¿Qué es un conato?

Fernando Cabral Hidalgo, Opinión

    Fernando Cabral.-El término «conato» proviene del latín conatus, que significa «intento» o «esfuerzo». En el uso moderno, se refiere comúnmente a un intento o principio de ejecución de una acción que no llega a completarse. Su significado puede variar ligeramente dependiendo del contexto en el que se utilice: jurídico, médico, psicológico o cotidiano, incluso político.

    En el habla cotidiana, «conato» se utiliza para referirse a un intento fallido o incipiente de algo.

    En derecho penal, un conato se refiere al intento de cometer un delito, que no llega a consumarse por causas ajenas a la voluntad del autor. También se conoce como tentativa.

    En medicina, el término «conato» se usa para describir un intento de vómito que no llega a materializarse, conocido como conato de vómito o «arcada». También puede referirse a otros intentos reflejos del cuerpo que no culminan en una acción completa.

    El conato en filosofía, especialmente en Spinoza, no es un mero intento o impulso momentáneo, sino la expresión profunda del ser mismo, su necesidad de afirmarse, de mantenerse en la existencia y de desarrollarse según su naturaleza. Entender el conato es comprender que la esencia de la vida no es contemplativa, sino activa, esforzada, perseverante. En tiempos donde la alienación y el desgano son comunes, esta antigua idea filosófica recobra una vigencia poderosa: vivir es resistir, afirmar, construir.

    En su obra «Ética demostrada según el orden geométrico», Spinoza define el conato como:

    «El conatus con que cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser no implica tiempo limitado, sino que se refiere indefinidamente al tiempo.»

    Por tanto, para el filósofo neerlandés toda cosa finita, especialmente el ser humano, tiende   naturalmente a perseverar en su existencia. Este esfuerzo no es una simple voluntad psicológica, sino un principio ontológico: cada ente tiende a mantenerse y afirmarse en su ser con toda la potencia que posee.

    Todo lo que existe (una piedra, una planta, un animal, una idea) tiene un conato. Es decir, un impulso natural a persistir y desarrollarse conforme a su naturaleza. Aunque en los seres humanos puede manifestarse como deseo o voluntad, en otras entidades el conato es inconsciente o mecánico. El deseo es la conciencia del conato. Las emociones, o afectos, surgen del grado de éxito o frustración de este impulso a conservarse.  La libertad no consiste en actuar contra la naturaleza, sino en entenderla y actuar de acuerdo con ella. El sabio, para Spinoza, es aquel que entiende su conato y vive conforme a su razón.

    Spinoza conecta el conato directamente con los afectos (emociones), que clasifica en tres principales: alegría, tristeza y deseo. Estos surgen de la variación en la potencia de actuar del ser humano, es decir, del éxito o fracaso del conato.

    El concepto de conato influyó en diversos pensadores modernos y contemporáneos. Nietzsche desarrolló su idea de «voluntad de poder», que guarda cierta semejanza con el conato spinozista como impulso vital. Bergson hablará del «élan vital», una fuerza creativa y evolutiva. Schopenhauer lo relaciona con su idea de «voluntad», aunque con un matiz más pesimista. En psicoanálisis, Freud toma esta idea para construir su noción de pulsión.

    En política, gobernar para mantener y no para cambiar el orden de las cosas es un ejemplo paradigmático de un conato de gobierno en el sentido más amplío del término, sobre todo si este se autodefine progresista o de izquierdas.

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