Valencia

Articulos, Cultura, José Antonio Córdoba

José Antoio Córdoba.-El ser humano se piensa superior a todo, hasta que ese «todo» hace acto de presencia para recordarnos lo frágil e indefensos que somos. En esta ocasión, la naturaleza nos ha demostrado que podemos disponer del mejor centro comercial, del mejor coche, de la mejor casa, de estatus privilegiado, pero por encima de todo está ella en sus múltiples facetas, en este caso la hemos llamado Dana.

Valencia ha sido testigo in situ del poder de la naturaleza. Una naturaleza que no distingue entre colores políticos, estatus social, edad o sexo. Una naturaleza tan hermosa como devastadora.

Es triste que el ser humano aprenda a base de la muerte de seres queridos, amigos o incluso desconocidos. Pero aún así, nos pierde nuestro ego, nuestra prepotencia al sentirnos superiores a los elementos que rigen este planeta, y no me refiero a ningún gobierno, incluso por muy en la sombra que se pretendan.

Valencia es una de las mayores catástrofes con la que deberemos de convivir los españoles, llorando a los seres queridos, y resoplando con aquello que podríamos haber hecho para que esto no hubiera pasado, pero el punto, es que ya pasó en el 57, pero con el paso de los años y de los gobiernos, no se aprendió para remediar o paliar lo que en estos días se ha vivido en Valencia.

Cuando la erupción del Volcán de La Palma, alegué que como isleño, sabía dónde había nacido, no solo yo, sino los miles de personas que viven en islas volcánicas y que cada día que sale el sol y el volcán en cuestión no ruge, es un día para dar gracias a Dios, pero que a fin de cuentas, se vive sobre una bomba de relojería. ¡Qué jode, ver como la naturaleza en forma de lava, se apodera de lo que es “tuyo”! ¡Pues sí! Somos humanos y no lo podemos negar.

Volviendo a lo de Valencia, como en otros muchos lugares, la vorágine del ladrillo y la especulación de los políticos llevó a construir dónde jamás se debiera haber permitido. Así como, en su defecto, tampoco se han acometido proyectos que permitieran a las aguas fluviales discurrir de un modo holgado y seguro para la población. Somos peores que los burros, porque al menos estos, aprenden con los palos, pero a nosotros nos va la marcha.

Pero lo lamentable de todo esto, es ver como las unidades militares, bomberos, Fuerzas de Seguridad del Estado, son obligadas a no hacer nada, por un gobierno, cada vez más corrupto e inepto. Y, ¡ojo!, el mal de Valencia, no ha sido la Dana, ha sido la pasividad del gobierno.

Somos un país con una de las mejores fuerzas armadas que entre sus funciones tienen las de atender situaciones de catástrofes, pero sin embargo, tenemos una ministra de Defensa, que mira más cuál va a ser su menú en el Falcón, que el descolgar el teléfono y dar luz verde a las unidades para actuar en Valencia. Es más, si se hubieran desplegado en las primeras horas de la catástrofe, la situación de los vecinos valencianos hubiera sido menos drástica.

Que países como El Salvador o Francia nos brinden su apoyo y los incompetentes gobernantes, haciendo gala de su ego, las nieguen, deja claro que va siendo hora de que abandonen sus cargos.

Es más, lo sucedido en Valencia debería de ser denunciado antes en los juzgados.

El gobierno al completo debería se acusado de negligencia y genocidio al no haber actuado a razón de las circunstancias, una negligencia que no ha sido por un momento, sino que días después se sigue manteniendo por parte de estos terroristas políticos.

Hace unos días con lo de Errejón, salieron a la palestra abogados que gritaban que, asumían defender a las víctimas de este elemento. Pues bien, a ver cuantos se personan para defender a los damnificados en Valencia, para llevar a ante la justicia española, o mejor sería, a la europea al Presidente del Gobierno, ministro del Interior y, a la ministra de Defensa, pues su incapacidad de gobernar ha tenido como resultado el fallecimiento de cientos de españoles. Es algo que no se debe de dejar pasar.

La historia nos ha mostrado la fuerza del pueblo español, Napoleón lo sintió en sus propias carnes, Hitler se negó a invadir España por miedo a cómo reaccionaría el pueblo español. Y resulta, que ahora tenemos a un mierda, que no solo insulta a los españoles llamándose a sí mismo “Presidente”, sino que además ahora tiene manchadas sus manos con la sangre de los valencianos que han fallecido en esta catástrofe.

España es más que una bandera. España es una raza sin igual. Y así lo están demostrando cada español que se ha desplazado a Valencia. Cada español que ha dedicado su tiempo y dinero en enviar ayuda al lugar. Cada español que de una forma u otra, deja de lado su convicción religiosa, política o social para ayudar a otro. Es esta España unida, la que odian estos politicuchos de la izquierda española.

Todos somos España, todos somos Valencia. No hay valencianos, vascos, andaluces, extremeños, castellanos, solo hay españoles. ¡HONOR y GLORIA a las víctimas!

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