viene a la cabeza así como al referido Diccionario la definición de un concepto que tiene que ver con la riqueza material acumulable entendida de un modo convencional desde una perspectiva crematística (material, tangible, cuantificable, “tarifable”) y sólo más tarde, sólo a continuación, nos encontraremos -también en el DRAE- con definiciones, aproximaciones, que tienen que ver con los valores de corte más espiritual -si queremos decirlo así- del Patrimonio [cfr. https://www.rae.es/drae2001/patrimonio].

En cualquier caso cuando hablamos de Patrimonio estamos hablando de una realidad en la que se mezclan lo tangible con lo intangible, lo material con lo inmaterial, lo pasado con lo presente y por añadidura con lo futuro, puesto que si algo ha de hacerse con el Patrimonio es naturalmente investigarlo y difundirlo así como, esencialmente, protegerlo y conservarlo sin merma de su esencia en lo posible pues es nuestra responsabilidad transmitir los bienes patrimoniales a las generaciones futuras para su conocimiento y su disfrute, así como para salvaguarda y continuidad de la identidad cultural de dichas generaciones futuras, pues somos esencialmente custodios del Patrimonio: debemos generarlo, disfrutarlo y, fundamentalmente, conservarlo ad futura, preservarlo para quienes habrán de venir tras nosotros.

En el Patrimonio por tanto se aúna lo tangible y por tanto lo cuantificable, mesurable y ponderable, así como lo intangible, lo que tiene que ver con la creación y sostenimiento del espíritu -y desde el espíritu- que es acaso lo que verdaderamente sustenta la parte material del Patrimonio Cultural.

Dicho de otro modo, sin el hilo invisible, sin el pegamento invisible del espíritu, de la emoción y del sentimiento el Patrimonio (los bienes patrimoniales considerados tanto individualmente como en su conjunto) será sólo materia y sin ese pegamento intangible del espíritu, de la emoción y del sentimiento los bienes materiales del Patrimonio, los aspectos materiales del Patrimonio, el Patrimonio Cultural considerado como un conjunto de bienes fruto de la acción humana (y por tanto de un modo u otro ligado a los individuos creadores así como a las sociedades creadoras del propio Patrimonio), decía, considerado el Patrimonio desde esta perspectiva y desprovisto del elemento proverbial de unión que representa su faceta espiritual, emocional y sentimental, será solo polvo destinado a convertirse en polvo.

Y no se trata de construir figuras retóricas ni de crear un discurso -puesto negro sobre blanco- más o menos articulado y más o menos coherente, destinado a la lectura de quienes en estos momentos sostienen esta hoja de papel virtual publicada en un medio tan sólido a la parque efímero como el digital. 

No se trata de movernos en círculos en torno al concepto de Patrimonio y a la idea de Patrimonio sino de, con toda modestia, poner de manifiesto que el Patrimonio considerado en su conjunto y los bienes patrimoniales considerados individualmente son, también, fruto de la creación del espíritu humano (hasta ahora no hemos considerado Patrimonio ninguna creación que no haya sido fruto del espíritu humano, no sabemos a futuro qué sucederá), así como son hijos del momento económico, social, cultural -y político- que los generan que los crean, y a la misma vez el Patrimonio es también fruto y consecuencia de los horizontes sentimentales, emocionales, espirituales, intelectuales de los individuos -a título particular- y de las sociedades -a título conectivo colectivo- que así mismo lo generan.

Con esta obviedad que acabamos de señalar queremos únicamente poner de manifiesto que la idea y el concepto de Patrimonio a la par que el Patrimonio como realidad material -ya se trate de patrimonio tangible o intangible- está provisto e nativitate por su propia realidad y en su misma esencia de una carga y una componente de naturaleza emocional, sentimental, espiritual e intelectual que le es intrínseca, que le es propia, que lo define y que le es inevitable.

Acaso también por ello existan manifestaciones contrapuestas de Patrimonio, formas incluso enfrentadas de expresión artística -y por tanto patrimonial- cuyo enfrentamiento, cuya dialéctica, cuya confrontación obedece precisamente a los (también acaso) diametralmente opuestos puntos de vista, emociones, sentimientos e ideas desde los cuales estas formas asimismo contrapuestas de patrimonio se construyen y son defendidas. 

Es por tanto imposible, y en demasiadas ocasiones nos empeñamos en lo contrario, disociar Patrimonio y emoción, Patrimonio y sentimiento, Patrimonio y espíritu, tal como es imposible disociar Patrimonio y economía puesto que toda actividad humana, toda acción humana, toda iniciativa humana, es por definición, por naturaleza y de suyo una acción económica, por lo cual -y como insistimos siempre de palabra y por escrito- el hecho patrimonial es en sí un hecho económico tanto si nos referimos a un bien patrimonial puntual y concreto como si nos referimos al cuerpo del Patrimonio Cultural en su conjunto. 

De la misma manera y de la misma forma el hecho patrimonial (todo hecho patrimonial: el hecho patrimonial entendido como entelequia pero también cada hecho patrimonial comprendido singularmente, atendido desde su singularidad y particularidad) es a su vez un hecho emocional, un hecho sentimental, un hecho espiritual, y está por tanto impregnado, cargado, lleno, de emoción, de emotividad, de sentimiento y de espíritu. 

Y ello es así desde la propia creación de esos bienes patrimoniales, como una obra artística mueble como un cuadro, una fotografía, una escultura, un objeto de arte convencionalmente considerado como tal y entendido como tal, o incluso una obra de arte efímera como una performance, o un bien patrimonial inmueble, como un palacio, un castillo, un edificio monumental civil o religioso, un monumento pétreo, sólido, tangible, cualesquiera.

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