La reina de las Españas
José Antonio Córdoba.-Creo que hasta la fecha de hoy, quinientos cincuenta años después la cristiandad hispana no ha tenido una reina como ella.
Hoy que tanto se malogra la figura de la mujer con ideales de bolsillo, decretazos de despacho, dónde más que fomentar la figura de la mujer en la sociedad, se la está denigrando, nuestra historia nos muestra como la mujer ha sabido destacar por méritos propios en épocas dónde la “masculinidad” era el denominador común.
El 22 de abril de 1451 nacía en tierras de Ávila, Isabel, quien sería la reina de las Españas. Hija de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, vivió una infancia relativamente tranquila. Pero su adolescencia, no lo fue tanto. A los diecisiete años, se ve involucrada en las tramas palaciegas por la sucesión en la corona de Castilla. Aunque se postulaba como heredera Juana “La Beltraneja”, hija del entonces rey de Castilla, Enrique IV y hermanastro de Isabel, este reconoce en el Tratado de los Toros de Guisando a Isabel como heredera, poco duró dicho reconocimiento, y volvería a fijarse a Juana como su sucesora.
Un año más tarde, en 1469 tendría lugar el matrimonio que fraguaría la España que hoy conocemos y los inicios del Imperio Español. Isabel contrae matrimonio con Fernando II de Aragón, lo que propició que las coronas de Castilla y Aragón se unieran.
A sus veintitrés años, con la muerte de Enrique IV en 1474, Isabel no pierde el tiempo y se autoproclama reina de Castilla. Pero meses más tarde, Juana y sus aliados se enfrentan a Isabel y Fernando por la corona de Castilla, cuatro años de contienda bélica, que acabó por reafirmar a Isabel como reina de Castilla.
La unión de Castilla y Aragón, forjó la unidad de los reinos peninsulares dando paso al concepto que hoy tenemos de España. Y ambos regentes recibirían por parte del papa Alejandro VI el título de Los Reyes Católicos. Un título que en nada fue gratuito o por favoritismo, pues ambos monarcas impulsaron leyes y acciones militares en favor del asentamiento y expansión del Cristianismo.
1492, fue el año que más marcó la regencia de los Reyes Católicos, en primer lugar, dieron fin a la Reconquista en la península con la toma de Granada. Posteriormente, con el Edicto de Granada, ordenaron la conversión o expulsión de los judíos, un edicto que no solo fue controvertido, sino que además influyó negativamente en la economía y la sociedad. Posteriormente, Isabel otorga su apoyo al navegante Cristóbal Colón, para su primera expedición a las “Indias” y que sería el preámbulo del Nuevo Mundo.
Pero si algo caracterizó a Isabel fue su capacidad y astucia para gobernar, ya que fortaleció la administración centralizada y además reformó la Iglesia, al punto este, que impulsó la Inquisición para que la ortodoxia religiosa se asegurara en todo el territorio de la Corona.
Aunque la fecha que marca este artículo es la del 13 de diciembre de 1474.
El 11 de diciembre 1474 fallecía el rey de Castilla, Enrique IV. Pues dos días más tarde, estando Isabel en Segovia, aprovecha la ocasión para proclamarse reina de Castilla. Ceremonia que tuvo lugar en la que hoy es Catedral segoviana.
Pero como ya he citado antes, no era Isabel alguien que hiciera las cosas a la ligera. La celeridad de su autoproclamación, fue decisiva para establecerse y consolidarse como regente castellana. No dejó nada al azahar. Se presentó a la ceremonia de coronación de riguroso luto, en señal de duelo por la muerte de su hermanastro, pero también para mostrar la sobriedad y legitimidad de su coronación. Segovia y las Cortes castellanas presentes la reconocieron como reina legítima de Castilla, mientras ella se ratificó en su compromiso con la justicia y llevar a cabo un gobierno eficaz. La independencia de Isabel, quedó patente también en este acto tan importante, y que le acarrearía el enfado mayúsculo de Fernando II, su esposo, ya que no fue coronado con ella como co-rey de Castilla, aunque esto no fue problema para que él participara activamente en las políticas y gestiones de Castilla.
Isabel I de Castilla, fue la mujer que no solo influyó en la política y religión de “España”, sino que además dejó como legado su hacer para con el Nuevo Mundo, pues a su muerte dejó como testamento que los indígenas pudieran gozar de protección y justicia.
Así puedo afirmar con orgullo que, Isabel II, no fue solo reina de Castilla, ni de los reinos peninsulares reunidos bajo la corona de Los Reyes Católicos, sino que fue LA REINA DE LAS ESPAÑA.