Apuntes de Historia DXIV
Manuel Jesús Parodi.-La manzanilla en Agustín de Foxá (IV)
Desde hace algunas semanas nos venimos acercando a las referencias que el escritor y poeta Agustín de Foxá [https://dbe.rah.es/biografias/9839/agustin-de-foxa-y-torroba] dedica a la manzanilla en las páginas de su novela “Madrid de corte a checa”.
Ya nos hemos aproximado en los artículos precedentes tanto a la figura de este heterodoxo de las letras españolas como a la novela “Madrid de corte a checa” (cuya primera edición data de 1937, habiendo aparecido en pleno contexto de la guerra civil española), por lo que no abundaremos ahora en detalles ya expuestos en las líneas anteriores de esta serie.
Apuntaremos en este sentido tan solamente (a favor de quienes no hayan leído los precedentes artículos de la serie) que Foxá escribe esta novela histórica sobre los últimos momentos del reinado de Alfonso XIII, la II República y el comienzo de la guerra civil, todo lo cual queda reflejado metafóricamente en el título de la obra (“Madrid de corte a checa”).
En la referida novela, y como hemos adelantado precedentemente, se hace mención de la manzanilla hasta en tres ocasiones de forma directa (y acaso una más, pero de forma tangencial, oblícua), un vino que por lo que se desprende de las páginas del libro era a todas luces apreciado en la España de la época retratada en esta novela histórica.
La novela está organizada en torno a tres grandes episodios que se presentan como señalamos a continuación en el índice de la edición que manejamos (Editorial Planeta, Barcelona, 2001): Primera parte. “Flores de Lis” (entre las páginas 13 a 80 del libro); Segunda parte: “Himno de Riego” (páginas 81 a 218 del volumen); Tercera parte: “La Hoz y el Martillo” (páginas 219 a 351 de la obra), todo ello antecedido por el prólogo del prestigioso escritor y latinista Jaime Siles (que ocupa las páginas 5 a 12 de nuestra edición).
Como señalábamos en el anterior artículo de esta serie, de las cuatro menciones que lleva a cabo Agustín de Foxá sobre la manzanilla en este libro, la primera de ellas se encuentra en la primera parte de la novela (la titulada “Flores de Lis”), mientras las tres restantes aparecen en la segunda parte del libro (que lleva por título “Himno de Riego”), no existiendo en la tercera parte de la obra (“La Hoz y el Martillo”), el capítulo centrado propiamente en la guerra civil, ninguna mención a este vino sanluqueño.
Igualmente, volveremos a señalar que en las ocasiones en las cuales aparece mencionada la manzanilla en la novela “Madrid, de corte a checa”, lo hará como protagonista (o al menos como parte destacada) de una escena desarrollada en un contexto social, en una u otra ocasión que cabría considerar especial, un momento en el que los personajes envueltos en la escena que se presenta se encuentran -de un modo u otro- en el marco de una celebración, de una situación especial.
Acaso el autor obra busca a través de la manzanilla trazar un fino hilo conductor de secuencias y momentos de regocijo, si no de exaltación, en los que la propia manzanilla ayuda al narrador a dibujar dichas escenas de celebración (una alegría reflejada con un cierto tono de cinismo) en las que nuestro vino por excelencia sirve como barómetro, como indicativo y prueba de refuerzo de dicha idea e imagen de celebración: los protagonistas de la acción estarían bebiendo manzanilla precisamente porque están de celebración, podría decirse: es la alegría la que los concita en torno a la manzanilla.
El primero de esos momentos de celebración lo encontramos en el capítulo “Flores de Lis”, el primero de la novela, en la página 70 de la edición de la que nos servimos, tratándose nada menos que de la celebración que en el domicilio de Niceto Alcalá Zamora (exministro de Alfonso XIII reconvertido en primer presidente de la II República española), en Madrid.
Dicha celebración tenía lugar al hilo del resultado de las elecciones municipales del 14 de abril de 1931, unos controvertidos comicios que acarrearon la caída de la Monarquía de Alfonso XIII, y cuyos resultados -en la novela de Foxá- estaría celebrando el referido Alcalá Zamora con una reunión de íntimos, en la que se brindaba con manzanilla por la caída de la Corona.
En un ambiente que Agustín de Foxá construye bajo el tamiz del costumbrismo, se nos dice “Se habían reunido algunos revolucionarios en casa de don Niceto, en su despacho de farolillos y azulejos morunos, nostálgicos de Priego de Córdoba” [localidad natal de Alcalá Zamora]”.
Y sigue diciendo el texto: “Ceceaba don Niceto estallando de vanidad: –A ver, unas copas de manzanilla para estos señores”, una manzanilla que fue servida a los presentes (entre los que Foxá sitúa a los destacados líderes socialistas Rafael Sánchez Guerra, Julián Zugazagoitia y Francisco Largo Caballero, nada menos) por “Una criadita pimpante”, la cual “trajo las cañas” [de manzanilla].
Para reforzar ese clima de rancio señoritismo clasista y costumbrista con el que Foxá dibuja la casa de Alcalá Zamora durante este brindis con manzanilla (líderes revolucionarios con servicio, por ejemplo, y servicio femenino por más señas), cierra el autor la escena señalando que “Una muchacha repartía lonchitas de jamón”, y, por si quedaran dudas sobre la naturaleza del cuadro, abunda el autor del libro en ello diciendo: “Tenía todo aquello un aire cortijero en el cumpleaños de la hija del administrador”.
Vemos, pues, cuál es el ambiente y el tono en el que aparece la manzanilla como protagonista de aquellos primeros brindis por la república en casa del que a la postre sería primer presidente de la misma, Niceto Alcalá Zamora, un cuadro costumbrista en el que se mezclan el señoritismo andaluz encarnado por el propietario de la casa y el revolucionarismo de personajes como Largo Caballero, todos aunados por la misma intención: alcanzar el poder, oportunidad que se les ofrecía al calor del advenimiento del nuevo régimen republicano.
Como último apunte sobre esta primera escena con manzanilla, señalaremos cómo a la hora de servirla lo que se utiliza no son catavinos (ni copas), sino “cañas”, esto es, vasos de caña (como ya viéramos que sucedía “La Hermana San Sulpicio”).