La Trastienda. Verano 2021
Enrique Romero Vilaseco. Primera Parte.
Un año más las hojas del calendario han caído lentamente como muere el ocaso cada tarde por el horizonte marino sanluqueño. El telón veraniego agosteño cerró la función del mes por antonomasia vacacional. Dejaron de oírse el griterío infantil al paso de los caballos de carreras, que después de la ausencia del pasado año, volvían a dejar sus huellas en la mojada arena de la playa. Unas carreras de caballos atípicas, distintas por mor de la Covid19, que está marcando la vida de la humanidad desde que hiciera su aparición allá por el final de 2019. Una pandemia que no acaba nunca y no tiene visos de solución al menos a corto plazo. Una pandemia que parece extraída de las siete plagas de Egipto, esas que veíamos en la película de los Diez Mandamiento y que Dios, a través de Moisés, enviaba para ablandar el corazón del faraón.
Quiero resaltar someramente lo más transcendental que ha ocurrido en el pasado verano y concretamente en el mes de agosto.
Vuelta de las Carreras de Caballos
Como ya he dicho anteriormente las tradicionales y antiguas carreras de caballos en la playa de Sanlúcar volvieron después de su ausencia en el verano de 2020. Ante la sorpresa de buena parte de la sociedad sanluqueña que asistía un tanto desconcertada a que este evento tuviera lugar, máxime cuando acontecimientos tan arraigados y tradicionales no se han podido celebrar: Semana Santa, Feria, Salida de la Patrona…, en las redes sociales y en los distintos foros de opinión se habían vertido toda clase de opiniones al respecto. Unos a favor de su celebración y muchos otros agraviados por la distinta vara de medir en cuanta a otras actividades se refiere. La celebración este año en teoría tenía una serie de condicionantes para poder llevarse a cabo. Una de las más destacadas era la prohibición de los famosos palcos nocturnos. Ignoro, ya que no he asistido ningún día a tal recinto, si ha existido o no fiestas en los palcos aunque con menos presencia de personas.
Desembocadura del Guadalquivir
Otro de los asuntos de actualidad en el final del mes de agosto ha sido la declaración del alcalde de Chipiona, Luis Mario Aparcero, que manifestó muy convencido que el río Betis (llamado así por los romanos), es decir el Guadalquivir, no desemboca en la plácida orilla de Bonanza y en nuestro término municipal. El primer edil chipionero, otrora condenado e inhabilitado para cargo público durante algo más de 6 años, ha sido el gran protagonista en los medios de comunicación social. No ha habido televisión, periódico en papel o digital o radio, que no se hiciera eco de la buena nueva. Y ahora por arte de birlibirloque o por arte de magia y a mis 58 años, se me queda la cara de tonto al saber que he estado toda la vida engañado en geografía, ya que desde que tengo uso de razón pensaba que el Guadalquivir nacía en Cazorla y moría en Sanlúcar. Y ahora me entero que ni nace en Cazorla (hay teorías de que su nacimiento en Almería y otros dicen que en Huéscar, municipio de Granada) ni por supuesto viene a morir frente a Sanlúcar y Doñana. En fin, ¿será todo esto fruto de la ley de memoria histórica que pretende cuestionarlo todo?
Recibo de la luz
La elevadísima factura eléctrica que venimos soportando los ciudadanos y, entre ellos, los más vulnerables, ha sido noticia en este pasado verano y me temo que lo seguirá siendo en los meses venideros. La luz está por las nubes y el Gobierno no sabe que hacer para rebajar el alto precio de la misma. Sería para no parar de reír, si no fuera tan dramática la situación, las ocurrencias de los ministros de este infame gobierno socialcomunista. Desde la manifestación de una vicepresidenta que llegó a decir “El temazo no es a qué hora se plancha, sino quién pone la lavadora y plancha” Carmen Calvo, todo en el gobierno ha sido y sigue siendo un disparate. Los que venían a arreglar el abuso de las empresas energéticas y aquellos que alardeaban que ellos (Podemos) le echaría cojones a los grandes magnates de las eléctricas, resultan que ahora se ven rendidos ante la evidencia y la realidad. Mi opinión como simple ciudadano es que estamos ahora pagando la chorrada de no querer energía nuclear y que ésta la tengamos que importar de Francia. Como si un supuesto accidente en alguna central nuclear no nos iba a afectar, pues su fuga no pasaría los Pirineos. Mientras Francia utiliza energía nuclear más limpia y barata y Alemania hace uso del carbón, España se empeña sólo y exclusivamente en obtener energía a través de parques eólicos y placas solares, porque incluso las plantas hidroeléctricas y los pantanos “franquistas” les estorban a estos nuevos señoritos de la izquierda, que con su bandera de un falso ecologismo nos está imponiendo una dictadura más de las que ya tenemos.