Zozobra, en lastre y con mar arbolada
Tres «Tamayitos» murcianos certifican el naufragio de Cs
Pepe Fernández.-Sí, nos referimos a un buque en apuros en cualquier mar del mundo, una historia repetida a lo largo de miles de años como atestiguan los pecios localizados, que bien pudieran haberse ido a pique en esas circunstancias adversas en cualquier mar embravecida.
La Historia del movimiento político, de simple y grandilocuente nombre, que otrora naciera en la “denostada” Cataluña, liderado por un imberbe catalán como Albert Rivera, es un déjà vu más en todos los movimientos ideológicos que fueron y cayeron. Bálsamo de Fierabrás, remedios de la abuela, pócimas del aquelarre ibérico, volutas de humo, supercherías y abalorios con los que se dotan los nautas que pretenden comandar naves que les caen grandes y sus singladuras siempre terminan en estrepitosos fracasos, inminente e irremediable fin, con un operístico Canto del cisne.
Los últimos acontecimientos en la región de Murcia con la moción de censura al gobierno del PP-Cs por socialistas y naranjas ha hecho saltar la alarma en la Comunidad de Madrid y a su trumpista lideresa harta de sus desencuentros con su vicepresidente Aguado, otro felpudo político, de un partido bisagra, progresista, liberal y centrista, eso dicen.
Sin embargo, la jugada de Inés Arrimada para acercarse al centro político y proyectar una imagen edulcorada que le garantice, en dos años, salvar los muebles para el futuro de un partido que gobierna sin rubor en comunidades y ciudades con la ultraderecha, se ha revuelto contra ella misma con la puesta en escena de otra traición, otro Tamayazo al partido socialistas y a ellos mismo que ha obligado a sus varones a exigirle un Comité ejecutivo el próximo lunes.
La supuesta fortaleza en intención de votos de la señora Ayuso, que ya saliva la oreja de su presidente nacional para lograr metas más altas, la enfant terrible de Pedro Sánchez, puede ser el principio del fin de la formación naranja en la comunidad de Madrid lo que le augura un lento, doloroso y agónico final.
De otro lado, la jugada del Campeón del mundo de lanzamientos de huesos de aceitunas, Teodoro García Egea, muñidor del golpe de efecto contra Cs al corromper, otra vez, a tres diputados de Arrimadas en el parlamento murciano, le ha salido redonda porque se garantiza la sistémica y mafiosa corrupción denunciada por Cs en la comunidad autónoma murciana.
La probable cita electoral del 4 de mayo en Madrid, a la que a todas luces quieren impedir tanto liberales como socialistas, y que la justicia tendrá que dirimir, será el certificado de defunción de los que han pretendido zafarse de los lazos que les unían y unen, todavía, con Casado y Abascal.
Se equivocó Rivera al vetar al PSOE y no la enmendó Arrimadas, cosechando un fracaso total en las elecciones catalanas, ahora ya es tarde y la historia les despachará dentro de poco con dos líneas, si acaso.
Las loas de la señora Villacis, vicealcaldesa de Madrid, a su socio Almeida y la sintonía de sus proyectos son otro déjà vu de lo que se avecina en esa alcaldía y en otras regiones de España donde Cs colabora con el PP con la necesaria colaboración de una ultraderecha envalentonada que frota sus manos en estos esperpénticos acontecimientos, sin dejar de señalar y criminalizar a cualquier movimiento ciudadano, cuando no a los dirigentes de los partidos que forman el Gobierno de España. Sus multitudinarias concentraciones exhibiendo signos y música fascista hacen barruntar un auge de los de Abascal en cualquier campaña electoral. Pandemia, paro, pobreza, crisis social y económica, la tormenta perfecta para arrastrar con sus discursos de odio a los que quieren ver el fin de sus problemas en los que consideran «suyos» a todos los que deslegitimen un gobierno de izquierda o sencillamente se levanten con ganas de «fusilar a 26 millones de rojos hijos de puta«.
Haría bien nuestro paisano, vicepresidente de la Junta de Andalucía, el señor Juan Marín, de escuchar la opa hostil del PP para que vayan a sus regazos todos los políticos naranjas, única manera de asegurar en la siguiente contienda electoral andaluza un sillón que le siga permitiendo vivir de la política desde el año 2007 cuando fue elegido concejal de Sanlúcar de Barrameda con la marca Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, a él y a la miríada de sanluqueños que arrastró hasta Sevilla para garantizarles su supervivencia económica. De lo contrario, tendrá que regresar a Sanlúcar para ejercer el noble oficio de relojero, aunque es una opción que el líder- ¿liberal, centrista y progresista?- no tendrá entre sus prioridades, y sí estará barajando, más pronto que tarde, abrazar el recurrente slogan de la desnortada e iracunda, martillo de herejes Isabel Díaz Ayuso, “Socialismo o libertad». Y lo que nos queda por ver.