Cartas de una sombra. La eterna guerra en el Mediterráneo oriental
José Antonio Córdoba.-Hoy sentados en la comodidad de nuestros hogares a este lado del Mundo, nos escandalizamos por los conflictos bélicos que se desarrollan en el Mediterráneo oriental. Aunque como he citado otras veces, nos escandalizamos según les convenga a los que dirigen los hilos, y que nos influyen según vemos en los medios de comunicación o redes sociales.
Sin embargo la historia nos muestra que el Mediterráneo Oriental es una zona de eternas luchas, donde confluyen factores como los geográficos, los culturales, los religiosos, los económicos y los políticos. Una zona que ha sido y es de interés estratégico y codiciada por todas las potencias.
El Mediterráneo Oriental es un puente que conecta Europa, Asia y África. Es un corredor que pese a los avances en el transporte, sigue siendo esencial en el comercio, la migración y ambiciones militares.
Desde los fenicios, egipcios, griegos y romanos, las rutas marítimas en el Mediterráneo han sido vitales para la expansión del comercio y la proyección militar. Un reciente caso de este tipo, es el abandono de la flota rusa de su base naval en Tartús (Siria), lo que compromete la presencia rusa no solo en aguas del Mediterráneo, sino incluso su proyección en África.
Otro factor a tener en cuenta en el Mediterráneo Oriental es la limitación de recursos, en cuanto a agua dulce y tierras fértiles se refiere, algo que ha provocado que estas tierras hayan sido codiciadas a cualquier precio. Pero, aunque se dice que, el agua es un bien preciado, nada tiene que ver con las reservas de gas natural en esta zona, y la consiguiente ambición económica que ello conlleva.
Es curioso, esta zona del Mediterráneo fue la cuna de la civilización, lugar donde nacieron las culturas más poderosas, Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, imperios que lucharon entre sí por el dominio de este Mediterráneo Oriental, y que más de dos mil años después esta zona sigue siendo tierra de guerras por su control y dominio.
Pero incluso hoy, como hace siglos, hay un denominador común con el cual se cubre estas ambiciones económicas y de poderío militar, la religión. El Mediterráneo Oriental ha sido el foco de origen del enfrentamientos entre las tres religiones monoteístas, judaísmo, cristianismo e islam. Jerusalén ha sido y lo sigue siendo, la zona cero, en este conflicto.
El Mediterráneo Oriental tiene un historial belicoso tan extenso que llega a nosotros y sigue vivo.
Esta zona ha sido pasto de los imperios romano, bizantino, otomano. Después ha vivido el colonialismo europeo. A esto hay que sumar que entre los siglos XIX y XX surge un movimiento nacionalista entre los diferentes grupos étnicos y religiosos (árabes, judíos, kurdos, etc.), lo que no ha hecho más que añadir leña a la hoguera de la guerra. Y aunque se han vivido períodos de cierta calma, son siempre preludio de conflictos más severos. Así tenemos el inagotable conflicto entre Israel y Palestina; el conflicto entre Turquía e Irán; y como siempre las potencias extranjeras como los Estados Unidos y Rusia, jugando al ajedrez con sus intereses en la zona.
Pero como leía en estos días sobre el escenario del Mediterráneo Oriental en la Edad Media, todo es más complejo, ya que por citar lo leído, durante la presencia de los cruzados en Tierra Santa, las distintos gobiernos musulmanes, aprovechaban la presencia de los cruzados para concretar alianzas para afianzar sus posiciones o incluso derrocar a sus enemigos, resumiendo su autora, que al final, la diferencia religiosa entre cristianos y musulmanes, se dejaba de lado por un interés más terrenal.
El Mediterráneo Oriental es un microcosmos de las dinámicas globales de poder y conflicto. Su importancia geográfica y la concentración de sus escasos recursos la han convertido en un lugar de interacción y, lamentablemente, de enfrentamiento casi permanente entre civilizaciones, religiones e intereses.
Alguna vez he leído que para resolver los conflictos en esta región sería necesario abordar tanto las raíces históricas como los desafíos modernos con un enfoque inclusivo y diplomático. Sobre el papel, esto queda muy bonito, pero a pie de calle es una pura utopía, mientras se entienda que esta zona no es más que un mero tablero de ajedrez donde los gobiernos de este primer mundo, echan sus partiditas los domingos por la tarde, con café y puro. Eso sí, echando la mierda en el patio del vecino, lejos del nuestro.