Velas y más velas para seguir tapando la realidad
María José Robles Pérez.-107 años de celebración y júbilo por lo maravillosa que es La Algaida. Soplemos velas, antes de que las llamas nos abrasen a todos.
Las fotos de ancianos mayores que llevan aquí viviendo toda la vida, están llenas de ternura.
El envío masivo de fotos de tortillas y ensaladillas hechas con patatas de la Colonia, suena hasta divertido.
Mandar a los niños y niñas del colegio hacer poesías sobre lo bonita y maravillosa que es la vida en La Algaida, es muy creativo.
Decir una y otra vez que uno se siente orgulloso de vivir en este trozo de tierra sanluqueña, es… un blanqueo grandioso y una falta de respeto a la Verdad.
Hace tiempo que somos muchos los que venimos diciendo que ver el lado bonito de las cosas -en definitiva, de la vida- es algo muy importante; pero es algo necesario que se haga con los pies en el suelo y no levitando en un mundo paralelo.
¿Qué tiene que celebrar La Algaida?
Porque imagino que cuando habláis de La Algaida de forma tan orgullosa, estáis hablando de la misma Algaida en la que yo también vivo.
Las hortalizas que se siembran en los campos de La Algaida son fabulosas y está muy bien darle promoción a la producción de las mismas, pero creo que ya va siendo hora de que se hable de como miles de agricultores lo pasan bastante mal porque a menudo venden sus hortalizas a precios con los cuales no pueden ni cubrir los gastos de dicha producción, que se hable de como los intermediarios se hacen ricos a costa del trabajo del agricultor, que luego se encuentra su hortaliza en las grandes supermercados con un precio muy por encima del que a ellos le han pagado por el esfuerzo de producirlo.
Años que cientos de trabajadores son explotados en naves, echando horas de más, no cobrando salarios justos por sus trabajados y sin contar con muchos de los derechos que, por ley, les pertenecen. Aunque en los reportajes de televisión, quede todo muy bonito.
Años que la población de La Algaida se encuentra totalmente abandonada, con enormes socavones, calles intransitables, con falta de contenedores para cubrir las necesidades de dicha población, con inexistencia de papeleras, con señales de tráfico sin reponerse tras su deterioramiento, con inexistente alumbrado público y acerado en las calles laterales.
Años que numerosas personas tienen multas desproporcionadas por construir casas, a no ser que hayan sido bendecidos por la gracia gallega, ya que en la ciudad son muchas las gracias que hacen milagros. Ciudadanos que esperan una respuesta o intento de solución por parte del equipo de gobierno, que no hace más que ignorar este grave problema.
Años que el colegio se ha convertido en un escaparate de títulos masivos y caprichos electorales, donde desde luego trabajan muy buenos profesionales, pero cuyas riendas están al servicio de la política local que lo utiliza -y muy bien- electoralmente.
Años que ya uno no puede disfrutar con la tranquilidad que se merece de ese maravilloso pinar que ya a muchos les gustaría tener tan cerca: la basura interrumpe a cada paso la belleza de la naturaleza, los actos vandálicos estropean el paisaje que la naturaleza nos regala, ni siquiera es posible escuchar el canto de los pájaros porque ahora está de moda pasear con las motos (a ver quién la tiene más grande y cara), ocasionando no solo ruido sino accidentes donde hasta menores se han visto involucrados.
Años que no se ve personal de limpieza municipal haciendo el trabajo que le corresponde a un ayuntamiento, pues las limpiezas se limitan a las visitas de los Reyes Magos o de algún colega de alto rango socialista.
Años que la única plaza con la que cuenta La Algaida está inservible, con una fuente destrozada y que no funciona, un pequeño parque infantil que ha caído -y ha sido empujado- a manos del vandalismo, a lo cual el equipo de gobierno poca importancia le da. Con malas hierbas que llegan hasta las rodillas, a pesar de que es un lugar de encuentro de cientos de niños y niñas, pues se encuentra en las propias puertas del colegio electoral; y que para que los jardineros municipales aparezcan, hay que subir una foto a las redes sociales y denunciar tan vergonzoso abandono por parte de un miserable alcalde.
Años que numerosos jóvenes piden una sala de estudio en la zona, ya que es inexistente, viéndose estos obligados a trasladarse al centro de Sanlúcar.
Años que no existe una asociación de vecinos que de verdad vele por los intereses generales de los colonieros y no solo por los intereses de aquellos que se arriman y aplauden, no solo para comprar todas las tartas de cumpleaños que vengan en gana.
Años que ese edificio que se supone que tiene que estar al servicio de todos los colonieros, no es más que el lugar de culto para aquellos allegados que tienen copias de las llaves y hacen uso y disfrute del mismo cuando le vienen en gana.
Años que esta zona abandonada hace que gane las elecciones Víctor Mora, a pesar de que nos tiene abandonados, a pesar de no hacer nada por nosotros, a pesar de lo que todo el mundo ya sabe y es un secreto a voces.
Años que la zona se ha convertido en tierra de nadie, con tiroteos de fondo, persecuciones de coches y helicópteros sobrevolando la zona en plena madrugada.
107 años. Pero, ¿Qué celebráis?
¿Qué vuestros hijos e hijas descubran que no tienen ningún futuro en esta tierra?
¿Qué las próximas generaciones se sigan viendo obligadas a trabajar de sol a sol, explotados, para ganar cuatro duros?
¿Qué los jóvenes vean como algo normal dedicarse a actividades ilegales?
¿Qué esa tierra que, con tanto esfuerzo trabajaron los antiguos (nuestros abuelos, abuelas, padres y madres) sean pasto de esos peligrosos delicuentes?
¿Qué no sea seguro salir a la calle por si una bala o un coche que huye se cruza en tu camino?
¿Qué a la mayoría de los colonieros les de igual y ese peligroso pasotismo se siga extendiendo?
¿Qué siga abandonada por un inepto alcalde que solo viene para darle la palmadita en la espalda a sus acólitos?
Sí, 107 años ha cumplido esa imaginaria Algaida de la que siempre habláis y tan orgulloso os sentís. 107 años.
La real no tiene velas de cumpleaños, solo agujeros, suciedad, oscuridad, vandalismo e inseguridad. Y voluntades compradas, de eso también hay mucho.
107 años. Soplemos velas, pues. Aunque me temo que las llamas ya nos está abrasando a todos.