Una convocatoria democrática para si mismo

Fernando Cabral Hidalgo

Fernando Cabral.-En esencia la supuesta novedosa “Convocatoria por la Democracia” presentada por el Coordinador General de IU, Antonio Maillo es más de lo mismo. Supone que rompamos lo que hay y hagamos lo mismo para con algo de suerte esta vez IU consiga más protagonismo.

El seguidismo o conformismo de IU dentro de Sumar muy parecido al que desarrolló dentro de UP a cambio de sillones en el Congreso y Consejo de Ministros se rompió porque su candidato a las pasadas elecciones europeas no salió elegido. ¿Si llega salir elegido Manu Pineda estaríamos hablando de Convocatoria por la Democracia? El sentido de la respuesta tal vez no sea unánime, pero sigue soplando en el viento.

Con esta iniciativa se pretende una alianza popular que interpele a los diferentes sectores de la sociedad, al ecologismo, al feminismo y a los movimientos sociales. Por mucho interés y énfasis que se ponga en la propuesta no hay diferencia con aquel proceso de escucha que puso en marcha Yolanda Díaz y que fructificó en Sumar.

Desde un gatopardismo de libro, Maillo quiere cambiar todo para que nada cambie, salvo que IU gane ahora ese protagonismo que cree merecer por derecho propio en esta nueva confluencia social y política. Olvida, el Coordinador General de IU que si se quiere resultados diferentes hay que hacer cosas diferentes. Y se llame Proceso de Escucha (el puso en marcha Yolanda Díaz que fructificó en la plataforma electoral Sumar) o Convocatoria por la Democracia lo que propone IU es el mismo perro pero con distinto collar. 

Maíllo ha pedido aprovechar este proceso para cambiar el estado de ánimo de una izquierda “en shock” y “acobardada”.  Por supuesto que cuando dice una izquierda acobardada no se refiere a esa que protestando con la boca pequeña ha aceptado sumisa que el gobierno del que forma parte haya traicionado al pueblo saharaui reconociendo unilateralmente la marroquinidad del Sáhara. Tampoco a esa que no es capaz de exigir la derogación plena de la ley Mordaza o que la vivienda deje de ser un mero objeto de negocio y especulación y represente ese derecho constitucional. O aquella que ante supuestos casos de corrupción en el seno de su socio de gobierno mira para otro lado.

En un plano más cercano, no se refiere a esa Izquierda que ha guardado lo del laicismo institucional en un cajón para sacarlo en mejor momento. Ni mucho menos se refiere a esa otra que perdiendo donde la espalda pierde su casto nombre no descansa en adjetivar la espléndida labor y gestión de una multinacional concesionaria de un servicio esencial municipal con un largo larguísimo currículum de irregularidades, incumplimientos y hasta fraudes. Ni que decir tiene que en esa izquierda acobardada no se encuentra esa que permite que su socio de gobierno no se corte un pelo en autoblanquear su nefasta pretérita gestión a la vez que pone toda clase de trabas y de señalar su incapacidad de hacer una gestión eficaz a su socio de gobierno.

El espantajo de “que viene la derecha extrema y la extrema derecha” para construir una alternativa no se puede sustituir por el trampantojo de la alegría, sobre todo porque el sentimiento muy común en la sociedad progresista se podría resumir muy gráficamente con aquello de “al suelo que vienen los nuestros”.

De forma grandilocuente afirma Maillo que la izquierda no se tiene que dedicar a interpretar a los demás, sino a interpelar a las demás personas a que se incorporen a nuestro proyecto. Una forma muy alambicada de echar la culpa de los fracasos y errores propios a los demás y de un “sí no llegamos a ser lo que pretendemos es culpa vuestra”.

Se ha demostrado que una amalgama de organizaciones políticas, muchas de ámbito territorial y otras sin apenas implantación social está siendo un fracaso. Más que nada porque a la postre las de ámbito territorial anteponen los intereses de su terruño a los intereses generales. Y cuando no, las organizaciones de escasa implantación social no ven más allá ven más allá de su prurito ideológico. No es necesario relacionar ejemplos de ello.

Empecinarse en esta ya caduca y hasta trasnochada fórmula de la confluencia social y política no podrá tomarse con esa alegría que reclama Maillo. Esta nueva operación no vale; quizá sea necesario pasar por el último gran batacazo electoral antes de que se den cuenta de que así no se puede.

Si, por supuesto que si, hace falta una organización política a la izquierda del PSOE, una alianza capaz de ser correa de transmisión de los diferentes sectores de la sociedad, el ecologismo, el feminismo sin etiquetas, a los movimientos sociales, una fuerza política nueva sin hipotecas territoriales ni de pequeños reinos de Taifas ideológicos, pero insistir en la misma fórmula que ha fracasado para constituirla no es la mejor de las opciones. 

La alegría y valentía será constituir esa organización política o partido bien estructurado y con estatutos y principios identificables y sin complejos pedir que la gente se sumen al ese proyecto sin más.

Necesitamos un partido a la izquierda del PSOE. Lo necesitamos los y las votantes que nos situamos en esa franja política, pero lo necesita también el PSOE, porque esos votos que se quedan huérfanos no van a ir al PSOE, al menos no la mayoría. 

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