Cartas de una sombra

Articulos, Cultura, José Antonio Córdoba

José Antonio Córdoba.- Como hienas
El ser humano suele romantizar la mayoría de las cosas en la vida, casi siempre, por miedo, otras por ignorancia.
Sin embargo, hay profesiones que por el lugar dónde se desarrollan se impregnan automáticamente del romanticismo de dicho lugar. Así tenemos que el personal trabaja en un castillo, en un museo, en una biblioteca, incluso en aquellas estaciones de tren pueblerinas, se les adjudica ese romanticismo basado en la ignorancia.
Digo en la ignorancia, porque lejos de ser trabajos idílicos, la mayoría no se detiene el tiempo suficiente para hablar con esas personas, escuchar lo sacrificado de su trabajo, las horas que quitas a sus familias para que el resto de los mortales, podamos disfrutar de un buen viaje, de una visita guiada como si vivieras allí, de encontrarte un libro que no hayas en los estantes…
Pero la realidad es bien compleja.
Son personas con vida propia. Personas que han pasado y pasan toda su vida formándose. Personas que aman su profesión, pues no la ven así, para ellos y ellas, es una vocación pasional. Pero llegamos el resto, con nuestra hipocresía, prepotencia y superioridad avasallando, teniéndolos/as por personas de baja condición, que su obligación es servirnos si o si. Llegamos sin humanidad, sin humildad y sin empatía.
Y es penoso cuando eres testigo de ello, ver cómo la gente, por no decir gentuza, se comporta cual hienas en esos lugares, con estas personas.
He conocido personal de museos, de castillos, de bibliotecas, y en todas he hallado ese hilo en común, la pasión.
Esta semana mientras retiraba unos libros de la biblioteca, pude ser testigo de esta cacería de hienas que he mencionado. Un lugar dónde se debería respirar tranquilidad, parecía más un circo romano.
Y ya no hablo del comportamiento de padres y madres en dichos lugares, que tendríamos para otras decenas de hojas.
Cada día la educación brilla por su ausencia.
En fin, deberíamos de ser más conscientes del lugar en el que estamos, y sobre todo, mostrar un poco más de empatía por el personal de estos lugares, que viven para hacernos más fácil y agradable algunos momentos de nuestras miserables vidas.

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