Desaparece Cs y nadie los echará de menos ni en Cataluña ni en Sanlúcar pero pasan por el sumidero del PP

Editorial SD

SD.-Lo barruntamos en marzo de 2021 con este artículo de opinión » Zozobra, en lastre y mar arbolada» de Pepe Fernández y, a la vista está, se cumplieron los vaticinios que afirmaba el autor de la colaboración hace dos años cuando la señora Arrimadas era la manijera de la sala de máquinas de ese buque, finalmente, hundido.

La formación naranja, otrora poderosa organización liberal, que venía para regenerar la vida política en nuestro país, ha certificado su defunción en estas elecciones catalanas del 12M aunque crean que al igual que Lázaro resucitará de entre los muertos.

Algunos en este partido, hace mucho, buscaron y ejecutaron su plan B para seguir viviendo de lo único que pudiera hacerle vislumbrar un futuro cómodo, como es la política, mientras sus fieles con sus raciones de soma tardaron en darse cuenta lo que les venían encima, y eso es extensible a nuestra ciudad, con concejales de esa formación que votaron todo lo que les ponían por delante para seguir cortando la cinta de la Feria, peones de la plataforma de Juan Marín para su proyecto personal. Todos, cuñadísimos y adláteres incluidos, gozan de mejor vida, unos mejor que otros. Una minoría, muy mayoritaria, de trabajadores y funcionarios del ayuntamiento que los sufrieron tienen gratos recuerdos de algunos de ellos.

Los idealistas, veletas y tránsfugas se quedaron por el camino, siguen disfrutando de su jubilación o se reicorporaron al mercado laboral para no pelear más por posicionarse en la foto de la portada de Feria haciendo el ridículo, como todos, pasándola a la patita coja. Que el pueblo sea libre para hacerlo está bien, pero que los políticos promocionen esa majadería no es más que otra muestra de populismo supersticioso y folclórico, que ya iniciara la inefable Irene Garcia, en esta Sanlúcar rancia que huele más a incienso que a manzanilla, mal avenida, anclada al paro, sin color político que dignifique el servicio público, en un eterno «y tú más», defensora a ultranza de carnés deportivos y religiosos antes que la defensa numantina de los derechos sociales, laborales y humanos, claudicante ante el capilleo victimista – el capilleo responsable rara avis es – que impone siempre su criterio en contra del bien común, la Sanlúcar que sucumbe por la flaqueza de los que tienen y deben de imponer la Ley por encima de caprichos de minorías no representadas ni votadas por nadie que usurpan el espacio público de nuestros hijos, la Sanlúcar BAR y turística que con su gastronomía nos hace morir de éxito e impiden que los jóvenes puedan alquilar un piso, la Sanlúcar que mira a otro lado cuando los euros llueven en lugares no productivos, la que sale en cualquier cadena de televisión con sanluqueños defendiendo su pan apedreando a un helicoptero de la Guardia Civil e interminables y veloces carreras de rígidas por el Guadalquivir y al mismo tiempo prebostes de la política local en fotos con patrocinadores deportivos de dudosa honorabilidad, la del bombardeo putrefacto de eventos reiterativos en la televisión que pagamos todos y que nada tiene que ver con la formación, información o la cultura, clientelismo político nauseabundo de décadas, de servcicio públicos paralizados por una burocracia insoportable para la ciudadanía y un funcionariado del que todos los sanluqueños hablan con razón o sin ella al ser el centro de toda diana a la hora de repartir responsabilidades porque son ellos los que ponen cara a los verdaderos culpables de ese malestar que duermen ajenos, casi siempre, a la realidad más inmediata de la ciudad.

Esta es la real Sanlúcar del interés partidista que prima sobre todas las cosas sacrificando la ciudad para debilitar al socio o abversario ideológico en una constante y encarnizada batalla que garantice el rédito político suficiente para volver a gobernar la urbe porque, al igual que el PP, el PSOE tampoco ha asumido que no tendrán a un alcalde/alcaldesa en este nuevo mandato municipal que les permita un continuismo en sus políticas como cualquier partido de derecha pero doblan la cerviz para revalidar sus sueldos y mantener esa inmisericorde opsición a la actual alcaldesa como bien representaron en el vergonzoso pasado Pleno municipal con la total insumisión y malas maneras de dos de sus delegados.

