Es la Sanidad
Fernando Cabral.-Todo hace pensar que la situación de la sanidad pública se va a convertir principalmente en el tema central de debate capaz de quitar o poner gobiernos en las distintas autonomías que en el próximo mes de mayo hay elecciones. Paradójicamente, éste es parte del problema y de la solución de la Sanidad Pública.
Es comprensible que los sanitarios reivindiquen mejoras en sus condiciones laborales que, sin duda, redundarán en la mejora del servicio que prestan. Justas reivindicaciones que hay que atender, pero el problema de la sanidad pública es de un mayor calado, es un problema estructural que afecta a la globalidad del sistema sanitario con independencia del color político del gobierno autonómico, si bien es cierto, que en aquellas donde gobierna el PP el problema es más acusado. Aunque pretendan paliar el conflicto laboral con acuerdos contrarreloj con los agentes sociales, el problema de fondo sigue estando ahí, porque a nadie le interesa afrontarlo de manera decisiva.
El deterioro de la sanidad pública se ha ido larvando paulatinamente desde que fueron transferidas las competencias a las comunidades autónomas. Hay un principio insoslayable que dice que “El óptimo de las partes no garantiza el óptimo de todo”. Esto es en gran medida lo que está pasando con la sanidad pública, la gestión autonómica de la sanidad no ha mejorado el todo del sistema sanitario español. Además, el óptimo de las partes no se ha perseguido, unos por incapacidad e ineficacia y otros por decisiones e intereses ajenos al interés general. De tal manera que el sistema de salud público ha dejado de ser potente y perder, en gran medida, su carácter cohesionador al ser troceado en 15 partes muy desiguales.
La raíz de todos los problemas de la sanidad pública española está en una deliberada infrafinanciación, teniendo un gasto público sanitario muy bajo, para justificar una cada vez mayor privatización de servicios sanitarios. El despilfarro de recursos alimenta la voracidad de los empresarios de la Sanidad Privada, que quieren ver crecer más aún sus cuentas de resultados a costa del consentido deterioro de la sanidad pública.
La tendencia liberal, cuyo modelo es EE.UU., que unos predican activamente (PP) y otros abrazan sin reconocerlo (PSOE) de que la sanidad privada atienda al 25%, ciudadanos de mayor poder económico, y la sanidad pública al 75% restante, ni siquiera está funcionando, ya que este 75% es el que está viendo recortado gravemente la cantidad y calidad del servicio sanitario.
Las limitaciones e insuficiencias de nuestro sistema sanitario no han merecido respuestas solventes de quienes tienen la mayor responsabilidad de solucionarlos. Presos del pánico electoral, los responsables políticos intentan taponar los agujeros creados por ellos mismos y buscan en la dualidad pública-privada lo que no son capaces de gestionar directamente en la sanidad pública.
Los problemas de nuestra sanidad no tienen solución a corto ni a medio plazo y requieren de responsables políticos capaces de ver más allá del cortoplacismo electoral y diseñar líneas de acción estratégicas para dar soluciones coherentes a los problemas más acuciantes. Quedarse en paliar tan solo el conflicto laboral es poner paños calientes que, en modo alguno, va a solucionar el problema de fondo del sistema sanitario público español. En España hay recursos suficientes para mejorar la sanidad pública. El que no se haga se debe a causas políticas, no económicas.
La sanidad pública está en el centro del debate y los ciudadanos no podemos consentir que nos distraigan con señuelos populistas y con problemas inventados. Mayo está cerca, los ciudadanos debemos saber discernir entre los que propongan más de lo mismo, los que propongan cambiar algo para que nada cambie y los que de verdad quieren hacer de la sanidad pública un derecho universal de calidad.