La psicopolítica como parte del nuevo orden

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Fernando Cabral.-El filósofo coreano Byung Chul Han defiende que las críticas en internet pueden doler más que las expresadas en una conversación personal, porque ante la pantalla nos sentimos radicalmente solos. Tenemos la sensación de que mucha gente comparte aquella crítica o descalificación. Y en ocasiones es cierto. Se forma entonces el efecto jauría: nos persiguen. La hipercomunicación digital destruye el silencio que necesita el alma para reflexionar y para ser ella misma. Hay decisiones sociales, económicas y políticas trascendentales que necesitan un poco de silencio.

Es este un fenómeno que atribuye principalmente al neoliberalismo, que habría llevado a la sociedad a un paisaje patológico de trastornos neuronales tales como la depresión, el déficit de atención, la hiperactividad o el síndrome de agotamiento crónico. 

El pensador coreano sostiene que vivimos bajo una especie de dictadura, pero de nuevo cuño. El fascismo y otros movimientos totalitarios coaccionaban al individuo mediante la fuerza externa, el capitalismo actual se ha convertido en un sistema totalitario que aplica la fuerza internamente. La sociedad del trabajo que establece el capitalismo, la libre competencia, la productividad, la creación de riqueza, destruye a los ciudadanos.

La violencia mundial se ha transformado de forma, puesto que se ha inventado un sistema nuevo, mucho más sutil. La guerra ya no es la única herramienta, sino la violencia sistémica, anónima, no revelada. Y la ejerce el propio individuo contra sí mismo. 

El gran problema que nace del liberalismo (cuya principal característica es anteponer los derechos del individuo sobre los del colectivo), es el egoísmo. Eso ha provocado, para Han, que la gente solo viva de cara a sí misma, habiendo perdido los valores que antaño nos hacían vivir para un proyecto común. Miramos únicamente por lo que nosotros queremos y luchamos por alcanzar nuestros objetivos particulares. Y son precisamente esos hábitos el origen de todos los problemas que tenemos. Traicionar o supeditar postulados ideologicos a  coyunturas sociales y políticas es sintomático del problema.

Por otra parte, la existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente expuesta. Según Han, este es el resultado de la norma cultural creada por el capitalismo, que nos impulsa a la divulgación voluntaria de nuestra información. La transparencia ya no es en modo alguno una virtud, sino un arma para que nos abramos de par en par a expensas de valores sociales como la discreción y la confidencialidad. La exposición hasta el exceso (que tilda de «pornográfica») convierte todo en mercancía. 

Internet, las redes sociales y, en general, toda la revolución digital habrían transformado y corrompido el fundamento de la sociedad. Existimos como un enjambre digital de individuos aislados, sin acción colectiva, sin sentido. Hemos generado una hipercomunicación que destruye el silencio, viviendo en un ruido constante que nos aturde y que nos impide cuestionarnos el orden establecido en que vivimos, el totalitarismo invisible.

Del pensamiento de Byung Chul Han se desprende que el mayor logro del capitalismo o neoliberalismo, cuya mercantilización de la vida es inherente a sí mismo, es haber conseguido que el trabajador sea su propio explotador. Un nuevo orden se está imponiendo bajo las paradojas de que la esclavitud es la libertad, la paz es la guerra, la fuerza es la ignorancia o el negacionismo y el bien común es defender como propio los privilegios económicos y sociales de los de siempre, paradojas que lejos de explicar la realidad, es lo que necesitaría una explicación.

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