Cartas de una sombra. ¿Nos diluimos?
José Antonio Cordoba.- El ser humano es como un volcán, tan hermoso como devastador; tan hacedor como destructor; tan previsible como impredecible. Pero a rasgos generales, ¡fascinante!
Una de las últimas preguntas que he escuchado en estos días, decía algo así: ¿Por qué, los alienígenas sienten tanta curiosidad por la especie humana?
Sinceramente, creo que el motivo se debe a que nosotros hemos dejado de hacerlo. Obsesionados en utopías, nos hemos olvidado de prestar atención a la “esencia” como especie. También cabe la posibilidad, de que nos observen como lo hacemos nosotros al visitar un zoológico o un aquarium, ¡quién sabe!
Pero volviendo al hilo del principio.
Hoy sentado en el banco de una plazoleta cualquiera, me entretenía en mis desvaríos mentales, hasta que me llamó la atención algo, que realmente pienso no debiera de ser motivo de ello.
Observar la pasión, la paciencia, la delicadeza de cómo un hombre atendía a su mujer convaleciente en silla de ruedas. Tras ayudarla a incorporarse, ella fue dando titubeantes pasos, mientras él, la sostenía de las manos, después se colocó a su lado y ella agarrada a él, paso a paso, caminaron por aquella plazoleta. Disfrutando de un frío, pero soleado día de diciembre. No eran los únicos, por otro lado, en el mismo lugar, una imagen similar, pero en esta ocasión, era ella quien guiaba a él. La mujer le recriminaba por su porte al dar los pasos, mientras él trataba de erguirse y seguir las indicaciones de ella.
Como decía, nada fuera de lo común en otros tiempos, pero en los actuales, es fascinante. ¡Fascinante!, por el simple hecho de que aún se pueda ver a pie de calle y no en un reality show, lo que es, humanidad.
Como decía, nada fuera de lo común, salvo que el ayudar a tu pareja, padre, madre, etc., no es un concepto de esclavitud moral o social. Sencillamente forma parte de nuestra conducta como especie animal.
Quizás sea, esa “humanidad” lo que admiren esas especies inteligentes de otros mundos, de otras dimensiones, e incluso, y ¿por qué, no?, sencillamente sean humanos del futuro -que en esta evolución que creemos llevar-, se han dado cuenta de lo que han perdido.
Como decía, nada fuera de lo común, salvo que nuestra esencia no es reproducible en una App, y acabará diluida en las arenas del tiempo.