Carmen Álvarez tiene un gobierno con una oposición de derecha y ultraderecha más los siete troyanos que corroen sus entrañas políticas hasta la inanición algo que ya sabia cuando aceptó el regalo de los griegos que no cejarán en su deseo interno, no confesado, de finiquitar este transitorio paso de los comunistas por el consistorio para estar bien posicionados en el asalto definitivo a Troya.

La nostalgia de las tradiciones políticas, sociales o religiosas, a las que cualquier crítica convierte al autor en enemigo irreconciliable de los valores que ellos dicen representar hablando en nombre de todos, es acaso el mayor plúmbeo obstáculo de esta Sanlúcar cainita para acercarse a un futuro mejor que garantice a los sanluqueños no estremecernos en una tormenta con marea alta, una Feria posible en otra ubicación o en una Semana Santa con una Pax romana entre el gobierno de turno y policia local, un presupuesto municipal -(inexistente a un año, casi, de gobierno de coalición)- y tantas otras cosas consiguen parar el tiempo, cuando no atrasarlo, para volver al punto de partida a un déjà vu, porque Sanlúcar crece pero no evoluciona.

Los más inteligentes -y volvemos con los políticos de la formación de Ciudadanos- sortearon vicisitudes arreglándoselas para asirse al salvavidas del PP como el ex vicepresidente de la Junta de Andalucía el señor Juan Marín, sanluqueño él, actual presidente del Consejo Económico y Social de Andalucía y sus segundas espadas, al igual que las dos concejalas tránsfugas de nuestro ayuntamiento que recalaron en el PP antes del naufragio definitivo. Todos maman de las ubres del PP o estarán en ello más pronto que tarde. 

Las municipales pasadas dieron la victoria al PP aunque no lo suficiente para formar gobierno, algo que la senadora del partido conservador Carmen Pérez aqui en Sanlúcar  nunca ha llevado bien al igual que todos los dirigentes del PP que no consiguieron formar gobierno como es el caso de su líder nacional Alberto Nuñez Feijóo, frustrante y humano pero  gobierna quien arma las mayorías necesarias para gestionar, cosas de la democracia. El victimismo no cambia leyes pero pone en el disparadero a los legítimos gobernantes en esa crispación y polarización constante a la que nos tiene acostumbrados el PP.

Debería asumir, Carmen Pérez, su imposibilidad de gobernar y dejar de cuestionar el derecho de otros, en coalición, a gobernar la  institución de la que se hable, porque en otras comunidades o ayuntamientos ellos hacen lo propio de “ganador a ganador” con sus aliados de la ultraderecha, siendo pues incomprensible que deslegitimen un dia si y otro no al estado o cualquiera de sus instituciones públicas cuando, además, bloquean desde hace más de cinco años el CGPJ. Hay que recordar que la senadora con su voto, y la mayoría abosuta de su partido en la cámara alta, paraliza todas las leyes que emanan de la cámara baja con mayoría progresista aunque hayan sido votadas favorablemente por ellos.

Finalizamos retornando al pecio naranja desarbolado y hundido en las catalanas del pasado día 12. No solo han hecho desaparecer a los naranjas del mapa de España, (probablemente el descalabro en las europeas garantiza la amortización de Cs en las instituciones europeas) sino que confirman que los catalanes apuestan por la convivencia dentro de España haciendo desaparecer la mayoría independentista. La ultraderecha xenófoba reaccionaria avanza y presenta su candidatura afianzándose en Europa, mientras el crecimiento del PP en doce escaños hasta los 15, gracias a la repesca de los votos de los difuntos Cs, hace inviable que forme ninguna mayoría para gobernar la región. Esta es la arena de sus batallas nacionales para atraer al voto involucionista que le disputa VOX y recomenzar la reconquista del suelo patrio aplicando de nuevo el 155, encarcelando a todo dios o utilizando la fuerza necesaria si fuera el caso. Tendrán que esperar mientras los catalanes decidan constitucionalmente su destino en paz y con la mayoría que el pueblo haya votado, de la que los conservadores no formarán parte ni ahora ni mañana.

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