Soy telefónico

Pepe Fernández

Pepe Fernández.-La gran empresa española líder mundial de las telecomunicaciones, presente en más de 12 países, acaba de cumplir 100 años y su lozanía después de un siglo solo ha sido posible gracias a su pujanza y robustez empresarial, pero principalmente a los miles de trabajadores que han formado parte de ella en esta última centuria y estamos orgullosos de haber sido uno más durante 20 años, desde 1985 hasta que llegó la (pre)  jubilación en 2006.

Nunca subí a un poste a empalmar un par de cobre, no entré en ningún hogar para poner un teléfono o arreglar alguna avería, ni tan siquiera desde una oficina realicé trabajos ofimáticos. Menos aún tiré cables submarinos nacionales e internacionales trasatlántico y no hice nada de eso porque algunos cientos de compañeros en toda la geografía española, principalmente litoral, además de Madrid, tuvimos la enorme satisfacción de velar por la seguridad de todos los hombres de la mar en todos los mares del mundo.

El Servicio Marítimo de Telefónica gestionaba todas las Estaciones Costeras de España en sus frecuencias de VHF, OM, Onda Corta, radiotelex y SMSSM (Sistema mundial de socorro y seguridad marítima)

No había barco español o extranjero que desde cualquier ubicación del Mundo no pudiera contactar con alguna de las múltiples estaciones costeras españolas en onda corta, tanto en radiotelefonía como en radiotelegrafía. Para eso, la plantilla del Servicio Marítimo de Telefónica compuesta por oficiales radioelectrónicos de la marina mercante, formados en las distintas escuelas náuticas de nuestro país y posteriormente en las Facultades de ciencias del mar, velaban por la seguridad de todos.

Si bien en la mayor parte del tiempo se ejecutaban conferencias barco tierra o tierra barco, así como la recepción de telegramas vía morse en las estaciones de OC (Onda corta) y OM (Onda media) o comunicaciones de radiotelex, el principal objetivo de la jornada de trabajo H24/365 días del año era la observancia y escucha de los canales de socorro, canal 16 VHF, 2182 khz en fonía OM y los 500 Khz OM grafía. En los últimos años, y ya desde el 30 de abril de 1999 que finaliza la escucha obligatoria en los canales de radiotelegrafía en toda España, las otrora salvadoras transmisiones de morse son sustituidas por sistemas satelitarios automatizados, el anteriormente mencionado SMSSM, que garantizaran a los barcos ese cordón umbilical que les une a tierra o a otros barcos para salvar sus vidas en caso de peligro. En España desaparece el morse comercial de todas las estaciones costeras pero desde entonces sobrevive en los miles de radioaficionados del Mundo entero en el espectro de frecuencias destinadas para tal fin por la UIT (Unión internacional de comunicaciones).

Quizás esto no sea ya del interés de la mayoría de las personas que pudieran leer esto, pero quiero homenajear a todos los compañeros que han sido de Telefónica, incluidos todos los marinos mercantes radioelectrónicos y radiotelegrafistas que un día, después de años de experiencia embarcados, opositamos para formar parte de esa gran familia de la teleco española.

Fuimos nosotros, ese desconocido reducto de Telefónica para la mayoría de españoles, el Servicio Marítimo de Telefónica, los que enlazábamos a familias con nuestros manipuladores manuales, semiautomáticos o electrónicos, transmitimos con puntos y rayas bodas, bautizos, cumpleaños, luctuosas noticias, relación de la pesca de un barco pesquero  en Namibia o Malvinas, pedidos para  provisionistas, felicitaciones navideñas, onomásticas y un largo etc. e igualmente cuando esa comunicación se hacía por radiotelefonía o radiotelex. Pero sin duda todos nos sentimos felicísimos porque más de una vez pudimos recibir un SOS (Socorro en radiotelegrafía), un MAYDAY (Socorro en radiotelefonía) o llamada de auxilio vía satélite por el SMSSM, de un barco en peligro para copiar sus coordenadas y transmitirlas a los distintos centros de Salvamento marítimo de la Marina Mercante o en alta mar, donde la ayuda de tierra era casi imposible, y coordinar desde las estaciones costeras a los barcos en la zona para que acudieran en su ayuda. 

También sufrimos la desesperación de escuchar llamadas de socorro de hombres en sus últimos minutos de vida mientras sus barcos se hundían, irremediablemente, sin poder recibir la ayuda de tierra o barco cercano. Eso nos acompañara para siempre.

Por eso, enviar a un niño un telegrama de cumpleaños de su padre desde el estrecho de Madagascar o poner una conferencia telefónica a un barco navegando por el Caribe para que el marino de turno hable con su esposa, justifica tu jornada de trabajo, pero salvar una vida, salvar a una tripulación, eso no tiene precio. Lo hicimos, lo vivimos, lo recordaremos siempre porque estuvimos allí embarcados o en tierra y todo fue posible, en ambos casos, gracias al esfuerzo de todos, de una nación que creó una compañía para unirnos con un par de cobre, con la Rotary, con antenas y morse o con la fibra óptica, y hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar, incluidos todos los mares y océanos del Mundo. Larga vida a Telefónica. 

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