En el Candelero

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Enrique Romero Vilaseco.La otra memoria histórica

        En Internet, más concretamente en Facebook, existe un foro – grupo con el título de “La otra memoria histórica”. La misión del mismo es contrarrestar la ley que nos trajo el revanchista ZP, lleno de odio y rencor por haber tenido un abuelo que fue fusilado en agosto de 1936 por el Bando Nacional. No voy a contar aquí la vida militar de dicho señor-, no es esa la intención de este artículo. La ley de Memoria Histórica y su continuidad con la nueva Ley de Memoria Democrática, para lo que están sirviendo es para volver a reabrir heridas ya cicatrizadas y enfrentar a los españoles. Al ser ambas leyes sectarias y reconocer solo las victimas de un lado y olvidar las del otro, buena parte de los españoles han querido reivindicar a todos aquellos que fueron fusilados, torturados y que también están enterrados en fosas comunes, pero que hoy son los malos de la “película” –valga la expresión coloquial-  por haber tenido la desgracia de estar en la  parte de la España gobernada por el Bando Rojo. Lo mismo que le ocurrió a muchos españoles que les tocó vivir en los territorios bajo el dominio del Bando Nacional.

         La historia debe ser asunto de análisis y estudio para historiadores e investigadores, y no una imposición  y un revisionismo emanados de un Gobierno compuestos, en este caso, de unos partidos que tuvieron su parte de culpa en lo que aconteció en aquella Segunda República, para nada la panacea y ejemplo de democracia y libertad que nos quieren vender la izquierda. La Guerra Civil tuvo su preámbulo en el Golpe de Estado de 1934; golpe dado por PSOE con  ERC, la ayuda del PNV y del PC. 

        Hablar de  la Segunda República y de la Guerra Civil es un tema  complejo, amplio y que necesita una serie de artículos, por ello, iré desgranando en varios capítulos hechos ocurridos que son históricamente inatacables. La Ley de “Memoria Democrática” ha sido aprobada por todos los partidos enemigos de España, y  sólo recoge lo ocurrido desde el 18 de julio de 1936 hasta el 31 de diciembre de 1983, -hasta ahí ha llegado la traición de Sánchez a su propio partido, permitiendo que también se incluya en la ley más de un año del Gobierno de Felipe González-,  olvidándose así de todo lo que pasó en España, no solo desde el 14 de abril de 1931 al 18 de julio de 1936, sino, incluso, a años anteriores a la proclamación de la  Segunda República. Me refiero a los años 20 del pasado siglo.

          En la llamada “La otra memoria histórica”, la gente cuenta experiencias de familiares que fueron masacrados por el bando rojo, el genocidio (el único que en verdad responde al significado del término) llevado a cabo contra la Iglesia Católica y los miles de muertos que ocasionó entre la gente que profesaba dicha religión, desde obispos a curas,  desde monjas a cualquiera  que por el hecho de asistir a misa, era objeto de los famosos “paseos”, suele salir con frecuencia entre los temas que surgen en dicho foro. También destacado son las torturas y crímenes que se llevaban a cabo en las famosas CHEKAS, y los fusilamientos y horrores que los republicanos cometieron en Madrid y en otros puntos de la geografía española. 

         Los partidos de izquierdas y los nacionalistas, emulando aquel Frente Popular de los años 30, se han unido y han aprobado una Ley totalmente inconstitucional, donde distinguen españoles con derechos y reconocimientos y otros que no lo tienen. Donde por ley  imponen a la ciudadanía la existencia de españoles que fueron los buenos y que lucharon contra el “fascismo” y los malos malísimos que querían implantar una dictadura criminal. Una versión de la guerra civil totalitaria, tergiversada y muchas veces manipulada. Una ley  con la que te amenaza con la cancelación o el olvido en el mejor de los casos, y que te puede acarrear grandes  multas o  acabar con los huesos en la cárcel, si no comulgas con lo que ellos imponen.

         Un tío mío murió en la guerra civil, mi abuela, mi madre y mis dos tías nunca recibieron el cuerpo y casi 90 años después sigo sin saber dónde están sus restos. No consta que fuera llevado al Valle de los Caídos, al menos no aparece en las lista de los allí enterrados. Ni sé dónde pueden estar sus restos, para él, como para otros muchos, caídos en el bando nacional, no hay una ley de reconocimiento. Sí, estimado lector, existen fosas comunes de fusilados por el frente popular, muchas descubiertas y vueltas a tapar, habrá tiempo para referirme a unas cuantas.

