Turismo versus calidad de vida
Fernando Cabral.-El turismo, como industria boyante, en España tiene los visos de terminar muriendo de éxito y entonces vendrán las rasgaduras de vestimenta, las lamentaciones y los señalamientos de culpables. Mientras tanto, los de siempre seguiremos sufriendo y padeciendo las consecuencias de todo tipo de un turismo descontrolado y los de siempre seguirán llenándose los bolsillos.
Sanlúcar de Barrameda, aunque se ha incorporado tarde y como casi siempre, mal, como en tantas otras cosas, al boom turístico, sin embargo, está sufriendo como pocas las consecuencias de dicho boom. Y mientras en algunas ciudades se están tomando medidas para contener la oferta turística y paliar las consecuencias, aquí es todo lo contrario. La miopía de algunos de sus gobernantes locales siguen apostando únicamente por el turismo como motor económico de la ciudad, como si no hubiese un mañana. Para los mediocres gobernantes, el turismo es la tabla de salvación de sus mediocres políticas económicas cortoplacistas y su falta de ideas y de gestión.
En Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y otras tantas ciudades peninsulares e insulares están surgiendo movimientos vecinales contra las viviendas turísticas y el turismo masivo que sufren y padecen. Movimientos que tornarán en actitudes turismofóbico si no obtienen respuestas las justas demandas de los vecinos. Y eso tampoco es lo que se quiere ni se desea.
Unos pocos de datos sirven para mostrar lo que hay y se nos viene encima y nadie está por evitarlo de alguna manera ni proponer alternativas económicas al respecto y no más de lo mismo:
Madrid capital tiene 3,22 millones de habitantes y se estima que hay 25.000 viviendas turísticas legales e ilegales. Esto es, 1 vivienda turística por cada 128 habitantes.
Barcelona capital, 1,62 millones de habitantes y 21.000 pisos turísticos. 1 Vivienda turística por cada 77 habitantes.
Sevilla capital, 688.700 habitantes y 8.025 viviendas turísticas. 1 vivienda turística por cada 85 habitantes.
Sanlúcar de Barrameda, 70.000 habitantes y 2.500 pisos turísticos según se manifiesta desde alcaldía. Esto es, soporta 1 vivienda turística por cada 20 habitantes.
Si a esto se añade que las áreas urbanas de Madrid y Barcelona susceptibles de albergar viviendas turísticas en extensión no tienen comparación con la de Sanlúcar, nos da una idea de la dimensión del problema que los que deberían buscar soluciones desde la despreocupación no quieren ver o no saben qué hacer, que aún es peor.
De poco o nada sirve que recurrentemente se hable de ciudad amable de vivir y visitar cuando a la vez, no solo nada se hace para controlar y paliar las consecuencias del excesivo turismo que tanto está condicionando la vida de los sanluqueños, sino que se sigue apostando como único motor económico. Una ciudad amable no puede en modo alguno sustentarse en el modelo económico que ofrece el masivo turismo. Tarde o temprano lo terminaremos lamentando.
Si todo ello no fuese una gran contradicción, súmenle que nada se hace por conseguir el traslado de la depuradora, algo que si condiciona y de qué manera la calidad de vida de miles de sanluqueños y el desarrollo urbanístico de una importante zona de la ciudad. Para justificar la inacción al respecto, ya se admite que desde la EDAR no se contamina ni por mar, aire y tierra como antes. Y no digamos los aliviaderos que se abren de forma inmediata a la mínima previsión de lluvia con el dantesco y nauseabundo espectáculo que dan a la playa los vertidos al margen de suponer verdadero atentado a la salud pública.
Si ambas circunstancias condicionarán de forma fehaciente el mayúsculo negocio del turismo de unos cuantos en la ciudad en todas sus facetas a buen seguro que ya se habrían buscado soluciones.
La prioridad debería ser la de mejorar la calidad de vida de los sanluqueños durante los 365 días del año y no que venga más gente a visitarnos.