
Una tasa de basura injusta y desincentivadora
Fernando Cabral.-En una entrada de 12 de diciembre del año pasado de titulo “LA NUEVA TASA DE BASURA” en este mismo medio ya avisamos lo que se nos venía encima. Ha llegado la fecha de aplicación y el pronóstico se ha cumplido. La tasa de basura ha subido un 46%, a todos por igual, esto es, contamines más o contamines menos, recicles más o recicles menos.
La directiva europea que traspone la normativa española no impone directamente a los Estados la obligación de establecer o incrementar las tasas de basura y mucho menos que sean los ciudadanos los que tengan que sufragar el coste del servicio al cien por cien. En este sentido, la directiva enumera distintos instrumentos financieros y otras medidas para incentivar la aplicación de la jerarquía de residuos, tales como la correcta planificación de las inversiones en infraestructuras de gestión de residuos o el uso de las mejores técnicas disponibles para el tratamiento de los mismos, entre otros.
Según la normativa, esta nueva tasa es un impuesto obligatorio y discrecional, a la vez. Es decir, es un tributo específico municipal obligatorio y en cada lugar podrá suponer un coste diferente, según decidan las autoridades. Por tanto, cada municipio puede decidir el criterio a partir del cual define su tasa de la basura.
En el caso de Sanlúcar, el criterio que se ha aplicado es que todo el mundo pague la misma cantidad. Con independencia del tipo de vivienda que sea, del número de habitantes de la misma, de la situación económica y social de los moradores, sean propietarios o inquilinos, la tasa la han aplicado a todos por igual.
Se trata de la aplicación injusta de un tributo porque carece de progresividad que redunda aún más en lo injusto del existente sistema tributario local. Si esto no fuese poco, lo cierto es que esta manera de aplicar la nueva tasa de basura desnaturaliza el principio de que pague más quien menos separe o no recicle o no lo haga de forma correcta y que el que lo haga bien no se vea penalizado. Desalienta la separación de la basura en origen, porque a la postre te cobran lo mismo si actúas de manera cívica que si no lo haces.
El importe de la tasa en vez de fijo debería ser variable o progresivo de acuerdo a una serie de criterios. Para personalizar la tasa en el sentido de que quien más recicle menos pague, hay quien propone que la tarifa a pagar se calcule en función de los metros cuadrados del inmueble y su tipología o su valor catastral, del número de personas empadronadas en la vivienda, consumo de agua, los ingresos familiares, la condición laboral (desempleados, pensionistas), familiar o personal (familias numerosas, discapacidad…) o incluso la ubicación de la vivienda, etc.
De la misma manera, la subida de la tasa de la basura, al parecer no tan obligatoria como pretenden hacernos ver, también se podría compensar con una bajada proporcional del IBI, ya que es un impuesto sobre los mismos hogares que sufren la aplicación de la tasa de la basura. Pero para ello, solo hace falta voluntad política y ganas de trabajarlo.
Pero no, en nuestra Ciudad, se ha tirado por la vía del medio y la más sencilla de aplicar: La tabla rasa. Lo que a muchos le ha llevado a prensar que en la aplicación de la nueva tasa ha premiado la pulsión recaudatoria municipal sobre cualquier otra consideración, incluida la medioambiental, ya que como se ha dicho, de esta manera se desincentiva a la ciudadanía a actuar cívicamente.