Volviendo a la isla. Galería de personajes ilustres: Ancela Muchatela

Gallardoski

Juan Antonio Gallardo «Gallardoski».- Si en una metafórica batidora de la canción hembra, mezclásemos el desgarro de Chavela Vargas, el delicado quiebro de Violeta Parra, la actitud punki/operística de Nina Hagen y el arrojo cañí de Marifé de Triana, es muy posible que el resultado final de esta explosiva mezcla diera lugar a una cantante como Ancela, Ancela Muchatela, para sus entregadas fans. 

Uso el femenino adrede- ya a estas alturas uno casi todo lo que escribe lo hace adrede- porque Ancela conecta a través de sus canciones, de una manera peculiar con un tipo específico de mujer, contemporánea, libre y fuerte como una loba de esas que, volviendo a Marifé, tienen la risa en los labios y la noche en el pelo. 

Lleva esta mujer décadas pateándose los escenarios de la ciudad y la provincia, emocionando con sus boleros exquisitos y su rocanrol canalla que produce admiración en aquellos que la contemplan, como una diva a la que la suerte no ha querido todavía dedicarle su abrazo de gloria. 

Nadie es profeta en su tierra, esa verdad triste y melancólica se manifiesta con esta artista sanluqueña, que los foráneos cuando han tenido la suerte de asistir a alguno de sus conciertos, ponderan justamente, preguntándose (a mí me lo han preguntado algunos) cómo es posible que Ancela no esté triunfando ya, de una vez por todas, en esa entelequia esquiva que es el mundo del pop. 

Maneja los matices riquísimos de su voz y de su entonación no para cantarnos, que eso cualquiera puede hacerlo (ahí tenéis a la muchacha de la Oreja de Van Gogh, sin ir más lejos, o a todos esos y esas cantarines del gorgorito, tipo Pablo López, delinquiendo intelectualmente sin que nadie les detenga) Ancela nos cuenta historias de labios que en su boca se han posado, de corazones rotos por la ausencia o la traición. De amantes que nada saben de las noches en blanco del deseo, del agua fía que no sirve para nada. Y menos en el invierno. Una escenificación, en definitiva, de los quebrantos y duelos del amor, pero también de su alegría, de su gracia e incluso de la picaresca y el lúbrico juego del olvido. 

De la mano de Rafael Fortes, otro personaje al que la música sanluqueña le debe mucho, y acompañada siempre de músicos excelentes, Ancela ha creado con sus canciones, sus coplas, su definición estética, un repertorio que asombra en ocasiones por su rigor, por su riqueza armónica y por esa pasión arrebatada con la que ella y sólo ella puede interpretar su música. Lo que viene siendo desde que el mundo es mundo una Artista, así con mayúsculas. 

Si a todo esto que hemos contado, le añadimos encima su pelea y su intervención en las nobles causas, su disponibilidad para echar una mano siempre y su generosidad, sumamos a la artista, en el compromiso social. 

Temperamental, a veces hasta la frontera del exceso. Trabajadora incansable, compositora e intérprete, como se ha dicho, talentosa y brillante. 

¿No deberían darle algún reconocimiento oficial en este pueblito nuestro? ¿No se lo merece? 

Aunque fuese para rechazarlo, porque conociéndola es muy capaz. Yo, desde esta humilde tribuna voy a ir proponiendo una lista de personajes sanluqueños ilustres para que se haga realidad esta propuesta. 

Me da cosa, la verdad, porque viniendo de uno y de los contactos que posee entre los poderes fácticos de la capital gastronómica, lo mismo en lugar de buscarle la excelencia, le busco a mi amiga la ruina.

Pero lo que no se dice, será como si no se sintiese y yo, todo esto que acabo de exponer, lo siento desde casi siempre por Ancela Muchatela, Esa artista. 

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