Cribado a ciegas, silencio a gritos: Fracaso es no escuchar
SD.-La dignidad no se mide en cifras
Hay que tener la lengua muy larga y las neuronas muy escasas —y lentas— para negar lo evidente: la manifestación que ayer recorrió Sevilla con miles de personas exigiendo al presidente de la Junta de Andalucía una solución urgente a su nefasta gestión en el cribado de detección del cáncer de mama no fue un fracaso. Fue un grito colectivo de dignidad.
Desde el primer día, tanto Juanma Moreno como su recién nombrado consejero de Salud, Antonio Sanz —ex cadenero de la ultraderechista Fuerza Nueva, donde formaba parte de los grupos de choque que protegían los actos del partido con funciones intimidatorias y, en ocasiones, violentas— han minimizado, banalizado y criminalizado hasta la extenuación a las asociaciones de mujeres que han alzado la voz. Especialmente a Amama, que ha liderado con valentía la denuncia de los fallos del sistema.
Lo último, digno de traca, ha sido la denuncia de la oposición sobre la gestión de la Consejería de Salud, mostrando una manipulación burda en una imagen médica: una radiografía de mama en la que desaparecieron misteriosamente el diagnóstico previo y el nombre del médico responsable. La paciente fue operada de cáncer dos meses después, cuando el diagnóstico original indicaba un tumor benigno.
La falta de vergüenza política se agrava con la difusión de un bulo: se acusó falsamente a Inma Nieto, portavoz de Izquierda Unida, de haber culpado a los profesionales sanitarios de manipular los datos. En ningún momento se hizo tal afirmación en su actuación en el Parlamento andaluz. El presidente y su consejero, en un intento de desviar la atención, han declarado que se está “maltratando” a los profesionales de la sanidad pública andaluza, apelando a no jugar con la salud de los andaluces y andaluzas. ¿Y con la de las andaluzas?
Por si fuera poco, tras varias manifestaciones en toda Andalucía, el Partido Popular, en boca de su portavoz parlamentario Toni Martín, calificó la movilización de Sevilla como “un fracaso”, ignorando que la dignidad de estas mujeres no se mide por el número de asistentes. Sus reivindicaciones, legítimas y democráticas, no habrían sido necesarias si el PP, además de fulminar a la anterior y soberbia consejera, hubiera atado en corto a su nuevo titular y ofrecido algo más que un desmentido superficial por parte del presidente sobre las declaraciones del propio Toni Martín.
Y aunque deseamos —como a todo el mundo— que esta terrible enfermedad no se acerque jamás ni a él ni a su familia, lo de la poca vergüenza, la política y la torera, eso no se quita. Se queda para siempre. Pero al menos no lo mata.
