GESTIÓN MUNICIPAL “LOW COST”

Fernando Cabral Hidalgo, Opinión

Fernando Cabral.-La gestión municipal, en términos generales, se refiere a las estrategias y políticas implementadas por los gobiernos locales para administrar los recursos, servicios públicos y bienestar de sus comunidades. Sin embargo, cuando se habla de gestión “low cost” o de bajo costo, se hace referencia a un enfoque que busca optimizar los recursos disponibles, implementar prácticas económicas y eficientes, y garantizar que las acciones gubernamentales puedan mantenerse dentro de un presupuesto limitado, sin sacrificar la calidad de vida de los ciudadanos.

La gestión municipal low cost se basa en varios principios fundamentales: Eficiencia en el uso de recursos, Innovación y tecnología, Colaboración público-privada. 

La optimización de los recursos públicos, maximizando los beneficios con el menor gasto posible implica la revisión exhaustiva de los procesos internos y la eliminación de gastos innecesarios. La adopción de nuevas tecnologías permite mejorar la eficiencia en la prestación de servicios, reducir costos operativos y ofrecer soluciones más efectivas a los problemas locales. Las aplicaciones de software para la gestión administrativa, los sistemas de pagos en línea, y la automatización de procesos son ejemplos claros de esta tendencia. Establecer asociaciones con el sector privado o con organizaciones no gubernamentales (ONG) para compartir recursos y capacidades puede ofrecer servicios de calidad sin requerir grandes inversiones públicas.

La implantación de una gestión municipal low cost se enfrenta a determinados desafíos y riesgos, como son las Limitaciones Presupuestarias, la Resistencia al cambio y la Sostenibilidad a largo plazo. Encontrar el balance adecuado entre eficiencia y calidad es un desafío constante y, por ello, es necesario fomentar una cultura de innovación y adaptación para superar obstáculos lo que requiere una planificación estratégica para garantizar que estas soluciones sigan siendo efectivas y viables en el futuro.

La gestión Low Cost, como estrategia para maximizar recursos es loable  y deseable, pero no debe ser un fin en si misma, siendo este el mayor riesgo que supone su implantación. 

Pretender prestar servicios elementales en una gestión municipal desde el prisma del bajo coste para después no aplicar el mismo criterio en otros aspectos menos elementales de la gestión municipal es una tendencia perversa que a menudo viene aparejada al low cost. En estos casos, la primera victima de dicha gestión es la cantidad y calidad de los servicios que se prestan en beneficio de otras iniciativas solo más rentables desde el punto de vista del rédito electoral para el gobernante.  

Otro riesgo que tiene el modelo low cost es que puede contribuir a una ciudadanía más desconectada de lo público. Cuando se percibe que los servicios se deterioran, que los espacios comunes están descuidados o que no hay un canal eficaz de atención, se erosiona la confianza en las instituciones locales. En este caso, este modelo puede tener un impacto desigual: quienes dependen más de los servicios públicos son quienes más pueden sufrir las consecuencias.

En muchos casos, el low cost se convierte en una excusa para deteriorar servicios y justificar su posterior privatización o externalización. Un pecado del que no esta libre ningún gobierno sea del color político que sea. Ejemplo de ello lo encontramos tan cercano como lejano como lo queramos ver.

El debate no es nuevo: ¿los servicios públicos son un gasto o una inversión? Si se opta por lo primero, el enfoque “low cost” parece lógico en un escenario de restricción presupuestaria. Pero si se considera que estos servicios generan cohesión social, empleo digno y calidad de vida, el low cost indiscriminados puede ser contraproducente.

Los servicios municipales low cost no son buenos ni malos por definición. Su eficacia depende de cómo se implementen, con qué objetivos y con qué nivel de transparencia y participación ciudadana. Lo que sí está claro es que la eficiencia no puede convertirse en una excusa para desmantelar lo público, sino en una herramienta para fortalecerlo.

En un contexto donde lo público debe volver a ganar legitimidad, el reto de los municipios no es solo gastar menos, sino gastar mejor. Y eso implica también escuchar más a sus ciudadanos.

  1. (El audio subtitulado de este artículo se publicará también en el canal de YouTube: https://youtube.com/@anoidto) 
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