Apuntes de Historia CDLX
Manuel Jesús Parodi.-Reflexiones sobre los valores positivos del Patrimonio Cultural
Uno de los compromisos sin duda fundamentales de una sociedad libre y crítica es el de dotarse a sí misma de herramientas culturales que permitan a la ciudadanía un mejor acceso a la información y al conocimiento, dotando al cuerpo social de unas mejores condiciones, de unas mejores bases, para seguir construyendo un entorno más crítico y justa y precisamente por ello más libre, algo cada vez más necesario.
La divulgación del conocimiento, de la Cultura, de la Historia, de los valores del Patrimonio Histórico y Cultural (y del Natural) y la defensa de dichos valores son, de este modo, algunas de las tareas esenciales en la construcción de una Sociedad más libre y más crítica, pues cabe en este sentido incluso señalar que la socialización del conocimiento es tanto un deber de las administraciones públicas como un derecho de los ciudadanos, y una responsabilidad de éstos.
El conocimiento es, y como tal debe ser considerado, como uno de los principales capitales de la ciudadanía, como uno de los principales capitales sociales a disposición del ciudadano, y en su difusión ha de empeñarse tanto la administración como la propia ciudadanía.
En ese sentido, como sabemos, las administraciones locales han de esforzarse en la tarea de difusión de la Historia de la propia población desde la perspectiva y con el ánimo de la socialización del conocimiento, de la extensión de los valores de este capital social que es el conocimiento, teniendo como referente fundamental y como elemento vertebrador de este proceso el valor positivo del Patrimonio Cultural como elemento identitario, como fruto, reflejo y consecuencia del devenir de la propia ciudad y su comunidad en el tiempo, esto es, como manifestación del ser de la ciudad en la Historia.
La acción de trabajo a sostener por una administración local en torno al Patrimonio Cultural de la población debe necesariamente partir de la base de la Cooperación institucional y social, pudiendo articularse el desarrollo de contenidos de dicha línea de trabajo a través de acciones y programas (con especial atención a los de naturaleza divulgativa de cara a la socialización del conocimiento) de diversa naturaleza, unos programas algunos de los cuales pueden desarrollarse a lo largo de todo el año, mientras otros pueden centrar su ámbito de actuación en determinados momentos del año estando acaso vinculados a determinadas efemérides o a una posible estacionalidad acorde con las mismas características de dichos programas y acciones en cuestión.
De este modo, las perspectivas de la cooperación institucional y de la divulgación han de constituir dos de los pilares esenciales de la acción de una administración de cara al desarrollo de una gestión patrimonial, buscando en todo momento aunar y armonizar la acción interior (defender el Patrimonio de y en la ciudad) y la exterior (defendiendo al Patrimonio de la ciudad -y por tanto a la propia ciudad misma- en el exterior de la misma).
Un factor que puede ser considerado como una fortaleza en el contexto local e interno de una ciudad es la existencia de un potente tejido social y cultural articulado en un contexto de carácter asociativo, un tejido social que desarrolle habitualmente actividades culturales ya sea en solitario (sin apoyo o respaldo de las administraciones), ya sea de la mano de la cooperación con la administración local de la ciudad (y no sólo de la administración local).
Un panorama local será sin duda más complejo pero a la vez más rico cuando sean numerosas las entidades, colectivos, asociaciones y fundaciones de naturaleza cultural que trabajen no sólo en el campo de la divulgación cultural en general sino en lo relativo a la socialización del conocimiento en material patrimonial en particular, desarrollando acciones a lo largo del año que ayuden a la sensibilización del cuerpo social local en el ámbito general de la Cultura así como en lo específicamente relativo a la difusión de los valores del Patrimonio Cultural e igualmente en lo que tiene que ver con la conservación del mismo.
De este modo la absoluta mayor parte de las acciones que se generen y desarrollen desde el cuerpo social de una ciudad en materia cultural y especialmente en lo referente al Patrimonio Cultural de la misma (singularmente las surgidas de la cooperación activa de los colectivos culturales entre sí y de éstos con la administración local), redundará en beneficio del cuerpo social y del estado del conocimiento y la sensibilidad de la ciudadanía respecto al Patrimonio, lo cual a su vez redundará al mismo tiempo en beneficio de las acciones emprendidas.
No cabe bajo ningún concepto pasar por alto el peso que tiene en el ámbito de la difusión y gestión patrimonial el trabajo que se realice desde las administraciones locales en colaboración con los centros escolares de la localidad, con la comunidad escolar de la ciudad, ya que el tejido escolar es fundamental de cara a la conformación de las señas de identidad de toda ciudad así como con vistas a la formación integral de una ciudadanía crítica, consciente y responsable, que pueda llegar a hacerse cargo (como tal cuerpo social, como tal ciudadanía consciente y responsable) de sus propios deberes y derechos cívicos en materia patrimonial en lo que atañe y respecta a la conservación del Patrimonio, ejerciendo dicha ciudadanía sus derechos y deberes y reclamando y exigiendo a las administraciones (a todas) el cumplimiento de las responsabilidades, deberes y obligaciones de dichas administraciones en materia de protección, conservación, investigación y divulgación del Patrimonio Cultural y Natural de la localidad, así como impulsando activamente la cooperación de la administración local con las administraciones de su entorno y con las administraciones superiores (comarcales, provinciales, autonómicas, estatales, internacionales).
La comunidad educativa de una localidad, así pues, es de capital relevancia (como el tejido asociativo -y especialmente el de carácter cultural- de un contexto local) al estar la misma configurada esencialmente por el segmento más joven de las ciudades al tiempo que entre sus integrantes se encuentran tanto los estudiantes como el conjunto de la mayor parte de las familias de una población, además del elemento docente, todo lo cual hace que resulte fundamental la involucración activa (no sólo pasiva, con la comunidad como simple recipendiaria de acciones y actividades organizadas por otros) de este segmento educativo en el desarrollo de las tareas de gestión cultural y patrimonial en una ciudad determinada.