«La actitud de nuestra alcaldesa ayer dando la cara personalmente ante una manifestación de protesta convocada a raíz de desafortunadas declaraciones de una de sus correligionarias no merece sino respeto y admiración»

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Prometió diálogo y ha dialogado, pese a los sectores que entraron a degüello, esos que hablan de colaboración y escupen bilis a las primeras de cambio, quizás porque no sepan el significado de esa palabra ni pretendan otra colaboración que las de sus medramientos y negocios. Ya sabe la corporación municipal y en especial Carmen Álvarez a qué clase de oposición se va a enfrentar: maliciosa, torticera, ansiosa por hacer descarrilar los proyectos antes de que echen a rodar. No son desde luego blancas palomas de la paz, sino maliciosos cucos ansiosos por vivir a costa de los demás. Impacientes han arremetido a las primeras de cambio en un ejercicio de absoluta deslealtad. Lo que desde luego no excusa las desdichadas declaraciones antes referidas. Carmen dando la cara, excusándose en nombre de su compañera y apelando con firmeza a la comprensión y buena voluntad de los trabajadores de la limpieza, que son también ciudadanos, ha demostrado en este temprano y oportunista envite que no solo está investida de la autoridad del cargo que ostenta sino de una más importante aún, la autoridad moral. Las dos unidas, la autoridad legal y la moral, harán sin duda de Carmen, una gran alcaldesa, a la que los defensores del buen gobierno y la honestidad deberemos defender, pues acechanzas, zancadillas, envidias y calumnias no faltarán.

Cristóbal Puebla.

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