El monito de Ale
José Antonio Córdoba.-Un amigo me refirió una vez: “Los idealistas son los primeros que mueren en una contienda”, y para nada, le quito la razón, pero bien es cierto que la especie humana necesita de idealistas, aunque yo no me considere como tal.
Hemos olvidado en gran medida nuestro carácter como animales que somos, y en el camino hemos dejado muchas de las características que implica la supervivencia como especie. El instinto es algo que hemos relegado a una simple app.
Cada día somos testigos de la aparición de nuevas etiquetas sociales, de divisiones sectoriales, como citaba en mi anterior artículo sobre la enseñanza y la educación, por ejemplo. Hoy hemos perdido un factor importante en pos de eso que llaman “civilización”, nuestra humanidad, la cual es un instinto, no una campaña publicitaria. Esa humanidad es la que nos permite convertirnos en protectores de nuestras crías. Nuestra humanidad la buscamos en libros y budús de la autoayuda de baratillo, olvidando escucharnos a nosotros mismos.
Hace unos meses concluí un proyecto que para nada lo había planteado como al final vio la luz, ARDEN LOS CARTONES. Podríamos decir que al final, me he dado cuenta de que soy el resultado de esa falta de humanidad, comprendiendo que a estas alturas de la vida, vivo soñando ser un Monito de Ale.
El Monito de Ale es un proyecto, una idea, un sueño hecho realidad. El Monito de Ale, es lo que muchos de los que hemos sido adoptados hubiéramos deseado tener. El Monito de Ale, es la humanidad que hemos olvidado y por la cual hoy muchos luchamos para que las generaciones de adoptados que nos precedan, puedan tener.
El Monito de Ale no es un proyecto mío, pero del que me siento parte. Un proyecto de ideas y sueños que se van haciendo realidad. De parejas que buscan formar familia mediante la adopción, de niños y niñas que por esa falta de humanidad acaban precisando de un hogar, de unos padres, de una familia (indistintamente del tipo), pero sobre todo, precisan de comprensión, de amor, de adultos que les enseñen a caminar por los senderos de la vida, que les enseñen a levantarse, digo bien, ENSEÑAR, ¡no, que los levanten! Porque les aseguro que si la vida de un niño ya es compleja hoy en día, si le añadimos la carga de la adopción, su pequeño mundo puede ser un infierno. Un infierno al cual los nuevos padres deben de estar dispuestos a descender, a cortarse las alas acompañándolos por el camino y que algún día encuentren la salida.
El Monito de Ale, quizás sea más hermoso de lo que yo cuento, pero la realidad de un niño adoptado varía considerablemente a la de un adulto, y es importante que ellos tengan un lugar donde sentirse a salvo de sus propios miedos, de sus malos recuerdos. El Monito de Ale, solo deseo que sea la mano que tiende el adulto al niño o niña adoptado/a, y que este/a vea tras la mano un corazón.
Quizás El Monito de Ale, sea un mundo lleno de cariño, comprensión, pero sin olvidar que todo niño o niña necesita que se le marque unas pautas, que no se caiga en el error de que, por ser adoptado se le debe de crear una vida de algodón, porque, por desgracia la vida no es un algodón de azúcar y ellos deben de ir entendiéndolo según crecen.
Seguramente el Monito de Ale, seas más hermoso de lo que les he descrito, pero para un adoptado a los siete años, hoy a sus cincuenta y uno, puedo decirles que mi vida ha sido y es un caminar por un campo de minas, donde cuando no pisas una y estalla, lo hacen por sí solas. Hubiera podido quedarme quieto, es decir, encerrado en mí, pero decidí seguir adelante, pisando sin miedo y les aseguro que esto tiene sus consecuencias, sus traumas, sus miedos donde pero lo peor es la soledad…
Sinceramente deseo que el Monito de Ale, cuya artífice es Beatriz Alcón, una profesional de la psicología, amiga y madre adoptiva, sea un referente para muchas y muchos adoptados y sus padres y familia. Y también para que muchos “profesionales” de la psicología y la enseñanza APRENDAN que es tratar a un niño o niña que ha sido adoptado.
En definitiva, creo que no me equivoco al puntualizar, que el Monito de Ale, es una herramienta de consulta para adoptados (para no sentirnos bichos raros); para padres adoptantes o que lo pretendan ser (para que entiendan un poco mejor a sus hijos); y a los profesionales de la psicología y la educación/enseñanza (que no somos ni un caso interesante, para los primeros, ni un alumno/a problemático/a, sino que precisamos de más atención y comprensión que otro alumno/a para los segundos)
El Monito de Ale, el mundo de una madre adoptiva que entendió que al tener a su niña, realmente se dio cuenta que sus años de profesional de la psicología no la habían preparado para descender al mundo en llamas de su pequeña…