Volviendo a la isla
Soberbias
/Gallardoski.-Todo es muy raro, los siete pecados capitales fueron ordenados con lo que seguramente se pretendía un escalafón de importancia, por un Papa romano; Gregorio Magno. Y llamándose ese hombre a sí mismo de esa manera; Magno, el primero de los pecados que puso en la lista fue “La soberbia”.
Yo creo que la gente, cuando tiene un poder tan grande se pone cachonda vacilando a la plebe, echándole un par de huevos a la historia y como si dijeran; me paso el mundo por ahí, por los huevos.
Y pese a que hay pecados, como decía la hermosa canción de Haro Ibars y Jaime Urrutia, que son más dulces que un zapato de raso, mi amor…no es el caso de la soberbia que cuando está justificada por quién sabe qué azares, resulta arrogante y fea y cuando no, cuando es la soberbia fruto de la ensoñación o la ciega vanidad de un pobre diablo resulta igual de fea pero, además, ridícula.
En José María Aznar confluyen todas las fatigas de la soberbia; lo feo, lo arrogante , lo ridículo y hasta lo cruel. No puede evitarlo, criado políticamente a la sombra de un trilero mítico como Felipe González y de un Tirano Banderas a la gallega como su antaño jefe de escuadra; Manuel Fraga, Aznar se inventó a sí mismo y se dio cuenta de que sembrar la insidia, mentir sin que se nos mueva un músculo del careto y traicionar al que haga falta por elevar un poco su prestigio y su estatura salía gratis. Y no sólo eso, generaba pingües beneficios.
En la entrevista que vimos el pasado domingo a este tipo en el programa del que quizá sea el mejor entrevistador de nuestra época; Évole, pudimos constatar que no hay forma de que el caballete español, como lo llamó con acierto Fidel Castro, mejore o aprenda algo con los años. Todo lo contrario; cuanto más viejos, más pellejos, por estirado que se tenga (el pellejo).
Hubo, pese a todo, un momento en el que pareció que iba a disculparse por aquella boutade chulesca y patibularia de castellano viejo neo liberal , cuando dijo , seguramente piripi , que a él- le faltó añadir a sus Santos cojones- nadie tenía que decirle cuántas copas de vino podía o no podía beberse antes de ponerse a los mandos de su coche. Vana ilusión. Y absurda la confianza que todavía se tiene en los mandamases. Si conocieran estos moral y vergüenza ¿Cómo podrían ordenar bombardeos, cargas policiales contra los que se oponen a un desahucio o procedencias de despidos colectivos?
Pueden hacerlo y lo hacen porque los ampara su soberbia. Ese espanto ridículo, feo y arrogante que les define.
Se quedó en un amago que estropeó, como me da a mí la impresión que estropea este hombre todo lo que toca, como una suerte de Midas invertido, con una risilla de hiena y conste que a mí no me gusta nada ofender a nadie, ni siquiera a esos deformes animales que llevan toda la evolución soportando la apostura y la soberbia de los leones cuando al fin y al cabo, ambas especies viven de lo mismo y comen prácticamente del mismo plato.