Apuntes de Historia CCCXCIII

Articulos, Cultura, Manuel Jesús Parodi

Manuel Jesús Parodi Álvarez.- Sanlúcar y la manzanilla en Armando Palacio Valdés X.

Desde hace ya unas semanas venimos centrando nuestra atención en los párrafos de la novela “La hermana San Sulpicio”, del asturiano Armando Palacio Valdés (Laviana, Asturias, 1853 – Madrid, 1938), en los contenidos de dicha obra que guardan relación con Sanlúcar y con el vino sanluqueño por antonomasia, esto es, la manzanilla. 

A decir verdad, y como venimos viendo, el grueso de las referencias vinculadas con Sanlúcar de Barrameda contenidas en este libro están relacionadas con la manzanilla, que es mencionada en no pocos momentos de la trama narrativa de la novela, apareciendo en muy distintos contextos sociales, económicos y aun geográficos; así, por ejemplo, se cita su consumo en Sevilla y en Madrid y su presencia, cuando menos puntual, en Barcelona, y todo ello en la España de finales del siglo XIX (pues la trama de la obra es contemporánea a la publicación de la misma, siendo su primera edición la de 1889).

En todos y cada uno de los artículos de esta serie señalamos que la edición que manejamos de esta novela es la publicada por Orbis-Fabbri en 1994 en Barcelona (ISBN 84-402-1663-7 y Depósito Legal B-523-1994); el volumen (de esa edición) tiene un total de 286 páginas, comenzando el texto de la obra propiamente dicho en la página 5 de dicha referida edición de 1994 que obra en nuestro poder y que es la que venimos empleando como base para estos párrafos.

Retomando la materia de nuestro interés, apuntaremos que considerábamos en los precedentes artículos algunas menciones que aparecen en la obra a las “cañas” (esto es, los vasos de caña) en relación con la manzanilla, y aun cabe decir (como ya señalamos con anterioridad) que como referencia absoluta a la propia manzanilla, produciéndose una identificación entre continente (la caña o vaso de cama) y contenido (la manzanilla), una común identidad que existiría en el imaginario colectivo de la España de la época de la redacción y aparición de esta novela, como decimos, entre “caña” y manzanilla.

A pocos se les escapa que hoy día, sin embargo, cuando se habla de “cañas” en el conjunto de España lo que aparece automáticamente en la imaginación de casi todos es la palabra “cerveza”; quizá ello sea simplemente señal y signo de los tiempos, quizá sea muestra de pérdida de referentes e identidad en lo que nos atañe más directamente (con lo que ello puede llevar aparejado de desnaturalización, acaso, de estandarización, no siempre cosa positiva…), con una manzanilla que, se diría, se sirve y se bebe cada vez menos en los tradicionales vasos de caña y cada vez más (cada cual tendrá sus razones, motivos y explicaciones para ello) en otros continentes, caso de los (ya tradicionales, parece) catavinos o aun de copas de vino de mayor dimensión y distinto formato y dedicación primera.

Hablábamos de “cañas” y de “bolos” (cañas llenas hasta la boca), y citábamos al escritor y corógrafo sevillano Luis Montoto al respecto de la explicación de la naturaleza de dichos “bolos”, en lo que parece apoyarse el asturiano Palacio Valdés para tomar dicha explicación (esto es, la de que los “bolos” son “cañas” llenas hasta la gola, como señala el sevillano Luis Montoto y Rastentrauch, contemporáneo -por cierto- del autor de “La hermana San Sulpicio”) e incluirla en su paisaje, tan costumbrista, de referencias a la manzanilla y sus vasos, un paisaje, por cierto, ambientado en la Sevilla de finales del siglo XIX (bajo la regencia de la reina María Cristina de Habsburgo, viuda del rey Alfonso XII y madre y regente del niño-rey Alfonso XIII, nacido en 1886.

Retomando nuestra argumentación donde la dejábamos hace un par de semanas, señalaremos que en la página 241 de la edición que manejamos de esta novela (donde nos quedábamos al tratar de los contenidos sanluqueños) se emplea el término “ajumado”, en relación con lo cual ya escribíamos en el anterior artículo de esta serie.

De este modo, cuando en un determinado momento de la trama (recogido en la referida página 241 de esta edición de la novela) se afea al protagonista masculino de la obra su demasiado beber, haciéndole ver que corre el peligro cierto de emborracharse, éste responde a dicha recriminación lo siguiente: “A mí no ha conseguido emborracharme nadie jamás. Prepara el Guadalquivir de manzanilla si deseas verme ajumado”. 

Consultado el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), vemos que el mismo señala lo siguiente al tratar sobre el significado de “ajumarse” (verbo del cual la palabra “ajumado” es el participio): “1. prnl. emborracharse (beber hasta trastornarse los sentidos)”.

Indica además el DRAE que dicho verbo reflexivo (“ajumarse”) tiene relación con términos como “juma” y “jumera”, los cuales en el Caribe (caso de Costa Rica y Venezuela, como se indica, pero no solamente en dicho ámbito geográfico y cultural) significan “borrachera”, como sucede igualmente en nuestro contexto del Golfo de Cádiz (cuando menos, como decíamos precedentemente, en los ámbitos de la desembocadura del Guadalquivir y de la Bahía gaditana), donde -decíamos- quien más quien menos conoce (con mayor o menor intensidad y cercanía) los referidos términos…

Pero no queda ahí la cosa, sino que, si nos fijamos bien, veremos cómo esta singular y particularísima frase reúne en su seno conceptos y términos como “Guadalquivir, “manzanilla” y “ajumado”, todos los cuales forman parte del acervo cultural y aun identitario de aquellos que habitamos en la desembocadura del antiguo río Baetis.

Resulta llamativo, cuando menos, que el asturiano Palacio Valdés recurra a construir una imagen como la que expresa dicha frase: “Prepara el Guadalquivir de manzanilla si quieres verme ajumado”, en la que se resumen y reúnen varios lugares comunes, como por ejemplo el que un gallego, el protagonista de la novela, quiera exagerar tanto encontrándose rodeado de andaluces, a los que trata de imitar renegando de continuo en la novela respecto a su propio origen gallego (como hace en la propia situación de la trama a la que pertenece dicha frase).

En cualquier caso, este gallego trasplantado por accidente al Sur no vacila en recurrir a la imagen hiperbólica del Guadalquivir convertido en una corriente de manzanilla para hacer ver que a él es poco menos que imposible verlo ajumado…

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