Apuntes de historia CCCXLIV

Cultura, Historia, Manuel Jesús Parodi

La I Circunnavegación. Perspectiva factual (III)

Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Tras la muerte de Hernando de Magallanes en las playas de Mactán el 27 de abril de 1521, Duarte Barbosa (cuñado del difunto almirante) asumiría el mando de la Armada del Maluco, pero éste fallecería también el 1 de mayo en la celada que los indígenas de Cebú prepararon a los oficiales de la Armada de la Especiería: les invitaron a un banquete que resultaría una trampa mortal para los europeos.

Tras este desastre las tres naves supervivientes de las cinco originales (las naos Victoria, Concepción y Trinidad) abandonaron aquella malhadada isla y llegaron hasta Bohol, donde decidieron destruir -por el procedimiento de prenderle fuego- a la nao Concepción, muy maltrecha, trasladando su tripulación y su carga a las dos naves restantes. 

La Trinidad y la Victoria, únicos buques que quedaban de la Flota de la Especiería, llegaron a la isla de Borneo el 8 de julio; allí se hizo a los navegantes un gran recibimiento narrado por Antonio Pigafetta en su “Crónica” con todo lujo de detalles, tras lo cual ambos barcos retornaron a las Islas Filipinas.

Una vez allí Gonzalo Gómez y Juan Sebastián de Elcano asumieron el mando de la expedición, momento a partir del cual la misma recobraría su objetivo inicial: la búsqueda de las especias, abandonando los afanes exploratorios que les habían guiado en los últimos tiempos de su navegar por las islas del Extremo Oriente. 

Ambas naos supervivientes, la Trinidad y la Victoria, pusieron rumbo al sureste desde el archipiélago filipino llegando el 7 de noviembre de 1521 a la isla de Tidore, que forma parte del conjunto de las islas Molucas. 

Transcurridos dos años largos desde su partida de las orillas de Sanlúcar de Barrameda, la expedición (o lo que a esas alturas iba quedando de la misma) alcanzaba por fin las tan afamadas Islas de las Especias, para gran alegría de los expedicionarios pues habían conseguido, contra viento y marea, llegar a las tierras donde les esperaban las ansiadas especias que tanto buscaban, esas mismas especias que habrían de reportarles unos enormes beneficios una vez que regresasen a Europa. 

Cuando aún no llevaban una semana en Tidore, el 13 de noviembre, llegó hasta dicha isla un barco comandado por el portugués Alfonso de Lorosa quien les puso al tanto de que el rey de Portugal había enviado algunos buques para dar caza a Magallanes al tiempo que otras embarcaciones portuguesas se habían sumado a dicha búsqueda desde Malaca esperando localizarles e interceptarles en las Islas de las Especias. 

A resultas de dicha información los expedicionarios hubieron de apresurar sus faenas y trabajos de manera que ya el 18 de diciembre se encontraban en disposición de hacerse a la mar. 

Así mismo mantuvieron una junta (una reunión) de capitanes en la que se tomaría una decisión que habría de resultar fundamental: la nao Victoria, bajo el mando de Elcano, intentaría llegar hasta España navegando hacia Occidente y completando de ese modo la Vuelta al Mundo tratando de evitar recalar en tierras controladas por los portugueses.

De otra parte, la nao Trinidad, más maltrecha que la Victoria, intentaría retornar hasta Europa siguiendo el camino que les había conducido hasta la Especiería, esto es, navegando por el océano Pacífico y volviendo a cruzar el Estrecho de Magallanes pero en esta ocasión desde el Oeste hacia el Este, y remontando el Atlántico de Suroeste a Noreste.

Sería imposible: las condiciones de la nao y las propias características y naturaleza de las corrientes a las que debía enfrentarse hicieron inviable esta navegación de la Trinidad, que al cabo terminaría cayendo en manos de los portugueses tras no poder llevar adelante su viaje de retorno a España por la vía del Pacífico, sólo realizable para este tipo de embarcaciones por la ruta septentrional (el “Tornaviaje”) que descubriría, algunos años más tarde, el marino y explorador vasco Andrés de Urdaneta.

Juan Sebastián Elcano zarparía de la isla de Tidore el día 21 de diciembre de 1521 tras haber aligerado de peso la Victoria,  habiendo dejado en dicha isla a algunos de sus marineros y embarcado solamente a 47 tripulantes en la nao; de ese modo daba comienzo la que habría de ser una muy ardua travesía sin escalas a través del Índico y el Atlántico hasta que regresaron a las playas de Sanlúcar de Barrameda, en las mismas bocas del Guadalquivir que les vieron encarar su viaje a finales del verano de 1519. 

Elcano llevaría la nao Victoria tan lejos como le fue posible de las rutas de navegación portuguesas a lo largo de su épica singladura: cruzaría el océano Índico, doblando el Cabo de Buena Esperanza y navegando por el Atlántico meridional y central lejos de la costa africana para finalmente recalar en las islas de Cabo Verde, donde la precariedad de las circunstancias en las que se hallaban les obligaron a detenerse. 

Víctimas de la sed, del hambre y de los múltiples y durísimos padecimientos causados por las enfermedades, atenazados de nuevo por el terrible escorbuto, recalaron en las africanas islas de Cabo Verde, territorio luso, donde estuvieron a punto de que los portugueses (que capturaron a algunos de los marinos de la Victoria…) lograsen truncar por completo la expedición; allí descubrirían haber ganado un día al haber navegado de continuo en dirección a occidente. 

Habiéndose zafado in extremis de los portugueses de Cabo Verde, Juan Sebastián de Elcano continuaría su azarosa singladura con los pocos marinos que le restaban hasta que finalmente el 6 de septiembre de 1522 la nao Victoria llegó a las playas de Sanlúcar de Barrameda, completando de ese modo la aventura de la Primera Circunnavegación del planeta.De ese modo, sería la misma Sanlúcar de Barrameda que viera zarpar a los cinco buques de la Armada del Maluco el 20 de septiembre de 1519 la que vería, tres años más tarde, el seis de septiembre de 1522, regresar a esa misma nao Victoria tripulada por 18 marinos -auténticos fantasmas en vida- supervivientes y triunfantes tras haber conseguido culminar y protagonizar una de las sin duda mayores y más azarosas aventuras de la Historia de la Humanidad; la I Vuelta al Mundo.

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