APUNTES DE HISTORIA DXCI
Manuel Jesús Parodi.-De nuevo en torno a Las Covachas (VI)
Decíamos en los párrafos precedentes que el Palacio Ducal de Medina Sidonia presenta Las Covachas como parte del aparato representativo del Poder ducal en el lado inmediato al arrabal comercial sanluqueño, de forma que dicha fachada del complejo palacial, convertida en verdadero “rostrum” del mismo, muestra al mundo el Poder de quien ha construido el edificio y lo posee.
Seguiremos ahora acercándonos a un espacio patrimonial de la ciudad tan esencial como es el de Las Covachas, empleando para ello un texto que habría de formar parte en origen [como capítulo 1.2.2.3. Reseña histórica -de nuestra autoría] del Proyecto de Rehabilitación de Las Covachas como sede de la Fundación y Centro de Interpretación de la Manzanilla. Cuesta de Belén, s/n – Sanlúcar de Barrameda. Tomo I. Memoria, un proyecto desarrollado en su día por el Ayuntamiento sanluqueño a través de la entonces Gerencia Municipal de Urbanismo (de la mano del Departamento de proyectos y obras de la misma) y bajo la dirección del arquitecto Rafael González Calderón.
Señalábamos que los trabajos arqueológicos llevados a cabo en su momento (hace unos años) en el contexto de la recuperación del histórico Mercado de Abastos de Sanlúcar y su entorno inmediato han arrojado nueva luz sobre la Historia de nuestra ciudad gracias a los hallazgos materiales muebles (caso de la cerámica, en curso de estudio en el momento presente), así como inmuebles -como es el caso del fragmento del pavimento del siglo XVI correspondiente al viario sanluqueño de la época de la Primera Vuelta al Mundo (la antigua calle Jardines de la Sanlúcar tardomedieval y altomoderna), conservado in situ, en su emplazamiento y abandonado vergonzosa y penosamente a su suerte por la incuria y la inepcia de los ayuntamientos que se han sucedido en el gobierno de la ciudad desde 2019.
En el curso de dichas intervenciones arqueológicas aparecerían cerámiscas medievales y modernas, procedentes de Europa, América e incluso de Asia, así como otros materiales arqueológicos (igualmente en curso de estudio y que por ello han de ser tratados con suma discreción y prudencia) que pueden incluso llegar a retrotraer la presencia humana, la huella antrópica en el contexto de la Barranca sanluqueña y especialmente en este ámbito de transición entre la orilla y la tierra firme que sería precisamente el actual contexto de la Cuesta de Belén y la Trascuesta, hasta varios milenios atrás en el tiempo respecto al momento presente, lo que podría llevarnos acaso hasta la Protohistoria.
Esta referida huella antrópica protohistórica podría señalar en la dirección de la naturaleza acaso primera de la oquedad de Las Covachas, un abrigo abierto en una barranca, en ámbito costero, que no es de descartar pudiera haber incluso sido empleado como espacio de hábitat en sus primeros momentos de ocupación y que ha de relacionarse justamente con el poblamiento de este espacio (Sanlúcar hoy) en época protohistórica.
Un espacio, el de la oquedad de Las Covachas, quizá creado por mano humana en esta ladera (en cualquier caso, totalmente antropizado hoy día) y que habría desempeñado una función “nodal” en la Historia del poblamiento en la desembocadura del Guadalquivir (que cuenta con paralelos en las costas andaluzas, así como en otros contextos de la misma Sanlúcar de Barrameda), y muy especialmente en la Historia de nuestra localidad, del poblamiento en Sanlúcar de Barrameda y cuyas raíces se adentran en lo más profundo (literalmente) del pasado de estas tierras, de estas costas, de esta Barranca litoral.
Y quizá por ello Sanlúcar de Barrameda ha ido cubriendo, siglo a siglo, Las Covachas con capas y capas de Historia, al modo paciente y callado en que la ostra, en su hábitat del lecho marino, va poco a poco envolviendo el granito de arena que una vez se coló en su seno con capas y capas de sí misma hasta que acaba por convertirlo finalmente en una perla, precisamente como ha hecho Sanlúcar con la vieja oquedad de su Barranca.
De esa misma manera este espacio auténtica y singularmente nodal de la Historia sanluqueña, quizá el testigo de una de las más remotas fases del poblamiento humano permanente (de la sedentarización del poblamiento humano) en el ámbito costero de la desembocadura del Guadalquivir, y más concretamente en el contexto del actual término municipal y casco histórico de Sanlúcar de Barrameda, el espacio de Las Covachas, ha ido siendo recubierto paulatina pero inexorablemente por distintas capas patrimoniales, por diferentes capas de la propia Historia de Sanlúcar de Barrameda.
De este modo el espacio y el entorno de Las Covachas (entendidas como esa realidad múltiple que subyace bajo el concepto y la realidad de Las Covachas) ha ido viéndose envuelta de la mano de la evolución histórica de la ciudad, que lo ha ido modificando incluso materialmente, al tiempo que lo ritualizaba, lo fosilizaba y lo monumentalizaba, dándose forma a dicho espacio múltiple, verdadero corolario de la Historia sanluqueña, que son Las Covachas (entendidas como conjunto, como realidad múltiple, como venimos señalando: oquedad, aparato estético monumental y espacio urbano).
Así, quizá, la ciudad ha ido “encapsulando” bajo sucesivas capas de su Historia el que bien pudiera haber sido uno de los espacios esenciales del poblamiento primigenio en el entorno de la Barranca, quizá en la época Antigua, quizá incluso en la Protohistoria, de modo que lo que un día pudo ser un hábitat (o un refugio) en cueva (o en abrigo) en el contexto de la Barranca, más específicamente en el marco de interacción entre la Barranca y la playa, hoy aparezca como un espacio completamente antropizado y del todo alejado de dicha hipotética y tan remota función y naturaleza inicial.
Se trataría, quizá, de un ámbito funcional (la oquedad que es la verdadera matriz de lo que entendemos como “Las Covachas”) activo ya acaso hace miles de años, y al que una suerte de inconsciente colectivo de la comunidad que sigue viviendo aquí mismo milenios después de que esa oquedad, de que ese abrigo costero, comenzase a prestarse como espacio de hábitat humano, entiende de algún modo como parte de su pasado más remoto y precisa justamente por eso -andando el tiempo- sacraliza, ritualiza, monumentaliza e incorpora al elenco de sus elementos clave, al corolario de sus esencias más propias, más íntimas, más estrechamente vinculadas con lo sanluqueño.
