Apuntes de Historia DXII
Manuel Jesús Parodi.-La manzanilla en Agustín de Foxá (II)
En un par de ocasiones con anterioridad hemos fijado nuestro interés en las menciones que sobre la manzanilla aparecen en los textos literarios de sendos autores españoles, el andaluz Luis Montoto y el asturiano Armando Palacio Valdés, ambos contemporáneos entre sí.
Al primero de los dos, el sevillano Luis Montoto y Rastentrauch (nacido en Sevilla en 1851 y fallecido en la misma ciudad en 1929) dedicamos hace más de una década dos artículos publicados en esta misma cabecera y titulados “La Manzanilla y Luis Montoto (I)” (con un total de 1171 palabras, publicado el seis de octubre de 2013) y “La Manzanilla y Luis Montoto (II)” (un texto de 1244 palabras y publicado una semana más tarde, el trece de octubre de 2013).
En lo que respecta al asturiano Armando Palacio Valdés (Laviana, 1853 – Madrid, 1938), y como ya señalamos la semana pasada, dedicamos algunos artículos a las menciones que sobre la manzanilla hace este autor norteño en su novela “La hermana San Sulpicio”, recorriendo las páginas de dicha obra buscando las huellas de las referencias que de la manzanilla es posible encontrar en los párrafos de esa novela costumbrista que gozó de enorme popularidad en España hace ahora aproximadamente un siglo hasta el punto de ser adaptada al cine hasta en tres ocasiones en el pasado siglo XX.
Como planteábamos en los párrafos precedentes queremos centrar nuestra atención en otro libro que fue así mismo un clásico de la literatura española de su momento, la novela “Madrid, de corte a checa”, cuyo autor es Agustín de Foxá [https://dbe.rah.es/biografias/9839/agustin-de-foxa-y-torroba], fijando nuestro interés en las diversas menciones que el autor lleva a cabo sobre la manzanilla a lo largo de las páginas de esta obra.
Aristócrata y diplomático de carrera, falangista de primera hora, escritor y poeta, el conde de Foxá (nacido en Madrid en 1906 y fallecido en la misma ciudad en 1959) viviría todos los momentos previos al golpe de Estado de julio de 1936 que retrata en su novela participando de dicho intenso período de la Historia de España desde la órbita de la Falange de José Antonio Primo de Rivera, de quien era amigo personal y compañero de primera hora siendo lo que entonces (en realidad tras el estallido de la contienda, con la afiliación masiva a las filas del falangismo en los primeros momentos del conflicto) se daría en denominar un “camisa vieja”, esto es, un falangista de primera hornada.
En su novela, “Madrid de corte a checa”, Foxá retrataría la transformación experimentada por la capital de España desde los últimos años del reinado de Alfonso XIII (la Villa de Madrid como “corte” de la Monarquía) hasta la guerra civil (con Madrid convertida en una “checa”, esto es, en una gigantesca prisión política) hasta el estallido y el inicio del desarrollo de la contienda civil española.
En lo que se refiere a la palabra “checa”, volveremos a recoger su significado según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), que señala el tenor político del término.
De este modo, el DRAE [en https://dle.rae.es/checa], especificando en primer lugar de dónde viene el citado término, señalando que es un Acrón[imo] que procede del ruso “Chrezvychainaya Komissiya”, “Comisión Extraordinaria”, nombre de la policía secreta desde 1917 hasta 1922.
Acto seguido el mismo DRAE ofrece para la voz “checa” hasta tres significados consecutivos: 1. f[emenino]. En la Rusia soviética, comité de policía secreta. 2. f[emenino]. Durante la guerra civil española de 1936 a 1939, centro policial de corte estalinista, instaurado en diversas ciudades de la zona republicana, en el que los detenidos solían ser sometidos a tortura. 3. f[emenino]. Local en que actuaba una checa.
Manejamos la edición del texto de Agustín de Foxá que publica la editorial Planeta en Barcelona en 2001, una edición con prólogo a cargo del poeta, escritor y latinista Jaime Siles (Valencia, 1951), un volumen de 351 páginas sin ilustraciones y con cubiertas en tapa dura.
La obra en cuestión cuenta con tres grandes episodios que se muestran del siguiente modo en el índice de la edición que manejamos: Primera parte. “Flores de Lis” (páginas 13 a 80 del libro); Segunda parte: “Himno de Riego” (páginas 81 a 218 de la obra); Tercera parte: “La Hoz y el Martillo” (páginas 219 a 351 del volumen), todo ello precedido por el prólogo de Jaime Siles (que se extiende entre las páginas 5 a 12 de esta edición).
Son varias las menciones de la manzanilla que el autor presenta en las páginas de su novela, hasta cuatro en total, si bien la última es una referencia indirecta, que puede tomarse un uno u otro sentido, como veremos.
De estas cuatro menciones, una se encuentra en la primera parte de la novela (“Flores de Lis”) y tres en la segunda parte del libro (“Himno de Riego”), no teniendo la tercera parte de la obra (“La Hoz y el Martillo”) ninguna mención al vino sanluqueño por excelencia.
En los próximos párrafos nos detendremos a considerar dichas menciones de la manzanilla, aproximándonos a dónde y en qué contextos aparece mencionado el caldo sanluqueño, al sentido de las referidas menciones, y al cuadro que pinta el autor en cada caso con la mención del vino sanluqueño por antonomasia, unas referencias y menciones que este aristocrático novelista presenta en unos contextos muy determinados y específicos a lo largo de las páginas de esta novela histórica de los años treinta del siglo pasado.
Señalaremos ahora, como cuestión general, que en todas las ocasiones en las que en “Madrid, de corte a checa” aparece la manzanilla lo hace en un contexto social, en el marco de una u otra ocasión en la que los personajes de la escena se encuentran de un modo u otro, de celebración.
Traza de ese modo el autor una fina línea, un fino hilo conductor de secuencias y momentos en los que la manzanilla sirve al narrador para construir una imagen de celebración, a veces no desprovista de cierto cinismo, a todo lo cual nos acercaremos en las líneas del próximo artículo.