          Hace unos cuantos meses, la Alcaldesa, Carmen Álvarez, fue entrevistada en una radio de ámbito local y perteneciente a un club deportivo. En esa entrevista salió el tema de la nueva Delegación de Memoria Democrática, que su gobierno iba a constituir y que, la misma tendría un presupuesto para cubrir los objetivos y fines de la misma. Le pregunté a través del locutor de dicha emisora,  sí yo, como familiar de un  desaparecido en la Guerra Civil,  podía acogerme a las ayudas para encontrar los restos de mi tío. Ante la pregunta se le vio inquieta y nerviosa, titubeaba sin saber que contestar, hasta que ya un poco acorralada, manifestó claramente que la ley tenía unos fines concretos, que eran los de reconocer las víctimas del franquismo. Es decir, que los muertos, que lucharon en el bando nacional, no le  interesaban. 

         Al poco tiempo  escribí un artículo en este mismo medio de SD, y le expuse que mi tío, como otros tantos jóvenes, que  lucharon  y murieron   en la guerra en el Bando Nacional, también fueron víctimas de Franco, pues fueron llevados a luchar a la fuerza. Mi tío murió en 1938,  había nacido en 1920 y  estuvo luchando al poco de cumplir los 16 años. El fue uno más, aunque le tocó luchar en el Bando Nacional, como aquellos  pertenecientes al Bando Rojo, la inmensa mayoría menores de edad – los de la famosa Quinta del Biberón- reclutados a la fuerza y llevados al frente.

          Hoy, en Sanlúcar, existe un monumento con los nombres de los caídos en el Bando Republicano, no todos fueron fusilados o represaliados por el franquismo,  pues la lista sobrepasa de los  100, y en el libro titulado “Guerra Civil y Represión en Sanlúcar de Barrameda,  (1936-1945), de los sanluqueños José María Hermoso Rivero y Rafael Montaño García, habla de unos 88 fusilados, reseñados en el libro de Manuel Barbadillo Rodríguez. 

          No estoy en contra de que exista un monumento con los nombres y apellidos de los sanluqueños fusilados o que murieron luchando en el frente, pero creo que sería de justicia levantar otro monumento de aquellos, también sanluqueños, que fueron fusilados por el Bando Republicano y por los que murieron luchando del Bando Nacional. Sanluqueños eran unos y eran otros.  Y cuando digo esto no sacarme siempre el mismo mantra de las cruces de los caídos,  porque aquellas cruces la estáis derribando todas, y en la lápida que acompañaba a la misma, no iba recogido los nombres de los caídos con nombres y apellidos, sino un reconocimiento general. En Sanlúcar, por ejemplo, los distintos gobiernos municipales bajo la dictadura franquista nunca llegaron a colocar un monumento público en el cual se detallara los nombres de los sanluqueños que fueron fusilados o cayeron en la guerra en el Bando Nacional.

       El único recuerdo que existe, y con vuestra malvada “Memoria Democrática” queréis eliminar, es una lápida  que se encuentra en el patio de la Basílica de la  Caridad; esa que puso el Casino de Artesanos a sus socios caídos en la Guerra Civil. Un ente privado que quiso reconocer a sus asociados y que tuvo hasta la elegancia de ponerlo en un sitio sagrado y no en la vía pública, además de ser costeado por dicha entidad y no por el consistorio.  Ni el régimen franquista se atrevió a colocar todos los nombres de los sanluqueños que murieron  en su bando, -fusilados o muertos en combate, en una lápida o monumento en la vía pública con todos los nombres y apellidos. 

            Creo que los familiares de todos aquellos fusilados y muertos en la Guerra Civil que lucharon en el bando nacional, tenemos que unirnos para también erigir un monumento con los nombres y apellidos, porque también lucharon por España.  Constituir un foro que puede llamarse “La otra memoria histórica”. En un próximo artículo reseñaré todos los nombres de sanluqueños, que los investigadores de nuestra ciudad han recogido en sus libros, y así intentar despertar el interés de sus familiares para que sus nombres sean también reconocidos y  reivindicados, porque en la actualidad sufren el olvido y también se les consideran, en buena medida, como los malos de la historia.

Nota de SD

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