Mirando hacia el lugar equivocado
José Antonio Córdoba.- El avance de nuestra especie sigue ramificándose, el cada vez más obsesivo viaje a las estrellas, soñadores colonizadores de otros mundos, y el escaso y superficial interés por saber de nuestra historia como especie en este planeta.
Llevamos décadas demostrando tímidamente que muchos de los conceptos que teníamos sobre nuestro pasado milenario, son erróneos, que nos da miedo pensar que nuestro origen se pierde cada vez más en el oscuro desconocimiento de épocas milenarias. Pero sobre todo, que, aquellos que hoy llamamos primitivos ancestros poseían para su época conocimientos tan vanguardistas como los podamos tener nosotros, hoy, pero sin tanto internet.
El otro día refiriendo algo parecido con dos amigos expertos en estos temas, comentaban que desgraciadamente existen tantos yacimientos, que es casi imposible excavarlos todos. Aun así, es sorprendente como lo poco que se excava, -creo haber leído alguna vez que estaba en torno al tres por ciento- arrojen datos tan escalofriantes, y sobre todo, que lleven a tambalear los cimientos de ciencias preestablecidas y sus doctrinas.
No en vano, en alguna ocasión me he preguntado dónde están todos esos avances que han catapultado a la especie humana hasta donde está hoy. Sinceramente, me gusta pensar que algún día podamos leer o nos hablen del hallazgo de algunas de las herramientas o tecnologías utilizadas por aquellos milenarios cavernícolas y que nos han hecho ser lo que somos. Pueden pensar que es una locura, hoy por ejemplo, mucha de nuestra tecnología más reciente y que ha sentado las bases de la que manejamos en el siglo XXI, se halla apilada en hectáreas repartidas por el planeta, unas en superficie, como el caso de los once kilómetros cuadrados de la Base Aérea de Davis-Monthan Arizona, catalogado como el mayor cementerio de aviones del mundo; otras enterradas, el caso de los Mig-25 Foxbat, enterrados en Irak en al-Taqqadum Air Field; o el aeropuerto de Teruel, convertido en el mayor “parking” de aviones comerciales de Europa, sin obviar aquí la cantidad de infraestructuras abandonadas que son pasto del óxido y de la vorágine de la Naturaleza.
Dentro de algún que otro milenio, cuando vengan a visitar nuestro planeta los habitantes de Marte, y realicen excavaciones, probablemente encuentren, estos lugares y se cuestionen de dónde vienen, o ¿Cómo una especie así pudo colonizar otro planeta?
Seguimos fascinados por las estrellas. Cada noche, miramos hacia arriba para comprobar que Endesa no ha apagado ninguna de esas miles de millones de lucecitas que brillan sobre nuestra cabeza. Y es curioso, que esas lucecitas que vemos, a fin de cuentas son estrellas que han muerto, que son el último recuerdo de lo que una vez fueron… ¿Vivimos en una constante ilusión?