Apuntes de Historia CDXV
Manuel Jesús Parodi.-Algunas ‘píldoras’ monumentales sanluqueñas (V)
Nuevamente traemos hasta estas líneas otra modesta entrega de esta suerte de “micropíldoras”, de flashes, textuales que se refieren a diferentes hitos monumentales de entre los que siguen formando parte del tesoro patrimonial de Sanlúcar de Barrameda.
Como hemos señalado con anterioridad en párrafos precedentes de esta serie, esperamos que estos pequeños textos concebidos a modo de “flashes” puedan atraer la atención y el interés de los lectores sobre el todavía rico Patrimonio histórico, artístico, y monumental de Sanlúcar.
Parroquia de Nuestra Señora de La O
Sobre su plataforma y su atrio, allá donde se funden la plaza de los Condes de Niebla y la plaza de la Paz y donde la calle Luis de Eguílaz se convierte en la calle Caballeros, en el eje del corazón del Barrio Alto sanluqueño se alza uno de los más señeros monumentos de nuestra ciudad: la parroquia de Nuestra Señora de la Expectación o parroquia de La O, como es más familiarmente conocida.
La iglesia de Nuestra Señora de La O, primera parroquia de la localidad, se abraza con el inmediato Palacio Ducal de Medinasidonia en un baile de siglos, compartiendo ambos monumentos algunas estructuras como el corredor velado con celosías que los comunica y que, al modo del Corridoio Mediceo de Florencia (a pequeña escala), permitía a los señores de Sanlúcar participar de los oficios religiosos parroquiales sin compartir espacios con sus vasallos ni ser vistos por el pueblo.
Este templo mudéjar, de majestuoso porte, data del siglo XIV y nos recuerda a sus contemporáneos hispalenses, destacando en el exterior del mismo su portada principal y su airosa y sólida torre, que la tradición ha querido identificar con una de las torres del viejo alcázar musulmán “de las Siete Torres” que jalonaban la cerca de muralla de la vieja villa medieval islámica de Sanlúcar anterior a la reconquista alfonsí en la segunda mitad del siglo XIII.
Castillo de Santiago
Proyectado como timbre y muestra de la fuerza y la gloria y como imagen del poder de la noble Casa de Guzmán, el imponente castillo de Santiago se yergue invicto desde el siglo XV completando las defensas del recinto de murallas que los primeros Guzmanes construyeron para preservar su entonces villa de Sanlúcar.
Habría de ser el segundo duque de Medina Sidonia y séptimo señor de Sanlúcar don Enrique II (que no por casualidad pasaría a la Historia con el sobrenombre de “el Magnífico”) quien, en entre sus ambiciosos proyectos urbanísticos y estéticos para la villa sanluqueña, erigiera esta fortaleza como guarda del río, de su desembocadura, y de los caminos que por agua y tierra comunicaban la entonces villa de Sanlúcar con la ciudad de Jerez y con la gran metrópoli hispalense, río arriba en el curso del Guadalquivir.
El castillo reforzaba precisamente el ángulo más expuesto de la línea de murallas de Sanlúcar con su doble cinta de muros, su foso (hoy colmatado), su puente levadizo (desaparecido), sus barbacanas, sus saeteras y su Torre del Homenaje, desde donde es tradición que la reina Isabel la Católica contemplaría el mar por primera vez.
Iglesia y convento de Regina Coeli
En pleno corazón del viejo Arrabal de la Ribera de los siglos XV y XVI, y en su calle homónima, se encuentra una de las clausuras que salpicaron la antigua villa de Sanlúcar de Barrameda desde tiempos medievales: la iglesia y convento de Regina Coeli, de las Hermanas Clarisas.
Su doble portada, abierta a la calle Regina, su celosía, su ritmo pausado y su tempo propio, su vinculación con las manifestaciones y procesiones religiosas señeras de la localidad, hacen de la iglesia de Regina un verdadero remanso de tiempos pasados en pleno corazón de la bulliciosa zona comercial de la hodierna Sanlúcar de Barrameda.
Inserta en pleno corazón y eje de la Sanlúcar ribereña de finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna esta fundación religiosa sería creada de manera coincidente con la partida de la Armada de la Especiería, aquella flota de cinco naos (Trinidad, Victoria, Concepción, Santiago y San Antonio) comandadas originalmente por el portugués al servicio de Castilla Hernando de Magallanes (y de la que solamente retornaría una a Sanlúcar, la Victoria comandada por Juan Sebastián de Elcano, completando la I Vuelta al Mundo en septiembre de 1522) que partieron en busca de las remotas Islas de las Especias haciéndose a la mar desde Sanlúcar en septiembre de 1519, año de la fundación de Regina Coeli.
Iglesia de Santo Domingo
Dedicada a un santo de la Casa de Medina Sidonia, la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, puede acaso ser considerada como la “catedral” de Sanlúcar desde su fundación a mediados del siglo XVI.
Con su anexo convento y perteneciente a la Orden de los Dominicos (alusiones a la cual se muestran con intensidad en el interior del templo, como igualmente se muestran también elementos alusivos a la propia Casa de Guzmán en el mismo espacio sacro), Santo Domingo sería fundada por doña Leonor Manrique de Sotomayor y Zúñiga, de la Casa de condal de Belalcázar y ducal de Béjar.
Doña Leonor, condesa de Niebla por matrimonio, sería quien durante una buena parte del siglo XVI regiría, a la prematura muerte de su esposo, Juan Claro de Guzmán, IX conde de Niebla, y de su suegro Juan Alonso Pérez de Guzmán, VI duque de Medina Sidonia, y durante la minoría de edad de su hijo el VII duque, D. Alonso, los estados de la Casa de Medina Sidonia.
La condesa viuda de Niebla, doña Leonor, construiría este grandioso templo como panteón propio y de su esposo el conde, y como manifestación del poder al tiempo que de la piedad de la Casa de Guzmán.
El convento aledaño habría de sufrir la desamortización del siglo XIX, convirtiéndose con el tiempo en sede de unas señeras bodegas sanluqueñas: en sus umbrías se crían, pues, los vinos sanluqueños y entre ellos la reina de los mismos, la dorada manzanilla…