La anfibología en política
La anfibología es una figura retórica que consiste en utilizar palabras o frases de manera que puedan interpretarse de dos o más formas distintas. Se produce cuando el contexto no deja claro cuál de las interpretaciones posibles es la correcta en relación con una situación o una sentencia que posee un doble sentido, una ambigüedad semántica inherente a su estructura.
Cuando este uso es involuntario, se considera un vicio del lenguaje porque introduce ambigüedad y dificulta la claridad del mensaje. Sin embargo, cuando su uso es intencional, se convierte en un recurso estilístico para generar efectos humorísticos, creativos o persuasivos.
Para el filósofo francés Jaques Derrida las distintas interpretaciones de un solo hecho no son más ciertas que otras, sino que algunas son más poderosas que otras, residiendo las jerarquías entre las fuerzas, no entre lo verdadero y lo falso.
Y eso nos lleva al problema de la anfibología política. Cuando dos o más interpretaciones son posibles en una expresión, es el poder el que determina la validez de un sentido y no necesariamente la verdad. Esto se vuelve absolutamente relevante en medio de la contraposición de discursos políticos, de campañas electorales y en procesos de legitimación de discursos ideológicos.
En medio de grandes tensiones de poder donde se juegan fuerzas de resistencia y disidencia, cualquier expresión anfibológica tiene potencial para crear sentidos que no necesariamente son ciertos, pero se hacen válidos según la fuerza política que la respalde.
El juego anfibológico en los discursos políticos siempre será una táctica útil para apelar a identidades ideológicas durante un proceso de contienda democrática; en primer lugar, porque tiene la capacidad de eludir regulaciones de orden disciplinar en el enfrentamiento de dos o más opciones de representación (por ejemplo, puede sortear las prohibiciones institucionalizadas de campañas sucias, agresiones verbales o acusaciones gratuitas); pero también porque transfiere la responsabilidad interpretativa a las fuerzas de poder existentes, las cuales conducen a las multitudes electorales como rebaños hacia los símbolos de su identidad y sus demandas particulares. Identidades y demandas que no necesariamente son las más representativas ni las más necesarias entre el pueblo, pero que aprovechan las gestas democráticas para afianzar sus oligárquicas posiciones.
Sin embargo, en la política, su uso no es una coincidencia y se convierte en una herramienta poderosa por varias razones estratégicas: Evitar compromisos claros, Ampliar la base de apoyo, Disminuir el riesgo de críticas, Manipulación Emocional y Persuasiva, Construcción de Consenso. También conlleva una serie de riesgos y desafíos que deben ser gestionados cuidadosamente: Pérdida de credibilidad, Desinformación y Malentendidos, Desconexión con la Ciudadanía.
La anfibología en la política plantea preguntas fundamentales sobre la calidad del debate democrático. Una democracia efectiva depende de la comunicación clara y la rendición de cuentas. Si el lenguaje político se convierte en un medio para evitar la verdad o manipular la opinión pública, se corre el riesgo de erosionar la confianza en las instituciones y en el propio proceso electoral.
Al mismo tiempo, la ambigüedad también puede ser un reflejo de la complejidad de los problemas políticos. No todas las situaciones pueden resolverse con soluciones simples, y en ocasiones la flexibilidad de las declaraciones es necesaria para manejar cuestiones que no tienen respuestas fáciles.
La anfibología es una característica inherente al lenguaje político, que tanto puede ser utilizada de manera estratégica para ganar apoyo y evitar conflictos, como puede ser un obstáculo para la transparencia y la confianza en la política. Su uso en el discurso político no es ni bueno ni malo en sí mismo, pero requiere ser manejado con cuidado. Si bien puede ser útil para captar a un amplio espectro de votantes y mantener la flexibilidad en tiempos inciertos, también puede ser peligrosa si se percibe como manipulación o evasión. El desafío para los políticos es encontrar un equilibrio entre la claridad necesaria para construir confianza y la flexibilidad para adaptarse a un mundo político dinámico y complejo.
Cuando una formación política llega por fin a gobernar y olvida lo prometido en el fondo y las formas de gobernar o cuando los socios de un gobierno rivalizan entre sí recurren normalmente a la anfibología para justificarse o para imponer un relato sobre sus posibles discrepancias tengan o no conciencia expresa de la figura retórica.