Apuntes de Historia CCCXLVI
Las bodegas de manzanilla, Patrimonio Industrial exclusivo de Sanlúcar de Barrameda
Manuel Jesús Parodi.-Decíamos hace unos años, cuando en primera instancia en 2015 nos aproximábamos a esta cuestión (y cuando hemos retomado la cuestión en diferentes ocasiones con posterioridad), que uno de los más importantes activos patrimoniales de nuestra ciudad (y no solamente en lo que se refiere al Patrimonio Inmaterial) sin lugar a dudas es el que tiene que ver con el tan rico, singular y amplísimo universo de los vinos sanluqueños, un universo en el cual reina por excelencia la igualmente la singular y exclusiva Manzanilla de Sanlúcar.
Hablar de nuestros vinos, de la manzanilla, de su crianza, su comercialización y su consumo, no es sólo hablar de una actividad económica desde la perspectiva, de la producción y del mercado: significa también detenerse a considerar una manifestación cultural, una forma señera de cultura que hunde sus raíces en nuestras más antiguas tradiciones, íntimamente vinculada con nuestro ser, con nuestra identidad más acendrada, con esencias que se remontan a miles de años atrás.
La cultura del vino tiene que ver con la producción y comercialización, en efecto, si bien cuenta entre sus perfiles con aspectos como los enológicos y la gastronomía, así como con la Historia, con el Patrimonio Histórico Monumental que constituyen las bodegas, unas bodegas que en algunos casos se erigen como auténticas catedrales del vino (de lo que contamos con relevantes ejemplos locales).
Las bodegas históricas sanluqueñas, verdaderos templos de la enología y del vino, santuarios de la manzanilla, son un espléndido ejemplo de arquitectura histórica industrial, representando un singular y notorio botón de muestra, un ejemplo original y autóctono de Patrimonio Industrial que forma parte de nuestro imaginario colectivo, del corolario de nuestras señas de identidad formando parte del paisaje urbano histórico sanluqueño.
Como señalamos ya en su día, se considera Patrimonio industrial el conjunto de elementos de explotación industrial que se genera a partir de las actividades económicas de cada sociedad, un conjunto que obedece y responde a unos procesos de producción determinados y a un sistema tecnológico específico relacionado con la mecanización en el seno de un sistema socioeconómico dado.
En Sanlúcar de Barrameda, por ejemplo, contemplada como contexto específico de este Patrimonio industrial bodeguero, es posible observar que los antedichos requisitos se cumplen plenamente, de forma que es posible hablar de las bodegas no sólo como tipología edilicia (la manera en que casi exclusivamente se ha hecho hasta el momento, una aproximación parcial e incompleta como la que encontramos en la bibliografía ad hoc, caso de algunas publicaciones –incluso de algunas de carácter esencialmente costumbrista), sino (y siguiendo los patrones de estudio y análisis actuales, que trascienden de lo exclusivamente formal) como caso y ejemplo de Patrimonio Industrial andaluz de pleno derecho, y de especial relevancia por su singularidad como espacios y como continentes así como por la singularidad del producto estrella de las mismas, la manzanilla.
De este modo volveremos a señalar que los únicos ejemplos del Patrimonio Industrial bodeguero de España en los que se produce manzanilla son tan solo, justa y precisamente, las bodegas de Sanlúcar de Barrameda, lo que las hace a éstas aún más singulares y no sólo por sus formas (los continentes), sino por la crianza de los caldos sanluqueños, especialmente de la manzanilla (esto es, por su exclusivo contenido, relacionado con el Patrimonio Inmaterial).
Es una idea de corte generalizado en la ciudad la de que el Patrimonio arquitectónico bodeguero (ese singularísimo ejemplo de Patrimonio Industrial con el que sólo cuenta Sanlúcar ya que no hay bodegas de manzanilla fuera de Sanlúcar) no ha sido suficientemente puesto en valor en relación con la evolución histórica de Sanlúcar en épocas moderna y contemporánea (especialmente desde el siglo XVIII), ni como seña de identidad propia, siendo como es el espacio único de crianza de nuestros vinos y especialmente de la manzanilla, y siendo igualmente un elemento destacado y singular del paisaje patrimonial sanluqueño.
Tampoco han sido (ni son) consideradas las bodegas sanluqueñas como ejemplo de un modelo de Patrimonio Industrial fruto de una singular revolución industrial íntimamente vinculada con el vino y su comercio en el extranjero, en los mercados internacionales, europeos y extraeuropeos, especialmente desde el siglo XIX (un comercio que se produce desde mucho antes del Ochocientos, como testimonia por ejemplo la calle de los Bretones del casco histórico desde fines de la Edad Media), algo muy en relación con algunos aspectos esenciales de Sanlúcar de Barrameda.
Ello ha sido así quizá al haber primado más la atención hacia los aspectos más directamente relacionados con la arquitectura y con conservación de las bodegas como parte de un Patrimonio histórico-cultural entendido más como todo un conjunto monumental identitario y reflejo de una evolución histórica general, no viéndose suficientemente considerados los edificios bodegueros como un elemento singular y como un modelo, tal y como venimos señalando, de Patrimonio Industrial por lo que atañe a la manzanilla exclusivo de Sanlúcar de Barrameda; un Patrimonio que es además testimonio de una época más reciente respecto a otros jalones de nuestro Patrimonio Histórico, una época directamente relacionada con nuestras formas de vida, con nuestra identidad y con nuestro imaginario colectivo local.
Es oportuno señalar en lo que se refiere a las bodegas de manzanilla como Patrimonio Industrial exclusivo de Sanlúcar de Barrameda que, en lo que se atañe a su consideración general, se trata de un terreno más feble que el de nuestro Patrimonio Histórico y Cultural considerado en términos generales, ya que este último se ha consolidado como un valor positivo para el cuerpo social habiéndose convertido en un bien en sí mismo, en un bien en términos absolutos, algo de lo que aún carece el Patrimonio industrial, que se muestra todavía lastrado por una relativa incomprensión por parte del cuerpo social, algo que lo debilita, lo hace frágil y no facilita precisamente su mejor comprensión y valoración por el gran público.
Nuestras bodegas de manzanilla, en resumen, son un verdadero ejemplo de un Patrimonio único en el conjunto del Patrimonio Industrial de Andalucía y de España; no son sólo bodegas de vino: son bodegas de manzanilla, y ello las hace singulares, únicas, exclusivas de Sanlúcar de Barrameda.
Y como tal realidad única merecen ser consideradas.