
“FACHAVALISMO”
En los últimos años, ha surgido no solo en España una nueva figura dentro del panorama político y cultural juvenil: los fachavales. Este término, mezcla irónica de “facha” y “chaval”, se ha convertido en una etiqueta polémica, viral y cargada de connotaciones. Para sociólogos y hasta politólogos, más que una ideología bien definida, los fachavales representan una actitud provocadora, una forma de estar en el mundo que mezcla humor, nacionalismo, crítica al progresismo y un uso intensivo de redes sociales.
Los fachavales son, en general, jóvenes varones que adoptan posturas políticas ultraconservadoras o directamente afines a la extrema derecha. Simpatizan -de forma explícita o no- con ideas nacionalistas, antiinmigración, antifeministas y anticomunistas. No necesariamente están organizados ni siguen una ideología estructurada: muchos de ellos usan estas ideas como forma de provocar o llamar la atención, más que por una convicción ideológica profunda.
Lo que caracteriza al fachavalismo es su presencia en redes sociales, su estilo desafiante y su afición por los discursos políticamente incorrectos. Algunos utilizan símbolos supuestamente patrióticos, otros adoptan discursos negacionistas o conspirativos, y muchos mezclan la estética de la calle con frases que reivindican el “orden”, la “autoridad” o la “tradición” con sarcasmo o provocaciones deliberadas.
Este comportamiento encaja dentro de una tendencia más amplia: la radicalización ideológica en redes, donde muchos jóvenes encuentran eco a sus frustraciones en discursos populistas y anti-sistema. Curiosamente, aunque la ultraderecha defiende el “orden” y las tradiciones, muchos fachavales se presentan como rebeldes frente al establishment cultural actual, al que acusan de ser “progre”, censurador y débil.
Una de las peculiaridades del fenómeno fachaval es su estética: en muchos casos, estos jóvenes adoptan una imagen callejera o marginal, mientras defienden discursos autoritarios o conservadores. Esta contradicción no es accidental: forma parte del atractivo provocador de la figura. Un fachaval puede vestirse como un «chico de barrio» mientras grita consignas nacionalistas o comparte memes franquistas.
Esta mezcla de contradicciones, memes y política convierte al fachaval en una figura casi paródica, que muchas veces es utilizada también por sus críticos para satirizar el auge de la ultraderecha juvenil.
Las principales críticas apuntan a que el fachavalismo: Normaliza discursos de odio, especialmente contra mujeres, migrantes y colectivos LGTBI, Difunde desinformación política, histórica y científica, Trivializa el autoritarismo y blanquea símbolos relacionados con el franquismo o el fascismo.
Aunque el fenómeno de los fachavales podría parecer una simple moda viral, en realidad forma parte de una tendencia más profunda: el auge global de la ultraderecha entre sectores jóvenes. En muchos países, las nuevas generaciones están más abiertas a discursos populistas, nacionalistas y autoritarios, muchas veces como respuesta al desencanto con la política tradicional o el discurso progresista dominante. En este contexto, el fachavalismo no es solo un chiste o una fase: es una expresión de malestar, identidad y pertenencia que conviene analizar con seriedad.
Los fachavales encarnan una mezcla de provocación, desencanto político y radicalización digital. Aunque no representan a la mayoría de los jóvenes, sí son un reflejo de las tensiones que recorren la sociedad actual: entre progreso y tradición, entre libertad de expresión y discurso de odio, entre rebeldía y manipulación.
Para otros opinadores, el fachavalismo, lejos de ser una moda o un éxito de la derecha o ultraderecha, es también el fracaso de una izquierda desnortada inmersa en sus contradicciones, en sus sempiternas cuitas internas que ve cómo está perdiendo la calle y su protagonismo entre la juventud, al ser incapaz de ofrecer una alternativa real, no a este este movimiento, sino a las causas que lo está originando. Un movimiento que promete llevarse por delante décadas de lucha por los derechos sociales conquistados que constituyen el estado democrático actual.
De esta manera hay quienes apelan a la lucha activa en las calles, tajos, etc. y hay quienes pretenden competir haciendo suyos los postulados de los que utilizan este movimiento del fachavalismo para seguir disfrutando de los privilegios sociales y económicos y los que desde supuestos postulados de izquierda se esfuerzan en no parecerlo con la intención de no molestar a los lobbys culturales, sociales y económicos que nutren o renuevan su poder gracias al fachavalismo, ya sea cual sea el ámbito político y social, con la torpe intención de parecer de los suyos.
En cualquier caso, ignorar el fenómeno sería un error. Entenderlo, criticarlo y, sobre todo, ofrecer alternativas culturales y políticas lejos del recurrente circo y pandereta que conecten con los jóvenes y sus necesidades, es un reto urgente para quienes defienden una sociedad más justa, democrática y tolerante