Sanlúcar: Peligrosas y reiteradas transgresiones de las normas de tráfico
SD.-El pasado miércoles, y sobre las dos de la tarde, una motocicleta se saltó un semáforo en rojo en la Avda. de San Francisco para girar acto seguido violentamente hacia la calle de San Nicolás, siendo esquivada por algunos vehículos que tenían el paso franco desde la Avda. de la Constitución (Carretera Nueva o Cuesta de El Picacho) cometiendo otra infracción al meterse en dirección prohibida a la Calle Santo Domingo para aparcar en la Plaza de la Iglesia de San Francisco llena de madres y niños saliendo del Colegio de La Salle.
El hecho, afortunadamente, no pasó desapercibido para una patrulla de la Policía Nacional que esperaba en el semáforo de la Avenida de la Constitución, siendo testigo de la temeraria maniobra por parte del ciudadano en cuestión que fue parado por los agentes en la plaza antes citada.
Valga esta pequeña introducción de los hechos, relatado por fuentes policiales, así como de un conductor testigo, también, que se encontraba delante del coche policial, para denunciar el desmadre, la selva, el lejano oeste en el que se han convertido las calles de Sanlúcar, incluidas las peatonales, plazas, parques o bulevares como La Calzada asi como todas las aceras de Sanlúcar.
Las afirmaciones de los gobernantes municipales, que desde años anunciaron el fin de los motociclistas por las calles de Sanlúcar sin cascos, son otro signo de la ceguera en la que viven los políticos que regentan y gestionan un chiringuito que les ayudan a seguir viviendo con sus magníficos estipendios y poco más, haciendo de la movilidad un ejercicio de alto riesgo.
Y es que el número de personas que llevan sobrepuesto el casco obligatorio puede igualar a todos los que antes no lo hacían, no siendo esta la única norma de circulación que incumplen.
El número de motos, bicicletas y patinetes eléctricos que circula por las aceras de la ciudad es tan elevado que puede ser superado por los que utilizan adecuadamente las vías urbanas por las que están obligados a circular, sin olvidar las decenas y decenas que diariamente se pasean por las zonas peatonales, plazas y otros espacios públicos, solo son amonestados por la policía para que paren y sigan su camino andando.
El tráfico rodado de vehículos de cuatro ruedas no anda muy lejos en el número de infracciones a la seguridad vial que, principalmente, son el exceso de velocidad y la distracción con los teléfonos móviles, aunque sin embargo lo que más les preocupa a Víctor Mora y a la grúa «municipal» es la retirada de vehículos mal aparcados que sí o sí deben de pagar la multa correspondiente, lo que redunda en la recogida de beneficios y caja para el ayuntamiento y la iniciativa privada. Mientras, los que ponen en peligro nuestras vidas en las zonas seguras para los peatones se van de rositas, casi siempre, porque no se prioriza la actuación policial de oficio para estos menesteres lo que obedece a las directrices políticas que emanan de la Cuesta de Belén. Otros asuntos de importancia, para ellos, les mantiene embullados empezando obras o inaugurando algo que podría haberse empezado o inaugurado hace años. No es conveniente enfadar a la ciudadanía con nimiedades que pudieran valerles un concejal menos.
La proliferación de vehículos eléctricos y bicicletas en las aceras y zonas peatonales, plazas y parques tendrá antes o después consecuencias nefastas para los ciudadanos, y hasta entonces el gobierno municipal está a otra cosa y no parará hasta que veamos la bandera de España ondear a media asta en el ayuntamiento de la ciudad.
El ruido del tráfico es, también, ignorado por quien tiene que perseguirlo y así en lugares como en famosos bujíos – por mencionar alguno habituado a eso- en la periferia de la ciudad, con más fama que calidad donde, dicen, se come bien, es el lugar de encuentro de moteros y domingueros que ignorando los más elementales principios de respeto al prójimo se deleitan haciendo rugir sus máquinas hasta enloquecer durante horas en un lugar como el aparcamiento de este garito no acto para tal fin y al que la policía local no acude nunca cuando los vecinos afectados lo denuncia.
¿Ciudad amable, señor Mora? ¿Qué ciudad?