La estrategia del mal menor en política

Fernando Cabral Hidalgo, Opinión

Cicerón enunciaba la regla de Entre dos males es necesario escoger el menor. 

Santo Tomás afirma que: Cuando es forzoso escoger entre dos cosas, que en cada una de ellas hay peligro,  se debe elegir la que menos mal se sigue. 

Fernando Cabral.-La estrategia del “mal menor” es un concepto utilizado en la toma de decisiones que sugiere elegir la opción menos perjudicial, cuando no es posible o no se quiere optar por la mejor alternativa. En lugar de buscar la solución perfecta, se elige aquella que cause el menor daño posible o la que sea menos desventajosa en comparación con otras alternativas, incluso si ninguna de ellas es ideal.

En situaciones de incertidumbre y de alta complejidad, una opción que rápidamente aparece en nuestra mente es optar por el “mal menor”. En la argumentación se utiliza con relativa facilidad y recurrencia como si fuese evidente su justificación ética y moral. 

Esta estrategia, pero con cierto matiz perverso, se suele usar frecuentemente en política cuando los partidos o líderes deben decidir entre políticas que no cumplen completamente con sus ideales, pero que representan la menor amenaza o el menor costo en términos de consecuencias negativas.

El argumento del “mal menor” más o menos surge así: existen dos escenarios. En uno se visualiza un posible grave daño ya sea al bien común, a la justicia social, al reconocimiento pleno de derechos humanos fundamentales o a la seguridad de la nación. En otro, se plantea que para frustrar que suceda ese grave daño se pueden realizar acciones sustantivas que evitarán que esto suceda aun cuando sea preciso transigir en algunos valores fundamentales.

De mismo modo, se refuerza el argumento dramatizando las circunstancias, es decir, describiendo con elocuencia y vehemencia que existe un imperativo moral o no en la realización del mal menor para evitar el mal mayor. Uno está obligado a mirar cómo se realiza un gran mal o a tratar de evitarlo optando por una acción a sabiendas mala para evitar el anterior.

Por otra parte, ante esta situación la conciencia individual o colectiva se ve inmersa en un callejón “sin salida”, o más precisamente, la conciencia posee una “salida” incómoda, incomodísima, pero aparentemente necesaria, en la que no es posible hacer el bien.

Se trata de un principio evidentemente pragmático con el que se pretende minimizar los daños en situaciones de dificultad, que no esta exento de debilidad y de una alguna trampa. En primer lugar, el saber que un “mal mayor” va a ser cometido no nos vuelve enteramente responsables de este, aunque nos obligue a buscar una forma inteligente de combatirlo o al menos de mitigarlo, en algún grado. En segundo lugar, la utilización consciente y libre de medios malos para evitar un grave daño nos podría llevar al peligro del fin justifica los medios para conseguirlo.

Cuando un fin bueno se obtiene a través de medios malos la acción humana se corrompe e ilegitima. No por convicción religiosa o por un cierto moralismo cultural, sino desde la convicción racional de que para toda acción buena sus causas originantes deben ser también buenas. 

Sirva esta larga introducción para explicar algo de la actualidad política de nuestro país. La izquierda considerada real, casi en su conjunto con honrosas excepciones, acepta como mal menor el gobierno actual, con sus incesantes vaivenes, parálisis y carencias, porque la alternativa asusta en todos los sentidos (mal mayor). 

Más clarificador aún de lo que hablamos: de entrada dedicar el 2% del PIB para defensa era inasumible para esa misma izquierda e incluso para el propio partido mayoritario del gobierno. Ahora, después de la exigencia de la OTAN (EE.UU.) de dedicar el 5% del PIB (mal mayor), se acepta dedicar el 2,1% como mal menor ante el menoscabo que supondría aplicar el 5% para la sanidad, educación y dependencia (dramatización aunque real) . 

No sabemos en estos casos, si ha sido una estrategia llevada a cabo de forma deliberada o no, lo cierto es que ha sido efectiva. El riesgo siempre latente es el subjetivismo, que abre el debate si esta estrategia es lo más adecuado a largo plazo o si lleva a la complacencia, conformismo con reforzamiento del statu quo y, cuando no, a la manipulación.

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