Entropía en la política

Fernando Cabral Hidalgo, Opinión

Fernando Cabral._Los fumadores tienen una tendencia a quedarse contemplando como el humo, en su camino ascendente, se va disolviendo poco a poco, hasta quedar convertido en vacío. 

Lo interesante de ese proceso es que nunca más será posible que el humo siga el camino inverso. Estamos ante un proceso irreversible de forma natural, salvo que se aplique una energía extra que así lo consiga.

A esa tendencia de las cosas a dispersarse y desordenarse, los científicos le han dado un nombre: ENTROPÍA, base del segundo principio de la Termodinámica. Este planteamiento no solo es aplicable al mundo físico, el ser humano también tiene un comportamiento eminentemente entrópico.

La ciencia política ha encontrado que los sistemas sociales también aplica, con sus limitaciones, este principio: si no se ponen en marcha los remedios reales, oportunos y por los canales institucionales adecuados, los males no quedan estables, sino que se agravan, dando lugar a la entropía social, económica y política.

Su traducción al ámbito político no es líneal, pero define de una forma precisa el nivel de deterioro, desorientación e intereses contrapuestos en los que se desarrolla la acción política en una gran parte de los temas que afectan de una forma directa al bienestar de los ciudadanos.

La forma de confrontar la amenaza de la entropía social es ordenando la energía humana por la vía de los ideales sociales. Las sociedades decaen cuando se devalúa la convicción en sus valores, pues son estos los que mueven a las personas a unir esfuerzos en razón de objetivos comunes. Por eso, cuando la voluntad colectiva es azarosa y fragmentada, resulta prisionera de tendencias centrífugas.

Es por el anterior razonamiento que se puede concluir que la responsabilidad primordial del gobernante es adecuar sus decisiones a la realidad y necesidades generales y no al contrario. Por tanto, el populismo digital como la mal llamada “democracia de los agentes sociales”, son peligrosos catalizadores de la entropía social, esto es, cuando exigen cada vez mayores cantidades de recursos únicamente para mantener su capacidad de presión e influencia, al tiempo que el rendimiento de tales recursos en el interes general es cada vez menor. 

Ejemplo paradigmático de ello es pretender atajar un grave problema social como el narcotrafico exclusivamente mediante medidas coercitivas sin una implicación directa y multidisciplinal en el ambito social donde se da el lamentable fenómeno. 

O mantener una estructura municipal por aquello de tener una supuesta paz social, que necesitará por siempre jamás el aporte de energía (recursos económicos) para mantenerla tal cual, sin que el servicio prestado se vea mejorado. 

O un acuerdo de gobierno con el trampantojo de frenar a la derecha y día si y día también aprobar cuantas iniciativas presenten esa misma derecha extrema y extrema derecha.

O convertir el pleno municipal en el ámbito público donde los socios de gobierno se hacen oposición mutuamente, dilucidando publicamente sus diferencias, 

En todos casos, la situación se agrava entropicamente si por el camino se abandonan o aparcan principios o ideales en las decisiones adoptadas, esos que, como se ha dicho, mueven a las personas a unir esfuerzos en razón del interés general.

Vean si no lo ocurrido en el último pleno municipal.

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