Plenaria y extraordinaria insatisfacción
Pepe Fernández. El pasado 24 de este mes, anunciador del otoño, ejercí de abuelo acompañando a una pequeña parte del futuro de nuestro país a su centro educativo, el CEIP Princesa Sofía. En la algarabía de la entrada, llena de familiares de los infantes escolares, nos despedimos como siempre, un beso «de abuelo» y la lapidaria frase de este septuagenario a su nieto : «diviértete, respeta a todos y aprende», algo que apenas pudo hacer con su madre – algunos océanos y una obligación me lo impidió- en aquella lejana infancia cuando ésta se educaba en el María Luisa Terry.
A continuación me alejé buscando la calle Infanta Beatriz como muchos padres y abuelas/os en la misma dirección y desde allí seguimos hasta embocar en La Calzada para continuar dirección Isaac Peral.
El trasiego de gente ya era grande a esa hora del día según me acercaba al centro de la ciudad amén del número importante de trabajadores de la hostelería que montaban o acababan de montar sus terrazas y algunos proveedores que todavía pululaban por esos establecimientos.Todos mostraban desenvolvimiento con el brío que aporta un buen desayuno aunque solo fuera una taza de café.
Atravesada ya la Plaza del Cabildo, lista para pasar revista, me adentro en la Plaza de San Roque, igualmente repleta de mesas y sillas de las terrazas que la ocupan a la espera de sanluqueños y foráneos que disfrutan ya, algunos, de su refacción matinal.
La entrada en la empedrada Calle Bretones me lleva a ojear el reloj para comprobar que la secuencia de mis pasos me garanticen llegar a tiempo al evento al que espero y deseo asistir, baladí para una inmensa mayoría de ciudadanos a los que estas cosas les importan bien poco, aunque teniendo en cuenta la hora a la que se convoca les daremos el beneficio de la duda.
Subo con relativa facilidad la medieval calle hasta toparme con Las Covachas donde tengo que aminorar mis pasos y aumentar su potencia para subir con suficiencia en un esfuerzo físico que me garantizan los miles de kilómetros hechos con mis piernas en una bicicleta. Gente atribulada que como yo quieren llegar a la «cima» y gente relajada que la bajan. Finalmente llegamos a nuestra meta y nos cruzamos con turistas españoles que abandonan el edificio después de visitar sus jardines y el mismo edificio en la parte autorizada para hacerlo. Un «viejo» socialista, funcionario del ayuntamiento, me saluda afablemente, siempre lo hace, mientras sale y unos policías locales de paisano esperan pacientes en la entrada principal. Entro y saludo al conserje para adentrarme en las entrañas de este recinto municipal. Estoy en el Palacio Municipal, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda. Exhausto pero contento para asistir a un Pleno importante para Sanlúcar. Un puñado de personas aguardan para la sección plenaria extraordinaria que tendrá lugar en apenas 20 minutos, militantes y funcionarios de empleo del PSOE e IU, policías locales libres de servicio, algún directivo de empresa pública del ayuntamiento y para de contar.
El espacio no es ni ha sido nunca el más indicado para estos Plenos, todas las ventanas y la puerta trasera cerradas impedían que la ventilación cruzada mantuviera fresca la sala y aunque el número de personas fuera ridículo, dada la importancia de lo debatido allí, en otros momentos a lo largo de estos años el lleno del salón lo hacía, sencillamente, insalubre.
Este 24 de septiembre, David Cáceres, número 8 en la lista de IU en las últimas elecciones, juraba su cargo como concejal en sustitución del dimisionario Francisco Verano. En estas ocasiones, con jura de concejal y aprobación de presupuestos, es mucho el movimiento de periodistas y personas que se acercan para fotografiar de cerca el evento. Llegados a este punto, el único de estas reflexiones, puedo afirmar que estas situaciones eran protocolariamente llevadas a buen puerto en todos los años a los que asistía desde el 2007 y en cualquier caso, la incidencia ocurrida en el anterior pleno, era subsanada al siguiente al ser requerida por alguien.
Esta es una crónica humana y no política de un ciudadano, uno más, testigo de las vivencias en la casa de todos y el trato recibido a través del tiempo cuando ejercía en esos años 2007-2024 de forma amateur como transmisor/difusor de todo lo que en los actos plenarios vió y escuchó. A lo mejor, dada la imposibilidad de hacerlo minimamente bien, es que tendremos que empezar de nuevo en la Facultad, pero no en la de Ciencias del mar y, sinceramente, no lo creo necesario al haber sido esta mi última asistencia a un Pleno municipal. Costa Noroeste proveerá.