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Cartas de una sombra
José Antonio Córdoba.- El folclore de la lápida templaria
El tema de la citada lápida parece ponerse en auge en marzo de 2004 cuando investigadores relacionados con la Sociedad de Estudios Templarios, Templespaña publican un estudio sobre la iconografía que aparece en la lápida de D. Alonso Fernández de Lugo y Gutiérrez de Escalante, que se encuentra en la Iglesia de la Trinidad en Sanlúcar de Barrameda.
Aclaremos que este Alonso Fernández de Lugo que tenemos enterrado a una decena de metros de aquí, no es el conquistador de Tenerife y adelantado Mayor de las Canarias, quien está enterrado en San Cristóbal de la Laguna, en mi tierra, a ocho kilómetros de donde nací, en la isla de Tenerife.
Alonso Fernández de Lugo y Gutiérrez Escalante, era natural de Sevilla, mientras que Alonso Fernández de Lugo y de las Casas, era natural de Sanlúcar de Barrameda.
El citado estudio realiza un detallado examen esotérico (Esotérico=Oculto </> Exotérico=Accesible) de la simbología que vemos en la lápida. No entro en ello, pues nos iríamos lejos del objetivo de esta conferencia.
Aunque podemos encontrar numerosas reseñas que refieren a la citada lápida como templaria, en ningunas citan alguna fuente antigua que puedan corroborar dicha afirmación. Es más, tenemos a Fernando de Guillamas y Galiano, quien en su apunte sobre las parroquias de está ciudad, en su obra Historia de Sanlúcar de Barrameda de 1858, en su página 74, dice al respecto: «En esta iglesia está enterrado el cadáver fundador al pie de las gradas del altar mayor, en sepulcro que cubre magnífica losa de mármol oscuro, con su efigie de medio relieve» Sin más tinta sobre ello.
Por un lado tenemos que, cuando Juan XII concede a Dionis I rey de Portugal, la constitución de la Orden de Cristo, estableció que dicha orden sólo tuviera validez en territorio portugués. Por otro lado, cuando se constituye la Orden, con los extemplarios en 1319, no se ordena a uno de estos como Maestre, sino que fue un caballero de la Orden de Avis, filial de la de Calatrava, quien ostenta dicho cargo.
Como vemos no hay una continuidad entre la Orden del Temple y la Orden de Cristo portuguesa.
En cuanto a la decoración de la lápida, creo que obedece más un capricho personal, tirando más, si lo queremos ver así, a una pre-masonería que a la vinculación con una orden que llevaba 138 años extinta, en la fecha que fallece el titular de la tumba, en 1450.
Podemos tomar por referencia la tumba que se sospecha perteneció a Arnaldo de Torroja, 9º Maestre del Temple, fallecido en Verona el 30 de septiembre de 1184. Una tumba que por más inscripciones, solo ostenta una gran cruz paté. ¿No tendría más honores y pompa el enterramiento de un Maestre del Temple en pleno auge de la Orden, que la de un fulano siglo y medio después?
En conclusión, y admitiendo que Alonso “el viejo” Fernández de Lugo y Gutiérrez Escalante pudiera estar vinculado con la Orden de Cristo, en forma alguna podemos hablar de la tumba de un templario. Pues, y lo vuelvo a repetir, lo separan casi siglo y medio desde la disolución de la Orden del Temple.
Por otro lado, tenemos el tan llevado y distraído tema del Convento de los Jerónimos, como el lugar donde estuvo asentada la encomienda templaria, en esta parte del Guadalquivir.
El apunte más antiguo, sería el de José Vázquez Gastelú en 1780, quien siendo regidor perpetuo de Sanlúcar de Barrameda, no llegó a publicar su manuscrito sobre dicha ciudad. Extraviado el mismo, solo se conserva la parte de edificios religiosos. Cita que aparece en la obra Historia de Sanlúcar de Barrameda, de Fernando de Guillamas y Galiano, 1858. Donde además cataloga la obra de Gastelú de difusa y mal gusto por su redacción. Si es que eso de que los influencers de antes se llevaran bien no era la moda.
Es en la referencia al Convento de San Jerónimo dónde nos dice que: «habiendo acompañado los templarios al rey San Fernando a la conquista de Sevilla (donde tuvieron después convento), asistieron a su hijo D. Alonso el Sabio en la que hizo de Jerez y lugares de su territorio. Cuando D. Alonso Perez de Guzman adquiere el castillo de Solucar con todos sus términos y jurisdicción en el año de 1297, estaba fundada ya esta ermita, en posesión de ella y su hospicio los Caballeros Templarios de Sevilla, hasta el 1312» (Pág. 176)
Templarios en esta zona de la desembocadura del Guadalquivir, los hubo según está escueta cita. Sin embargo, su presencia fue más bien modesta. De aquí, a que se pretenda por incultura popular que Sanlúcar de Barrameda fue un asentamiento templario, dista mucho de la realidad.