
Sociedad anónima deportiva
Fernando Cabral Hidalgo.-Las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) son una figura legal utilizada en algunos países, especialmente en España, para regular las entidades deportivas que operan de forma empresarial. Estas entidades se constituyen bajo la forma de una sociedad anónima, es decir, una empresa cuyo capital está dividido en acciones, que pueden ser libremente compradas y vendidas.
A diferencia de los clubes deportivos tradicionales, que a menudo operan bajo el régimen de asociaciones sin ánimo de lucro, las SAD buscan la rentabilidad económica mediante la explotación comercial del deporte.
Por ello, están sometidas a una estricta regulación por parte de las autoridades deportivas y fiscales. En España, por ejemplo, se encuentran bajo la supervisión de la Liga Profesional y de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), si hablamos de fútbol.
- El capital mínimo necesario para constituir una SAD debe asegurar una estabilidad económica mínima para operar. Este capital se divide en acciones que pueden ser transferidas entre los socios.
En una SAD, los socios son principalmente inversores que buscan un retorno económico de su inversión, por lo que el control y la toma de decisiones suelen depender de los accionistas mayoritarios.
Dado su carácter mercantil, las SAD están obligadas a llevar una contabilidad clara y transparente, que es pública y accesible para los accionistas y autoridades.
A pesar de los beneficios económicos que pueden generar, las Sociedades Anónimas Deportivas también enfrentan diversas críticas, principalmente relacionadas con su impacto en la identidad de los clubes y la mercantilización del deporte como la pérdida de identidad respecto al club de origen, riesgos financieros y la desigualdad competitiva.
En cuanto a la pérdida de identidad, los clubes deportivos que se convierten en SAD suelen perder parte de su esencia como entidades vinculadas a la comunidad local, ya que las decisiones son tomadas en función de los intereses económicos de los inversores, y no tanto por la afición.
Aunque las SAD están diseñadas para generar beneficios, algunas pueden enfrentar problemas financieros graves, lo que ha llevado a que varios equipos de fútbol, por ejemplo, hayan tenido que ser rescatados por instituciones públicas para evitar su quiebra.
Algunas SAD pueden tener más recursos que otras debido a la capacidad de atracción de inversores, lo que genera una desigualdad en las competiciones deportivas. Esto es muy visible en el fútbol, donde algunos clubes están dominados por grandes corporaciones, mientras que otros luchan por mantenerse a flote.
Cuando una SAD se ve con problemas económicos y financieros suele solicitar ayudas a las administraciones e instituciones públicas nacionales, autonómicas o locales aduciendo su carácter social, cuando en realidad no es otra cosa que una empresa. Normalmente encuentran el beneplácito y el trato de favor de estas administraciones, llegando al caso de tener cedidas instalaciones públicas sin coste de mantenimiento ni energético para el desarrollo de su actividad deportiva.
Ningún otro tipo de empresa en situación similar encuentra la buena disposición de las administraciones e instituciones públicas para resolver y asegurar su viabilidad económica por una mala praxis financiera. Lo que supone en esencia un trato discriminatorio.
No es imaginable que empresas locales de cualquier sector, sea cual sea su tipología jurídica, en dificultad acudiese al ayuntamiento donde reside para que le ayudase resolver sus problemas económicos y financieros, lo que si es imaginable es la respuesta que obtendrían. Sin embargo, en el caso de las SAD, el chantaje social de unos y el populismo electoral de otros obran el milagro.