Apuntes de Historia CCCXCVI
Manuel Jesús Parodi Álvarez.- Sanlúcar y la manzanilla en Armando Palacio Valdés XIII
Hemos venido centrando nuestro interés a lo largo de las últimas semanas en los textos de esta veterana serie de “Sanlúcar en su Historia” a ir contemplando los contenidos directa o indirectamente relacionados con Sanlúcar de Barrameda y con la manzanilla que presenta la novela “La hermana San Sulpicio”, una obra literaria que viera la luz originalmente a finales del siglo XIX, datando su primera edición del año 1889 y siendo su autor el escritor asturiano Armando Palacio Valdés (Laviana, 1853 – Madrid, 1938
Esta novela se convertiría, como hemos señalado con anterioridad, en un auténtico “clásico” de las letras españolas de su época (y durante décadas después de su aparición), llegando su popularidad hasta el punto de que la obra sería llevada en varias ocasiones a las pantallas cinematográficas españolas en la primera mitad del siglo pasado, realizándose tres versiones, tres adaptaciones, distintas de esta novela al cine.
Como venimos señalando, nos servimos de la edición de la novela publicada por Orbis-Fabbri el año 1994 en Barcelona (ISBN 84-402-1663-7 y Depósito Legal B-523-1994), dato que aportamos siempre con vistas a ubicar las referencias que damos para que al lector interesado le resulte más fácil, en su caso, localizar dichas referencias.
La referida edición, de tapa dura, de 1994 que manejamos cuenta con un total de 286 páginas, y en la misma el texto propiamente dicho de la novela da comienzo en la página 5 del libro.
Palacio Valdés recoge en las páginas de este libro costumbrista decimonónico varias referencias (que por nuestra parte hemos venido recogiendo a lo largo de los trece -incluido el de hoy- artículos publicados sobre esta cuestión), no precisamente pocas, a Sanlúcar de Barrameda, ya sea de manera indirecta, ya sea de forma más directa.
Entre dichas referencias que hemos sobrevolado (y citado con su correspondiente referencia de localización -con la cita de las páginas de aparición de dichas referencias) cuentan con un peso significativo las que tienen que ver con los condes de Padul, don Jenaro y su hija, personajes capitales de la obra (y decisivos para la resolución de la trama de la misma), que son, precisamente, sanluqueños de nacimiento.
Sanluqueños de origen y con residencia en la capital hispalense (escenario principal del desarrollo de la acción de la novela en cuestión), los Padul ostentan un título nobiliario condal -relacionado con la homónima localidad granadina- que no existía a la redacción de la obra (1889), pues sería creado por Alfonso XIII bien entrado ya el siglo XX.
Así, en distintos momentos de la trama se hace referencia a la relación de los condes de Padul (padre e hija) con Sanlúcar de Barrameda, donde mantienen casa y propiedades y donde se desplazan desde su residencia sevillana con cierta asiduidad para atender los asuntos de su interés así como para visitar a los parientes que allí aún conservan.
Son múltiples las referencias, de otra parte, que se ofrecen en esta novela al vino sanluqueño por excelencia, la rubia manzanilla, tema y asunto al que el asturiano Armando Palacio Valdés se acerca de maneras directas o indirectas en no pocas ocasiones a lo largo del libro, y también nos hemos ocupado de ellas a lo largo de estos precedentes artículos.
Encontramos a la manzanilla dentro y fuera de Andalucía, en Sevilla, y también en ciudades como Madrid o Barcelona; la encontramos además en la mesa de los condes y en las reuniones sociales de cierto nivel, como también la podemos encontrar en reuniones y ágapes, digamos, más populares.
Encontramos a la manzanilla en ocasiones alegres, aunando espíritus y concertando compañías, en bares y tabernas, en fiestas y a la hora de comer; la encontramos además, como hemos visto, maridada con el pescado frito (boquerones y japutas, como decíamos en el anterior capítulo de esta serie), y por lo general, reinando en bares y tabernas de la Sevilla de finales del siglo pasado.
Como hemos tenido ocasión de ver y de hacer notar (en el sentido de lo que estamos apuntando), una de las cuestiones (relacionadas con lo que nos ocupa ahora) que de manera repetida se presenta en las páginas de la novela y que hemos abordado en nuestros precedentes artículos tiene que ver con la identificación entre las “cañas” (los vasos de caña) y la manzanilla, de modo que las primeras vienen a identificarse plenamente con la segunda.
Por ello, y como hemos referido con anterioridad, es de entender que los lectores de la España de la época en que el libro fue escrito hacían con facilidad dicho paralelo entre las cañas y la manzanilla.
Finalmente, en la página 269 de nuestra edición se menciona de nuevo a la manzanilla, pero dicha mención se hace no en femenino sino en masculino; de este modo, en apariencia extraño, se dice en el texto de la obra: “…todo fue resultado del manzanilla que teníamos entre pecho y espalda”.
Naturalmente se trata de que en dicha frase se ha elidido la palabra “vino”, de forma que si la añadimos, siquiera mentalmente, queda claro lo que se quiere decir en dicho momento: “…todo fue resultado del (vino) manzanilla que teníamos entre pecho y espalda”.
Una página antes, en la 268, aparece la palabra “barbiana”, si bien en este caso aunque nos encontremos ante lo que se pueda sentir en primera instancia como una evocación sanluqueña (la manzanilla homónima…) la cuestión es otra que nos aclara el DRAE, la consulta del cual nos señala que la palabra “barbián, barbiana” puede ser adjetivo masculino y femenino y que, en tono coloquial, hace referencia a persona desenvuelta y simpática.
Y hasta aquí las no pocas referencias a la manzanilla y a Sanlúcar de Barrameda que de forma más o menos directa, más o menos indirecta, encontramos en las páginas de la novela decimonónica “La hermana San Sulpicio”, alusiones que nos dejan claro el peso y el papel estético de la manzanilla en la España del momento.