En el Candelero

Enrique Romero Vilaseco

Enrique Romero Vilaseco.- Vaya por delante que estoy de acuerdo con la separación de la Iglesia y el Estado. Me parece bien que en la declaración de la renta exista una X a favor de la Iglesia Católica, de esta manera los que libremente elijan marcar dicha X están, de algún modo, financiando su fe religiosa. Igualmente debería ocurrir para los sindicatos, partidos y patronal, que ninguna de estas asociaciones reciban la más mínima subvención del Estado. Dicho todo esto, voy al tema en cuestión.

            Desde el pasado 17 de junio, fecha en la que se constituyó el nuevo Ayuntamiento, han pasado innumerables acontecimientos en nuestra ciudad. Hoy sólo me voy a dedicar a un tema concreto, ya habrá tiempo en próximos artículos abarcar otros asuntos relacionados con la política municipal.  

                       “La conversión de la alcaldesa” es una cuestión que llevaba cierto tiempo  por comentar en mi sección de “En el Candelero”. Entrecomillo el título del artículo para que no caigan en el error de pensar que nuestra alcaldesa, comunista confesa, activista y atea por los 4 costados, se nos haya vuelto cristiana, católica, apostólica y romana, nada más lejos de la realidad. Carmen Álvarez Marín, nuestra primera edil, no está teniendo suerte en lo que llevamos de mandato. Después de esperar y anhelar durante 36 años que el comunismo gobernara en Sanlúcar, se está topando con la casualidad de la proliferación de procesiones que vienen celebrándose, un fin de semana sí y otro también, en nuestra ciudad. Le ha tocado muchas salidas extraordinarias y hasta el otorgamiento de la Medalla de Oro de la Ciudad a Nuestro Padre Jesús Nazareno. 

                   Nuestra simpar alcaldesa fue duramente criticada desde la tribuna pregonera en el pasado Pregón dedicado a Nuestra Señora de la Caridad. El joven exaltador censuró, desde el atril, la incomparecencia en dicho acto de la alcaldesa. En las redes sociales y concretamente en Facebook, defendí la postura que tomó  Carmen Álvarez. Soy de los que piensa que todo aquel político que milita en un partido pro abortista, pro eutanasia, que se declara laico y anticlerical, no haga el paripé de asistir a actos de índole cofrade y menos religioso. La coherencia ante todo y las ideas claras. Aplaudí su postura en ese momento, pero todo se  me vino abajo cuando observo que en el anuario que cada año publica la Hermandad de la Caridad, me topé con un artículo de la señora alcaldesa. Mi gozo en un pozo. Pero eso no fue todo, resulta que nuestra inefable alcaldesa se coló la mañana de la Función Principal de nuestra patrona y tuvo un encuentro con el obispo de la diócesis de Jerez,  José Rico Pavés. Ignoro si en el saludo protocolario, nuestra querida Carmen Álvarez, besó el anillo obispal. Tras el encuentro entre la máxima representante de la ciudad y el mandatario de nuestra diócesis, la alcaldesa, ni corta ni perezosa, llevó a cabo una especie de mitin, así a modo de panegírico, delante de los micrófonos y de la tele de la ciudad. Nunca pensé que iba a ser testigo de tal acontecimiento.

                 Pero el asunto no quedó ahí, y para que su partido no perdiera protagonismo, envío dos representantes de Izquierda Unida al cortejo de la procesión del 15 de agosto. Otra sorpresa inesperada. 

                 Para más inri el Pleno del Ayuntamiento por unanimidad va y concede la medalla de oro de la ciudad, como dije anteriormente, a Nuestro Padre Jesús Nazareno y hete ahí, que llegado el día de la entrega de dicha medalla vemos a la alcaldesa fotografiada delante del paso del Señor de la “Madrugá”. ¡Insólito!. Lo que hay que tragar para no perder votos y contentar a la parroquia, nunca mejor dicho. Vamos, que a este paso (del verbo pasar) no descarto ver a Carmen Álvarez ataviada de mantilla y traje negro tras el paso del Santo Entierro el próximo Sábado Santo. Así se congracia con todos los cofrades y al mismo tiempo recuerda una efeméride que seguro guarda en su memoria. Pues no en vano, fue un Sábado Santo de 1977 cuando el Partido Comunista de España fue legalizado.

                      Sé que muchos, cuando lean este artículo, objetarán que la alcaldesa representa a todos los sanluqueños y por tanto es normal que reciba a las distintas hermandades,  que sea quién entregue la medalla de oro, que escriba en el boletín de la Hermandad de la Patrona y bla, bla, bla. Ante eso tengo que argumentar lo siguiente:

  • Cuando votamos en las elecciones municipales no estamos eligiendo directamente al alcalde o la alcaldesa en cuestión.
  • Lo que en realidad elegimos son concejales, en un total de 25.
  • Son los concejales los que luego eligen al alcalde entre los cabezas de lista de los diferentes partidos.
  • Dichos partidos se organizan en Grupos Municipales, normalmente cada partido se erige en el susodicho Grupo Municipal con su propia denominación. Pero no tiene porque ser así, ya que un concejal del PSOE puede unirse a otro Grupo Municipal  y viceversa. Lo hemos visto recientemente en el Congreso de los Diputados y en el Senado.
  • Es cierto que el alcalde o alcaldesa representa a todos los sanluqueños (es lo que se dice, aunque personalmente yo no me sienta representado por esta alcaldesa), pero esa premisa también sirve para todos y cada unos de los 25 concejales del Ayuntamiento.

                           ¿ Dónde quiero llegar con este planteamiento ?, pues muy sencillo. Carmen Álvarez Marín lleva de concejala desde 2015, luego desde esa fecha representaba igualmente a todos los sanluqueños aunque pertenezca al Grupo Municipal de Izquierda Unida. Pues bien, en su etapa de concejal la señora Carmen Álvarez mostró su total rechazo al mundo de la religión católica y a las cofradías, llegando a manifestarse en contra de las imágenes en la vía pública como monumento y en la calle, defendiendo que éstas tienen que estar dentro de los templos. La fotografía que ilustra este artículo da fe de ello.

                           En definitiva, que nuestra alcaldesa ha cambiado de opinión, pero no se crean ustedes que ha visto la luz y se ha convertido cual Saulo caído del caballo camino de Damasco, ¡para nada!, en su fuero interno ella sigue siendo tan laica y anticatólica como el primer día. Lo único que ocurre es que tiene a su segundo de a bordo, el señor Víctor Mora, que le comía la “tostá”, y que se desenvuelve como pez en el agua en el mundo capillita. Y claro, eso no lo puede permitir, porque si lo deja actuar libremente en unas próximas elecciones lo mismo vuelve ella a la oposición, ya que un gran sector de la población, la cristiana y cofrade, puede votar por el del puño y la rosa. Partido tan anticatólico y anticlerical desde su fundación como el PCE, pero que suele mimetizarse muy bien con el paisaje.

Enrique Romero Vilaseco

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