Ordenanzas municipales “prostituidas”

Editorial SD

SD.-Muchos años han pasado desde que las principales y céntricas calles de Sanlúcar fueran peatonalizadas con la firme oposición a este proyecto, como al aparcamiento municipal, de Juan Marín vicepresidente de la Junta de Andalucía y entonces representante de los comerciantes de la zona junto la AES que no dudaron en blandir sus panfletarias pancartas en el pleno o en los aledaños de la entonces Comandancia de Marina para mostrar su disconformidad a una actuación que, a todas luces, ha favorecido a los comerciantes y sanluqueños que se desplazan a estos lugares a hacer sus compras o disfrutar de nuestra gastronomía. La actual peatonalización y el aparcamiento en La Calzada fueron ejecutados por el gobierno de Juan Rodríguez (PP) y su socio Antonio Prats (PA)

La medida relanzó el comercio, el bienestar y la salud de los vecinos y viandantes que con las ordenanzas municipales ven protegida su salud, su libertad de movimiento y la tranquilidad de patear con su prole en calles seguras que, sin embargo, no lo son tanto por los privilegios y las excepciones para algunos que alteran ese status quo.  

La proliferación de artilugios eléctricos de movilidad, bicicletas y camiones de reparto, en horarios no permitidos, son los principales causantes de esa merma de derechos para los usuarios que comparten el mismo espacio público.  

Que desde el ayuntamiento de Sanlúcar se ignore el continuo atropello de los derechos de paseantes por estas zonas no hace más que constatar no solo la desidia de sus responsables de movilidad y medio ambiente sino la total “prostitución” de unas ordenanzas que exime de su cumplimiento a un reducido núcleo de ciudadanos, bien por no perseguirlos, bien por mirar a otro lado cuando determinadas entidades requieren de los servicios de camionetas sea cual sea la hora que, en cualquier caso, atropellan y ocupan el ya escaso espacio público que queda en estas calles repletas de mesas, carteles, mercancías, etc. Algunos comerciantes, también, desoyen sus obligaciones, desmarcándose del espacio pintado en el firme por el propio ayuntamiento.  

Es imposible pasear en un bullicioso día por estos lugares sin estar alerta porque un patinete, o bicicleta te atropelle en cuanto hagas un movimiento inusual e inesperado para el conductor de estas dos máquinas, como es imposible dejar de respirar el humo de la camioneta o furgón cuando pasa o estaciona a tu lado.  

Una zona peatonal, donde estás inseguro cuando disfrutas con tu familia y niños pequeños que dan sus primeros pasos, no puede ser en absoluto una zona protegida como anuncian las señales verticales de tráfico.  

Pero esa inseguridad vial no es lo normal, solo, en las peatonalizadas calles pues las aceras de toda la ciudad sufren este mismo mal en su totalidad. Una vasta  impunidad, porque además de los patinetes eléctricos, bicicletas y furgones, se añaden a esas aceras la circulación de las motocicletas que circulan por ellas y son aparcadas a las mismísimas puertas de casas particulares o establecimientos de destino o partida angostando el espacio para caminar.  

Una ciudad seria necesita algo más que una incompleta y pobre celebración de una efeméride centenaria o una capitalidad española de la gastronomía. Necesita que sus gobernantes den certezas a sus ciudadanos para pasear libremente por su ciudad sin temor o preocupación y sin peligros para su integridad física y hasta ahora este gobierno municipal de coalición no lo ha conseguido. Antes o después, por muy mal que se hagan las estadísticas, alguien sufrirá por el olvido o negligencia de otros si no se pone freno al incivismo de unos pocos.

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