El Temple.Un imperio en la sombra

Articulos, Cultura, José Antonio Córdoba

José Antonio Córdoba.-A la luz de los acontecimientos políticos y sociales en el panorama internacional, me vino a la mente un apunte que tenía sobre una perspectiva personal sobre la Orden del Temple…

La vida es un ciclo. La vida de una civilización, es un ciclo. Un imperio, es un ciclo…

A lo largo de la historia han existido varios imperios, todos ellos diferentes, comparten sin embargo un patrón común, el ciclo de la vida.

Un imperio surge bajo la tutela de un individuo o grupo de ellos que consiguen unir a un pueblo bajo una causa común. Su expansión puede ser a través de conquistas, alianzas o comercio, existiendo un fuerte sentido de identidad y propósito.

Una vez se establecen las bases de este imperio, comienza a crecer en extensión territorial y cultural, provocando el desarrollo de la economía, la educación, el arte y la tecnología. Además, dicha expansión y desarrollo conlleva a que se establezcan instituciones sólidas y un gobierno ciertamente estable.

Pero hay algo afín al ser humano desde que puso el pie en este planeta, la codicia. Y los imperios no se han salvado de ella. Cuando un imperio alcanza su cenit, la codicia aflora como las margaritas en primavera, provocando que la administración se vuelva corrupta e ineficiente. Aparecen las luchas por el poder que favorecen las desigualdades sociales. En el factor militar, el celo de la defensa de los territorios queda relegada a un segundo o tercer plano, permitiendo el aumento de las amenazas externas.

Todo lo anterior acaba en una crisis económica y a su vez política provocando la fracturación del imperio, pues llegado a este punto, ya no solo las amenazas exteriores lo consumen, sino que en el seno del mismo se alzan revueltas que con el tiempo provocan el inexorable colapso del imperio, aunque deja una huella sustancial en la sociedad y en los territorios dominados. 

¿Y qué tiene esto que ver con una Orden religioso-militar que existió en la Edad Media?

Pues a mi parecer, bastante.

Si analizamos la existencia de la Orden del Temple, cumple el mismo ciclo de vida que un imperio: Nacimiento – Consolidación – Decadencia – Caída.

Un grupo de Caballeros que participaron en la Primera Cruzada a Tierra Santa (1095), se unen para crear una hermandad con un propósito común, proteger a los peregrinos que viajaban a Tierra Santa y defender los Santos Lugares de Jerusalén.

Con el apoyo del rey y del Patriarca de Jerusalén, la recién creada hermandad obtiene el apoyo del papa, lo que conlleva a que reyes, nobles y comerciantes confíen en esta hermandad, confiriéndoles privilegios, donaciones y negocios que fomentando su expansión no solo en Oriente Medio, sino por toda Europa.

En el cenit de la existencia de la Orden del Temple, esta alcanzó a tener grandes riquezas y poder. Desarrollaron una red financiera sofisticada, precursora de lo que hoy es la banca mundial, aprovechando la infraestructura militar y civil que tenían tanto en Tierra Santa como en Europa. Su poder rivalizó en ocasiones con el de reyes, nobles, comerciantes y obispos.

Pero el tiempo hace mella. Casi doscientos años después de su fundación (1119), los ideales de los primeros miembros de la hermandad se habían diluido en las brumas del pasado. La codicia -como en un imperio- también hizo acto de presencia en el seno de la Orden del Temple. Los templarios de los últimos tiempos de la Orden enfrentaron problemas internos y externos. La caída de Acre en 1291, dejó sin efecto la utilidad de la Orden. Nobles y reyes, como en el caso de Felipe IV de Francia, aprovecharon este periodo de inestabilidad militar para dar rienda suelta a sus envidia y resentimiento contra la Orden.

Como sucede en los imperios, la Orden del Temple llegó a su ocaso por medio de conspiraciones políticas tanto internas como externas. A una división entre los hermanos de Oriente (Molay) y los hermanos de Occidente (Jean de la Tour), hay que sumarle el afán vengativo de Felipe IV de Francia, quién ordenó el arresto de todos los templarios de Francia en 1307. Siendo este monarca quien consolidó al papa del momento, Clemente V en el sillón de Pedro, condicionó al pontífice para que disolviera la Orden del Temple para que sus propiedades y riquezas acabaran en manos de la corona.

Felipe IV de Francia, ejecutó al gran maestre de la Orden del Temple, Jacques de Molay en 1314. Una ejecución que sin duda fue el desquite por no haber encontrado el monarca el preciado tesoro que se imaginaba custodiado por la Orden en su casa principal en París.

Así que sí, la historia de la Orden del Temple y la de cualquiera de los imperios conocidos siguieron el mismo ciclo: Un origen impulsado por una causa fuerte; un periodo de auge; una fase de problemas internos y externos; y finalmente su caída. Sin embargo, al igual que el legado de los imperios el del Temple siguió influyendo en la historia, pero con la salvedad de que la historia de ningún imperio ha hecho correr tanta tinta como la historia de la Orden del Temple.

Y piensen, quizás, solo quizás… EL TEMPLE. UN IMPERIO A LA SOMBRA, no solo sea el título de este artículo…

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