Apuntes de Historia CDLXVIII
Manuel Jesús Parodi.-Sobre ‘El viaje de la Manzanilla’. Los textos del CIMA (IV)
Una ciudad que no conoce su Historia será siempre una ciudad huérfana de sí misma; su ciudadanía estará siempre a merced de los vientos y no dispondrá de recursos, de herramientas, para comprenderse a sí misma como cuerpo social, para saber de dónde viene y acaso poder decidir con mayor seguridad cuál es el camino que quiere seguir y cómo quiere construir su propio futuro partiendo precisamente de la sólida base que constituyen sus señas de identidad.
Por eso nos animamos en su día a participar en las tareas conducentes al establecimiento del Centro de Interpretación de la Manzanilla, el CIMA, en cuyo desarrollo participamos como integrantes del equipo creador de los contenidos del mismo, al tiempo que tuvimos igualmente nuestra parte a la hora de establecer el nombre oficial de este espacio expositivo (“Centro de Interpretación de la Manzanilla”) y la abreviatura del mismo, CIMA, por la que es conocido.
Con la intención de dar más a conocer los contenidos del CIMA entendimos que una forma de extender el radio de acción de este espacio expositivo podría pasar por traer a esta cabecera los textos del Centro de Interpretación de la Manzanilla, los cuales son de nuestra autoría.
De este modo y por ello seguiremos hoy adelante con dicho recorrido por los textos de la exposición del CIMA ubicado en el interior de Las Covachas (emblemático sitio monumental sanluqueño), unos textos (en sus versiones en español e inglés) cuyo autor, como venimos señalando, es quien suscribe estos párrafos.
El discurso expositivo del CIMA (en el diseño del cual participamos en su día) busca plasmar este Viaje de la Manzanilla desde que el vino sanluqueño por antonomasia es brisa marina, aire fresco de Poniente, hasta el mismo viene a criarse en el seno de las botas sanluqueñas, en la quietud umbrosa de nuestras bodegas, bajo el velo de flor.
Este espacio expositivo (que no es un museo) busca alcanzar con sus contenidos tanto a unos públicos que ya conocen la manzanilla como a unos visitantes que pueda ser que se acerquen a nuestro vino por primera vez primera.
A tal fin la exposición se sostiene sobre dos pilares: las ilustraciones históricas de Arturo Redondo (autor de muy relevantes trabajos sobre nuestra ciudad) y los textos de quien firma este artículo, buscando dicho binomio de ilustraciones y textos narrar de forma didáctica este Viaje de la Manzanilla.
Para ello además la exposición cuenta con diferentes “Espacios” que disponen a su vez de diversos Paneles cuyos contenidos presentan los diferentes momentos y estadíos de la crianza de la manzanilla.
Y con estos párrafos intentamos difundir los contenidos textuales del CIMA, con la intención de dar a conocerlos mejor y como forma de animar a los lectores de estos artículos a acercarse al conocimiento de la manzanilla, un vino singular y un pilar de nuestro Patrimonio Cultural.
En los textos de las semanas precedentes abordábamos el “Espacio 1” de la exposición del CIMA y sus dos paneles, así como el “Espacio 2” y el primero de sus dos paneles.
Así, el “Espacio 1”, titulado “Paisajes de la Manzanilla” presenta un “Panel 1”, titulado a su vez “El Viaje del Agua” que se articula en las siguientes secciones: “El Viaje del Agua”, “Los Vientos”, “La Humedad”, “La Tierra”, “Río Adentro” y “La ciudad bodega” , de otra parte el “Panel 2” de este “Espacio 1” se titula “Paisajes de la Manzanilla”, y tiene las siguientes secciones: “Tierras Albarizas”, “Marismas”, “Río y Océano”, “Doñana”, y “Uva Palomino”.
Por otra parte, el Panel 1 del Espacio 2 (un segundo espacio dedicado genéricamente a “La Manzanilla”, mientras su Panel 1 lleva por título el de “De crianza biológica”), cuenta con las secciones “De crianza biológica”, “Ligera”, “Un vino seco”, “Fresca”, “Notas florales. Camomila…”, “Delicada”, y “Notas salinas”, como veíamos la semana pasada.
En los párrafos de hoy abordaremos el segundo Panel del “Espacio 2” del CIMA, un Panel que lleva por título el de “La manzanilla, un vino ecológico de crianza biológica” considerando las secciones que lo conforman, que son las siguientes: “El color de la manzanilla”, “Crianza biológica bajo velo de flor”, y, finalmente, “La obra del tiempo”.
Pasaremos en las líneas que vienen a continuación a plasmar los textos de este Panel 2 del segundo Espacio del Centro de Interpretación de la Manzanilla de Las Covachas:
“El color de la manzanilla”. Del oro fino al oro viejo, el color de la manzanilla guarda, atesora, todos los matices de la luz del Sur, de la luz del Atlántico… Del amarillo pajizo al dorado pálido desde los amaneceres al atardecer sobre nuestro mar y la puesta de sol sanluqueña, todo está en el oro de la manzanilla…
“Crianza biológica bajo velo de flor”. La manzanilla es un vino vivo. Nace y se cría bajo el velo de flor y sobre las lías de sus levaduras lo que hace de ella no sólo un vino singularísimo, sino la resultante de una crianza biológica, que es decir ecológica, en la que todas las exigencias actuales se aúnan con los saberes ancestrales para dar forma a un ser excepcional que únicamente se cría en Sanlúcar de Barrameda siguiendo las premisas de los maestros manzanilleros de siglos atrás, quienes dieron forma y esencia a la crianza bajo velo de flor, a la crianza biológica.
“La obra del tiempo”. Saber, cuidado y paciencia dan forma a la manzanilla. Desde el campo hasta la copa, la manzanilla es obra del Tiempo, es fruto y consecuencia del trabajo con amor de cientos de personas sabedoras de estar creando algo único, en Sanlúcar de Barrameda, a la vera del Guadalquivir, a la orilla del Atlántico.
Un vino salino, del mar, que se acuna en las botas que descansan en las bodegas sanluqueñas y que merced al sistema de soleras y criaderas viaja por las andanas del silencio y la penumbra bodegueras hasta adquirir, en unos años, el cuerpo y solera que la convierten en un vino extraordinario, todo ello en el seno de esos “espacios integrales” de la crianza de la manzanilla que son las bodegas de Sanlúcar de Barrameda.