Inundaciones: Ahora toca actuar para prevenir
Fernando Cabral.-Si bien, afortunadamente, la lluvia caída en Sanlúcar la semana pasada no fue la que se temía a juzgar por el aviso dictado por la AEMET, es de justicia valorar positivamente que se tomaran desde el Ayuntamiento todas las medidas de alertas al respecto.
Del mismo modo, valorar la coordinación demostrada entre los distintos cuerpos intervinientes en el Programa Territorial de Emergencias Local bajo el mando de las delegaciones de Infraestructuras y Seguridad Ciudadana que pronto y con la eficacia necesaria acudieron a los distintos puntos de la ciudad en los que hubo cierta acumulación de agua, restableciendo con prontitud la normalidad, evitando males mayores.
Es sabido que Sanlúcar por su peculiar orografía presenta debilidades que hacen que se inunde regularmente distintas zonas de la ciudad cada vez que llueve con cierta intensidad, como ha sido el caso. Son puntos concretos donde se suele acumular el agua de lluvia y el saneamiento y canalización dispuesto no es capaz por si solo de resolver de manera rápida el desagüe del agua acumulada.
Una vez comprobado que las medidas de actuación fijadas para estos casos en el Plan Territorial de Emergencia son eficaces, es hora que se ponga sobre la mesa las medidas de prevención que, desde luego, tienen que ir más allá de mantener limpia la red de saneamiento y si dar un repensando al actual sistema de saneamiento y canalización de aguas pluviales. Con infraestructuras inadecuadas hasta una lluvia leve, pero sostenida podría convertirse en un problema.
Científicamente, está comprobado que debido al calentamiento global el nivel del mar también se eleva y el consiguiente cambio climático origina que los procesos de lluvias torrenciales serán más intensos y se originarán con más asiduidad en el tiempo.
Este hecho obliga a tomar medidas a corto, medio y largo plazo no solo para paliar las consecuencias, sino también que eviten las inundaciones. Una característica inherente a la inundación urbana es la falta de drenaje. Cuando este no es suficiente, existe la posibilidad de que se dé un desbordamiento de consecuencias muy peligrosas, a niveles tanto humanos como materiales.
Tal como se ha dicho anteriormente, por mera tradición y experiencia, se conocen cuáles son los puntos de la ciudad susceptibles de anegarse cada vez llueve con una mínima intensidad. Son en esos puntos donde hay que buscar soluciones viables que eviten la acumulación de agua de lluvia. Desde la dirección de la GMU se debe dejar a un lado el politiqueo y ponerse las pilas para desarrollar un plan de actuación urbanística en esos puntos negros de la ciudad teniendo en cuenta la disposición económica propia del Ayuntamiento y acudiendo a otras administraciones para conseguir las inversiones necesarias, ahora que tanta sensibilidad hay después de lo ocurrido en Valencia.
Hay experiencias en algunas ciudades que pueden ser interesante tener en cuenta para gestionar de forma inteligente las aguas pluviales bajo los principios de absorber, depurar, almacenar e infiltrar las aguas pluviales mediante la instalación de suelos permeables y la distribución de almacenamiento de esas mismas aguas pluviales.
No hablemos recurrentemente tanto de ciudad conectada o agradable y hablemos necesariamente de Ciudad Esponja, que es aquella que aprovecha la infraestructura urbana verde, desde la revegetación de superficies impermeables hasta los techos verdes, humedales construidos, así como almacenamientos de aguas pluviales distribuidos racionalmente para dar resultados positivos en términos de disponibilidad de agua, calidad y reducción de inundaciones. Las organizaciones ecologistas locales deberían abandonar su actual seguidismo institucional y ser las impulsoras de los cambios necesarios en esta materia.
No es recomendable caer tan solo en la complacencia de tener bien diseñado y coordinado un Plan Territorial de Emergencia Local. En esta materia de seguridad hay que ser más ambiciosos porque, entre otras cuestiones, la proliferación de Danas y procesos de lluvias torrenciales por desgracia han venido para quedarse como consecuencia del cambio climático.