Entender la distinción entre crítica a Israel y antisemitismo: Lo que las derechas no les interesa discernir

Editorial SD, Sanlúcar Digital

S.D. – La cuestión del conflicto entre Israel y Palestina es un tema profundamente complejo y cargado de emociones que se remonta a la misma fundación del estado de Israel. Las opiniones y los sentimientos en torno a este tema son apasionados, fruto de la polarización de la sociedad española, pero es fundamental diferenciar la crítica a las políticas de Israel de cualquier forma de antisemitismo. Es reconocer que criticar las acciones del gobierno israelí no equivale automáticamente a un ataque contra el pueblo judío o a un acto de antisemitismo, y mucho menos a aprobar los asesinatos de Hamás contra civiles indefensos.

Es necesario examinar, aunque solo sea de forma sucinta, los argumentos detrás de esta distinción y por qué es crucial mantenerla clara para no usar el sufrimiento de las víctimas obteniendo réditos políticos. Algunos han pasado del «contubernio judeo-masónico» a ser los adalides de la defensa de los sionistas y sus políticas anexionistas, así como del genocidio en toda regla del pueblo palestino.

La crítica a las políticas del gobierno israelí, particularmente en relación con la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania, no es una crítica a la religión, la etnia o la identidad judía. Se enfoca en las acciones de un Estado y sus decisiones políticas, no en la identidad de su pueblo. Las críticas a estas políticas se basan en cuestiones de derechos humanos, justicia y la aplicación de las leyes internacionales que Israel se pasa por el arco del triunfo cuando le da la gana gracias al derecho al veto norteamericano en las Naciones Unidas. Israel, con 26, es el país del mundo que más resoluciones de la ONU ha desoido en un desprecio continuo a la ONU en los últimos 75 años.

Es crucial, pues, separar al pueblo judío de las acciones del Estado de Israel. La crítica se dirige al gobierno y sus políticas, no a la población en su conjunto. Hacer una generalización sobre un grupo de personas en función de las acciones de su gobierno es injusto y perjudicial, por lo que cualquier crítica al estado hebreo o a la Autoridad Nacional Palestina no lo convierte en un ataque a sus ciudadanos semitas.

La crítica a Israel no implica apoyo a actos terroristas contra sus ciudadanos, pero es una condena a la violencia y el terrorismo ejercidos por su gobierno. Condena masiva del pueblo español y extensiva de sus representante en todo el arco parlamentario que la derecha y ultraderecha, como con ETA, utilizan contra el gobierno de la nación sin reparos avivando el dolor de todas las víctimas.

La búsqueda de una solución pacífica debe estar en el centro de cualquier discusión sobre el conflicto israelí-palestino y solo pasa por el reconocimiento de Palestina como estado y la existencia del estado judío.

Israel, sin embargo, siguiendo la estela de los últimos 75 años, solo responde con la desproporción de la fuerza y sus ataques a la población civil e infraestructuras médicas o educativas, lo que supone una clara violación de las leyes internacionales sobre la guerra y la protección de civiles. Los más de doscientos judíos secuestrados justifican los más de 6000 palestinos y palestinas muertos, 2000 de ellos niños y niñas que murieron bombardeados desde el aire y posiciones cercanas a la frontera.Miles son ya las bombas que ya han caído sobre suelo gazatí. Estos horrores deben abordarse con firmeza por la comunidad internacional porque el límite del sufrimiento de la población civil gazatí y cisjordana puede convertir la región en una seria preocupación mundial con actores árabes y musulmanes contra un país que cuenta con arsenal nuclear.

La comunidad internacional, incluida la ONU, USA y la UE, tiene un papel fundamental en la promoción de la paz y la resolución de conflictos, pero los tres son lasos a la hora de actuar. El primero por incapacidad manifiesta para doblegar a los cinco vencedores de la Segunda Guerra Mundial, USA, Reino Unido, Francia, China y Francia, todos con el poder del VETO. El segundo de los actores importantes, USA, ya ha mostrado su apoyo incondicional a Israel y el tercero elige el camino que manda seguir la primera potencia mundial.

Es imperativo que estas organizaciones y paises desempeñen un papel activo en la búsqueda de una solución justa y duradera en el conflicto israelí-palestino, pero mucho nos tememos que no será antes que Israel invada la franja de Gaza, la arrase a hierro y fuego, «siembre de sal sus campos» y siga perpetrando el genocidio contra el pueblo palestino con un desastre humanitario entre los supervivientes, porque la maquinaria militar israelí no parará hasta que, pretenciosamente, acaben con Hamás a la que creó y financió para dividir y controlar la franja.

Si bien la posición de Estados Unidos puede influir en el conflicto, es esencial no generalizar sobre las opiniones y actitudes de todos los estadounidenses. La diversidad de opiniones en cualquier sociedad es amplia, y muchas ciudadanos dentro de Estados Unidos también abogan por la paz y la justicia en la región, exactamente igual que los miles de españoles que se manifiestan por las calles de España para pedir el fin de los bombardeos y el bloqueo de la ayuda humanitaria internacional. En nuestra ciudad lo han hecho y lo volverán a hacer el próximo domingo porque criticar a Israel no es confraternizar con su enemigo, más bien expresar libremente la denuncia de unos hechos que deberían de avergonzar a toda la comunidad internacional.

Israel quiere ganar el relato mostrando a periodistas del mundo las atrocidades cometidas por Hamás y a la vez les impide su entrada en Gaza para dar testimonio de los acontecimientos, exigen la puesta en libertad de todos los rehenes secuestrados, que apoya y se suma toda la comunidad internacional, mientras en sus cárceles más de 6000 palestinos se pudren sin juicio, sin causas abiertas, por conjeturas o sospechas, la mayoría, incluidos niños. Menores que cometieron el atroz crimen terrorista de lanzar piedras sobre blindados de su ejército en un intento baldío de defender sus hogares, sus recursos naturales y sus vidas.

En resumen, la crítica a las políticas de Israel no es un acto de antisemitismo. Se trata de abogar por la justicia, los derechos humanos y el cumplimiento de las leyes internacionales que sistemáticamente ignora Israel. La distinción entre la crítica política y el prejuicio es crucial para un debate constructivo y para avanzar hacia la paz en Medio Oriente. La resolución del conflicto israelo-palestino requiere un enfoque equilibrado y una búsqueda de soluciones que promuevan la coexistencia pacífica y el respeto de los derechos de todas las personas en la región y esto comienza con el reconocimiento del estado de Palestina, la retirada de Israel de todas las tierras usurpadas a los palestinos, volver a la frontera de 1967 establecida en el armisticio árabe-israelí de 1949, según lo establecido en la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y esto, en el complicado tablero geopolítico de esa región de Oriente Medio, se nos antoja imposible, lo que garantiza la perpetuidad del sufrimiento para palestinos y judíos.

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